Las nuevas alineaciones
Juan Manuel Camargo G.
El bitcóin ha tenido un año malo, afectado (en contra de lo que se esperaba) por los mismos factores que presionan a la baja los activos de riesgo tradicionales, como las acciones. A eso se sumó la reciente quiebra de TFX, una de las plataformas de intercambio de criptomonedas más grandes, que ocasionó pérdidas en cascada a múltiples inversionistas.
La situación impacta a El Salvador, cuyo presidente ha decidido “invertir” (¿apostar?) importantes sumas de dinero de su país en bitcoines.
Se estima que El Salvador ha invertido unos 120 millones de dólares en bitcoines, pero, según DW, ciudadanos de ese país afirman que no logran obtener información oficial, así que sus cálculos se basan en lo que dice Bukele en su cuenta de Twitter. El comportamiento del bitcóin permite deducir una pérdida del 60 % o más. Una mala inversión que el Gobierno de El Salvador trata de ignorar (diciendo que aún no ha liquidado la pérdida) o relativizar (diciendo que la pérdida equivale a un porcentaje menor del producto interno del país). El punto es que ningún otro país ha invertido en bitcoines en esa proporción, porque cualquier economista serio hubiera advertido que era una mala idea.
En enero del 2023, El Salvador deberá pagar 667 millones de euros para amortizar un eurobono. Sorpresivamente, el vicepresidente de ese país anunció que China ha propuesto comprar la deuda externa de El Salvador. El ofrecimiento no ha sido confirmado por parte de China, pero es seguro que los dos países se han acercado. Antes de Bukele, El Salvador rompió relaciones con Taiwán. Los dos países van a iniciar negociaciones para un tratado de libre comercio y China ya ha donado algunas obras importantes a El Salvador: un parque de diversiones, un estadio y una biblioteca.
Pienso que El Salvador se dirige hacia un régimen autocrático (algunos dirán que ya lo es) y lo clasifico como un régimen de derecha. Sin embargo, el perfil político hoy en día es difícil de determinar y ya no parece importar en términos geopolíticos. Lo cierto es que todos los regímenes autocráticos están gravitando hacia China, desde Rusia a Irán, pasando por África y América Latina. ¿Cuál es el tema que define la alineación? Los derechos humanos. Los regímenes autoritarios no quieren que nadie les reclame sobre derechos humanos. Su crítica más socorrida es que las potencias occidentales dicen defender los derechos humanos al tiempo que los vulneran (o, al menos, los han vulnerado en el pasado). Es la posición que adoptó Gianni Infantino, presidente de la Fifa, en su vehemente defensa de Qatar. “Lo que los europeos hemos estado haciendo durante los últimos 3.000 años, deberíamos disculparnos por los próximos 3.000 años antes de comenzar a dar lecciones morales” (CNN).
O sea que nadie tiene permitido abogar por los derechos humanos, al menos por 3.000 años. De acuerdo con DW, el presidente Bukele se queja de que EE UU le falta al respeto a El Salvador, al tiempo que elogia que la cooperación de China llega “sin ataduras”. Ahí está el meollo del asunto. Los regímenes autocráticos pueden esperar de China ayuda sin exigencias democráticas, porque China no defiende los derechos humanos, ni dentro ni fuera de sus fronteras.
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