Al Margen
Copiar no es un acto de alabanza
08 de Agosto de 2011
Copiar, mezclar y difundir información no pueden considerarse como actos de alabanza o adoración, aunque quienes los practiquen entren en un trance meditativo.
A esa conclusión llegaron las autoridades suecas, al negar, por segunda vez, la posibilidad de que una sección del Partido Pirata europeo (fundado en el 2006 en defensa del libre intercambio de archivos en la web) se constituya como iglesia legalmente reconocida por el Estado.
“La copia es algo sagrado y bueno”, explica Isak Gerson, director misionero de la Iglesia del Kopimismo, que deriva su nombre del movimiento en línea Kopimi (del inglés copy me), integrado por personas que no tienen problema con que la información que publican en internet sea copiada, mezclada y difundida por otros.
Para Gerson, la decisión de la Agencia de Servicios Jurídicos, Financieros y Administrativos de Suecia es decepcionante, pues, hace un tiempo, habían llegado a un acuerdo para que los “kopimistas” pudieran ser una iglesia, si cumplían con una serie de requisitos.
Lo cierto es que los adoradores de la copia no lograron reunir las condiciones exigidas por las autoridades ni justificar por qué debían ser considerados como una comunidad con credenciales para el servicio religioso.
Pero la decisión administrativa no desmotiva a Gerson ni a los fieles “kopimistas”: “Vamos a continuar con nuestro trabajo y con el reclutamiento de miembros, aunque el Estado no nos apruebe”, aseguran. Con ese fin, el movimiento creó un portal web en el que expone sus principios y objetivos. |
Sobre los fundamentos “todo el conocimiento, para todos”, “la búsqueda del conocimiento es sagrada”, “la circulación del conocimiento es sagrada” y “copiar es sagrado”, los “kopimistas” consideran que la copia es el más bello de los ritos: “Que su información sea copiada es una muestra de agradecimiento, de que alguien cree que ha hecho algo bueno”, afirman.
En su fe, la comunicación es primordial. Todas las personas deben tener acceso a toda la información que se produce. Por eso, afirman que su religión se opone a la de los “creyentes en los derechos de autor”, a quienes desafían y critican por afianzar su poder político mediante la limitación de las libertades individuales, en especial del acceso al conocimiento.
“Nuestros adversarios quieren destruir internet, porque internet es la comunicación y la comunicación es la difusión del conocimiento”, advierten.
La idea evangelizadora es clara: cada misionero “kopimista” debe influir en las personas de su entorno, para que adopten una vida “kopimística” y promuevan leyes y sistemas compatibles con el sagrado derecho a la copia. Ese mandato misionero o “gran comisión” también incluye el deber de abogar por que ocultar los códigos fuente de los programas informáticos se considere ilegal y por que las barreras de acceso a la información sean eliminadas.
“Todo creyente transmite todo el conocimiento a toda persona, sin excepción”, reza su credo. De hecho, cada “kopimista” está en total libertad de usar las herramientas que tenga a su disposición para copiar y distribuir información a través de la red, siempre y cuando no acuda a la violencia o a la destrucción de los bienes ajenos.
En todo esto, los “kopimistas” son guiados por sacerdotes, encargados de la atención individual y la confesión pastoral, bajo un estricto secreto profesional, así como del crecimiento personal y la formación en los valores “kopimísticos”.
Aunque a los fundadores de esta seudoconfesión no se les escapó detalle, el Gobierno sueco no quedó convencido de su carácter eclesial. Perdida la batalla en las urnas, la lucha por la reivindicación del derecho a la copia tampoco podrá darse en el terreno de las almas.
(Fuentes: thelocal.se y kopimistsamfundet.se)
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