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Actualizado hace 14 horas | ISSN: 2805-6396

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Noticias / Internacional


La migración en tránsito y la desidia institucional

09 de Octubre de 2023

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Ronal Rodríguez

Investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y de la Bitácora Migratoria en alianza con la Fundación Konrad Adenauer

Las causas estructurales de la crisis venezolana no se han resuelto. La fugaz recuperación económica del 2022 se esfuma en la contracción del PIB del 7 %, que reporta el Observatorio Venezolano de Finanzas para el primer semestre del 2023, lo que ha causado que los venezolanos que regresaron a su país atraídos por la narrativa oficialista de recuperación se encontraran con una realidad muy diferente: una Venezuela más deteriorada incluso de la que salieron hace unos años. A ellos se suman los niños y niñas que fueron dejados al cuidado de sus abuelos, pero que ya se convirtieron en adolescentes y ahora cifran su futuro en el “sueño americano”. Una nueva oleada migratoria sale de Venezuela hacia EE UU, atravesando Colombia en dirección a la ruta del Darién o por la nueva ruta San Andrés-Nicaragua.

A la compleja situación venezolana se suma la ruta migratoria que asciende por Suramérica paralela a la corriente de Humboldt, proveniente del Golfo de Bengala y del Sudeste Asiático, que tiene como remanente otros flujos migratorios de Perú, Ecuador y la misma Colombia, a causa de los cambios políticos y la pérdida de confianza en las instituciones y economías de la región. Las caravanas migrantes ahora inician más al sur.

Desde el Estado colombiano, se ha reducido la capacidad institucional para hacer frente a esta situación, no hay una política pública para el manejo de la migración en tránsito, más allá de la respuesta reactiva e insuficiente de Migración Colombia en el norte de Antioquia. Se perdió la articulación entre el Gobierno Nacional con las autoridades departamentales y municipales para administrar la migración en tránsito, actuando solo hasta que se presentan los episodios de crisis y embudos de población tratando de llegar al Darién.

Tampoco hay una coordinación internacional, ni una estrategia de política exterior clara en la materia migratoria, las confrontaciones del presidente Gustavo Petro con los gobiernos de Perú y Panamá han dificultado la articulación regional y han aumentado los abordajes de contención. Incluso, la extensión de la frontera migratoria de EE UU a Colombia y la aceptación sumisa del Gobierno es un tema al que hay que prestarle atención. ¿A cambio de qué se usó el tema migratorio como moneda de cambio en la relación con EE UU?

La falta de diálogo y coordinación entre Colombia y Perú, los dos países con más población en condición de movilidad humana proveniente de Venezuela, ha significado una pérdida de recursos de cooperación internacional. En la última conferencia de donantes solo se recaudó la tercera parte de lo esperado, lo que resulta aún más preocupante, teniendo en cuenta que el año pasado no se organizó una conferencia de donantes para la atención de la diáspora venezolana, que, según los datos de la plataforma multiagencial R4V a corte del 5 de agosto del 2023, asciende a las 7.710.987 personas.

Dicha falta de voluntad política respecto al tema migratorio en la región, y especialmente en Colombia, es instrumentalizada por las organizaciones al margen de la ley que han aumentado su participación en la trata y el tráfico de migrantes como fuente de sus rentas. Hoy, dichas organizaciones hacen ofertas para cruzar el Darién, como si se tratara de un plan vacacional, engañando y sometiendo a la población a graves violaciones de los derechos humanos.

La desidia en el abordaje del tema migratorio es pasmosa: no se tiene noticia de avances en la reglamentación de la Ley Migratoria, no hay un responsable en el Gobierno colombiano coordinando la respuesta del Estado en la materia y se han vuelto costumbre los nudos de población en dirección al Darién al finalizar el verano en el hemisferio norte.

Migración Colombia no tiene capacidad, ni competencia, ni, lamentablemente, tampoco voluntad política para organizar una respuesta para administrar la migración en tránsito que cruza Colombia desde Venezuela y desde el Ecuador. La falta de liderazgo e interés por parte del Gobierno ponen en riesgo a ciudadanos venezolanos, ecuatorianos y colombianos que exponen su vida por el “sueño americano”.

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