Anecdotario Político
Anecdotario político
Benjamín Ardila Duarte
La desigualdad social de Colombia, trabajada por economistas y serias plumas, acaba de presentarla el profesor Diego Otero, así: “La distribución de ingresos y de capital es bastante desigual en Colombia. Primer estudio 1951. Los resultados de 1934 a 2014 muestran que la distribución empeoró a comienzos de los noventa en el siglo pasado. El índice de Gini de los ingresos está por encima de 0.52, uno de los peores del mundo e igual de pésima distribución del capital y de la tierra. La distribución factorial señala que la participación del trabajo ha venido disminuyendo a favor del capital”. Buen informe para quienes quieren reducir hasta el salario mínimo.
El presidente Alberto Lleras, ya elegido, en el teatro Patria en 1958, dijo: “Las fuerzas armadas no pueden tener partido. En cambio una sociedad civil sin partidos no existe, ni puede operar una democracia sin ellos. Todo el mundo tiene un concepto sobre lo que debe hacerse en el gobierno. Esos conceptos no pueden prevalecer todos en el gobierno, puesto que son contradictorios. Haciendo un promedio entre ellos, transacciones y concesiones, las gentes se aglomeran en partidos, y con ellos gobiernan, o con ellos se oponen al gobierno. El partido es un canal de opinión”.
Para orientar la política, en el Estado Moderno, Alzate Avendaño decía hace medio siglo: “Fijar la posición en política, por encima de las oscuridades, es tan importante como en un barco perdido en la mitad del mar. Algunos se guían por el gesto de una estrella. Francis Delaisi dice que el barco no puede orientarse por el color de las olas, ni por vientos y corrientes. Explora el cielo y averigua el lugar del planeta donde se encuentra, ve el lugar exacto del navío. Ve la latitud y longitud. No debe perderse y las coordenadas lo ubican. Lo mismo ocurre en la Administración Pública, y en la actividad política”.
El ministro Esteban Jaramillo fue titular de todas las carteras entre 1903 hasta 1934, con cortas vacaciones no remuneradas. Por ello dijo, al salir para siempre de la Administración en agosto de 1934: “Los ministros y todos los hombres públicos no deben abandonar nunca el contacto con el asfalto para no sufrir decepciones dolorosas cuando salen del cargo al cual se arraigan muchos con locura”.
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