Corte y Recorte
La Cámara Única
OSCAR ALARCÓN NÚÑEZ
Cada vez que un político quiere ganar adeptos, propone un congreso unicameral con la seguridad de que su propuesta no va a ninguna parte, pero gana prestigio. La verdad es que las dos cámaras, entre nosotros, no tienen ninguna justificación.
El sistema bicameral se impuso en el mundo, sin que tampoco tenga justificación, pero resultó tradicional en las democracias. Fue resultado de una lucha sin tregua de los señores feudales, primero, y posteriormente del pueblo contra los reyes ingleses. El primer choque se registró en 1215 contra el rey Juan de Inglaterra (conocido como Juan sin Tierra), quien se vio obligado a firmar la Carta Magna para favorecer a los barones rebeldes y a los jerarcas de la iglesia. Luego, en 1265, Simón de Monfort, jefe de la liga de los barones de la guerra civil contra el rey Enrique III, para contrarrestar la autoridad del monarca, hizo una convocatoria para una asamblea más amplia: dos caballeros por cada condado y dos burgueses por cada ciudad. De allí prácticamente surgió la Cámara de los Comunes. Quedaron, de una parte, la Cámara de los Lores y en la otra los representantes de las comunidades rurales y urbanas.
De ahí nace el bicameralismo. Muchos años después los padres fundadores de la Constitución de EE UU adoptaron el sistema para conciliar las dos posiciones existentes: los Estados mayores sostenían la tesis de la representación ponderada en proporción al número de habitantes, y los Estados menores, por el contrario, propugnaban por el principio de la paridad de los Estados miembros. Por eso la Cámara es el órgano representativo del pueblo y el Senado es el de los Estados miembros.
Nosotros adoptamos las dos cámaras, repito, sin ninguna justificación. En la Constituyente del 91 se debatió el tema y terminamos en lo mismo. El M-19 propuso la Cámara Única, mientras el gobierno de Gaviria, a través de su ministro Humberto de la Calle, así como el expresidente Misael Pastrana Borrero, lideraron el bicameralismo, posición que finalmente prevaleció.
La verdad es que no se justifican, pero se estableció que la Cámara representaba a los departamentos y el Senado a la nación, origen de este último que ha encarecido su elección. Pero, en la práctica, sirven para controlarse entre sí, lo cual es bueno.
La discusión no es esa. Es otra. Con tantos parlamentarios, hijos de exparlamentarios, ¿por qué no llamarles a nuestras cámaras, Cámara Junior?
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