Anecdotario político
Benjamín Ardila Duarte
El economista Caballero Argáez dice, con argumentos concluyentes, que sin exportar no hay futuro. Exportar aguacate, cacao y carne inicialmente. No gravar las remesas de compatriotas que trabajan en el exterior. Ello para amortizar la asombrosa deuda externa. Las regalías solo llegan parcialmente a departamentos y municipios olvidados, pero Planeación, la Esap y Función Pública podrán elaborarles los planes de inversión. El mayor precio del petróleo quedó en las grandes perforadoras y la bonanza cafetera llega, desde 1975, a las cerca de 40 empresas exportadores y no a las cooperativas cafeteras y a las 555.692 familias cultivadoras de café.
El precio elevado de gaseosas y alimentos subió la canasta familiar y devoró el salario mínimo de un millón. A grandes males grandes remedios: más mercados campesinos y cooperativas multiactivas deben llevar, directamente, los productos del agro al consumidor. La cadena de intermediarios y supermercados se queda con el trabajo del agricultor y con el ingreso del consumidor.
El expresidente Juan Manuel Santos sostiene que legalizar la droga es el único camino para quitarles a las mafias su poder y su dinero. Hace cien años lo logró EE UU, eliminando la prohibición en el comercio del licor. Pues bien: si medio siglo de lucha contra las drogas, con el modelo pregonado por Nixon, no marcha, el mundo entero debe pensar alternativas audaces como la propuesta por Santos.
En reportaje final, el presidente Iván Duque definió al aspirante Sergio Fajardo como el candidato eterno. Hasta 1974, los dos presidentes Lleras, Misael Pastrana, Echandía y Turbay no creyeron en la posibilidad de Alfonso López Michelsen y, con más votos que todos sus antagonistas, asistieron a su posesión el 7 de agosto. La pareja de Sergio Fajardo es descendiente de ocho expresidentes de Colombia. Extraños presagios dirán los brujos.
Don Julio Holguín Arboleda, en su libro Mucho en serio y algo en broma, habla de la enseñanza de la historia en Colombia, materia que no aprendió en San Bartolomé. Sobre la Independencia, la dictaba un jesuita español carlista que consideraba a Santander y a Nariño renegados y desafectos a la madre patria. Solo admiraba a Churruca y a Zumalacárregui, guerreros españoles. “Nuestra generación tenía conceptos erróneos que solo pudimos revaluar y modificar en el transcurso de los años”, escribió Holguín.
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