Corte y Recorte
Santander y Márquez
OSCAR ALARCÓN NÚÑEZ
En el gobierno de Carlos Lleras Restrepo su ministro de Justicia, Fernando Hinestrosa, quiso ubicar entre el Capitolio y el Palacio de Justicia lo que pensó llamarse el Eje Ideológico de la Nación. Allí debían estar Rafael Núñez, en el parque exterior sur del Capitolio; Tomás Cipriano de Mosquera, en el parque exterior norte, mirando por detrás la estatua pedestre de Bolívar, del maestro italiano Tenerani, en donde aparece con la espada al suelo. Y este, a su vez, mirando a Santander vestido de civil y sentado junto a la célebre frase: “Las armas nos dieron la independencia y las leyes no darán la libertad”. Las dos primeras están y del último solo han permitido la frase.
Me aseguran que hay quienes en el Consejo de la Judicatura no desean darle cumplimiento a la ley de 1968, que patrocinaron Lleras Restrepo e Hinestrosa. Primero no querían que apareciera Santander y estuviera ausente un busto de José Ignacio de Márquez, gran jurista y padre del Partido Conservador. Lo lograron y ubicaron a Márquez, con tan mala suerte que fue descabezado durante el holocausto del Palacio de Justicia.
Restauraron el busto y mientras reconstruían el Palacio lo ubicaron provisionalmente en el Museo Nacional, cuando lo dirigía Elvira Cuervo de Jaramillo, de su descendencia. Luego regresó al Palacio, en donde se encuentra a la entrada de la Corte Suprema de Justicia. Pero nada que cumplen la ley en lo que tiene que ver con Santander.
¿Por qué será? Por razones políticas. O porque no quieren que Santander y Márquez estén cerca, sobre todo en ese sitio, hoy Palacio de Justicia y antes la casa de las hermanas Ibáñez. Cuentan que, por allá en 1835, Santander fue a visitar el día de su cumpleaños a Nicolasa Ibáñez, viuda de Antonio José Caro, con quien tenía un romance, y allí encontró a José Ignacio de Márquez. Indignado por la presencia de quien en ese momento consideró como un intruso y poseído de incontrolables celos, alzó a Márquez, que era de pequeña estatura, y pretendió lanzarlo por la ventana del segundo piso hacia la calle. Doña Nicolasa, con la energía propia de su carácter, tomó del saco levita a Santander y con decisión le impidió lo que pretendía hacer. Santander, sin pronunciar palabra, se fue del lugar. Y desde entonces no lo han dejado regresar para que haga parte del Eje Ideológico de la Nación, como lo quisieron Lleras Restrepo e Hinestrosa.
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