21 de Julio de 2024 /
Actualizado hace 1 día | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Columnistas

‘Brexits’. Decisiones populares inesperadas

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Juan Manuel Charry Urueña

Abogado constitucionalista. Presidente del Instituto Libertad y Progreso

jcharry@charrymosquera.com.co @jmcharry

 

Durante este año 2016, tres acontecimientos democráticos, en distintas parte del mundo, desconcertaron a los observadores: la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), más conocida como brexit; el triunfo del No en el plebiscito por la paz, en Colombia; y la elección de Donald Trump, como presidente de EE UU.

 

El 23 de junio, se votó un referendo por el brexit, con un resultado favorable a la salida de la UE con casi el 52 % de los votos, frente al 48 % que prefería la permanencia. El 2 de octubre, se decidió un plebiscito por el apoyo al Acuerdo Final celebrado por el Gobierno de Colombia y las Farc, donde se impuso el rechazo por el 50,21 %, con una diferencia de apenas 50.000 votos, aproximadamente, y una escasa participación del 37,43 % de los ciudadanos habilitados para votar. El 8 de noviembre, se eligió presidente de EE UU al candidato del Partido Republicano, Donald Trump, quien obtuvo 306 delegados electorales contra 232 de su oponente Hillary Clinton, curiosamente, por esas rarezas del sistema electoral de ese país, Clinton aventajó a Trump en más de 500.000 votos populares.

 

Se trató de gobiernos que plantearon disyuntivas entre escenarios óptimos e indeseables. En el primero, permanecer en la UE en lugar de romper el entramado de acuerdos económicos internacionales, con los efectos nocivos que acarrearía no solo para la Gran Bretaña, sino para la economía global. En el segundo, refrendar un acuerdo que pondría fin al conflicto interno o continuar con la violencia armada, incluso con su recrudecimiento y su extensión a los centros urbanos. En el tercero, elegir a una mujer que continuaría con las políticas del presidente Barack Obama o tomar el camino incierto de un multimillonario controvertido y ajeno a la política.

 

Los respectivos establecimientos acudieron a esquemas simplistas, polarizadores, así como descalificadores de sus correspondientes opositores. Era inconcebible, y contrario a los procesos contemporáneos sustraerse de la UE, como lo era continuar un conflicto interno de más de 50 años, o elegir a un inexperto populista presidente de la nación más poderosa del mundo. En todos los casos, se acudió al miedo y a la visión de futuros inciertos, en contraste con la continuidad y la estabilidad que ofrecían los correspondientes gobiernos.

 

Es un lugar común señalar perdedores a los encuestadores, a los medios de comunicación y a los gobiernos promotores. Pero, en mi opinión, no se trata de un diagnóstico tan simple, tiene raíces más profundas y preocupantes, con peculiaridades y diferencias en cada uno de los casos, que podrían generalizarse diciendo que la clase política perdió su vínculo con los representados, que la participación ciudadana corre en contravía de la democracia representativa, que las élites gobernantes confiaron en forma arrogante en poder manipular la opinión y los electores, y que se permitieron la incidencia de figuras extranjeras o internacionales de manera que convalidaran las políticas locales; más allá, estaría una ciudadanía cansada de la corrupción y de la clase política. Sin embargo, a pesar de la propaganda y de la descalificación de los opositores, se impusieron las alternativas inesperadas, voz a voz y con el uso de las redes sociales, como una reacción a la manipulación y a los miedos, de suerte que en esas comunidades fraccionadas se impusieron las valerosas convicciones y se asumieron los riesgos.

 

No obstante, aunque se trata de un triunfo de las bases sobre las élites o de una rebelión de los comunes contra gobernantes, en los dos primeros son triunfos tergiversados cuyos efectos se desdibujan a medida que avanza el tiempo. En Gran Bretaña aún no se hace uso del artículo 50 del Tratado de la UE y se pretende mantener el comercio y la migración con Europa en circunstancias similares a las actuales. En Colombia, aunque ganó el No, los partidos de gobierno como de oposición interpretaron que se debía lograr un nuevo acuerdo, realmente el mismo con algunas modificaciones en los puntos neurálgicos. En EE UU triunfó el outsider, pero su discurso se moderó al día siguiente de la elección.

 

En fin, los gobiernos quisieron avalar sus políticas o su continuidad, mediante manifestaciones ciudadanas, confiados en amplias financiaciones y en los medios de comunicación masivos. A pesar de todo, las sociedades divididas hicieron prevaler, por escasos márgenes, su oposición.

 

Agradeceré comentarios: jcharry@charrymosquera.com.co

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