Anecdotario político

Benjamín Ardila Duarte

El siquiatra y profesor López de Mesa, al aplicar su ciencia a los hombres de Estado, dice que Bolívar, con un tatarabuelo negro, y Santander, con una tatarabuela cacica de Moniquirá, tenían que interpretarse con muchas restricciones, a pesar de que ambos persiguieron un mismo objetivo patriótico sincera y noblemente.

La misión de España en el mundo la expresó el escritor López de Gómara así: “En acabándose la conquista de los moros, que había durado más de 800 años, se comenzó la de los indios, para que siempre peliasen los españoles con infieles y enemigos de la santa fe de Jesucristo”.

D. B. Windham Lewis, al hablar de política y religión recuerda: La publicación de una Bula hecha por el papa Pablo III, el 2 de junio de 1537, referente a los indígenas de América, fue una sorpresa dentro del mundo cristiano, para el cual estaba concebida. Por esa Bula se enteró Europa de que esas extrañas figuras de color chocolate eran, con sus salientes pómulos y sus ojos altos y rasgados, seres racionales capaces de recibir todos los sacramentos, y dignos, ante Dios, de los mismos derechos humanos de un hidalgo español o que el alcalde de Londres.

El inolvidable profesor del Instituto de Ciencia Política de París André Siegfried anotó que en América Latina faltaba respeto por el Derecho, la ley y la Constitución. Advertía: “Yo no he oído jamás hablar tanto de constitución como en esos países donde es diariamente violada. Eminentes juristas discuten y concienzudamente la significación de los textos de los cuales se burlan los políticos. Y si uno se ríe, los doctores señalan con el dedo los artículos que constituyen la garantía del derecho. La ley no tiene majestad sino en las palabras. Confesémoslo, la fuerza es la que cuenta”.

Dicen los ingleses que la política existe y se da en función del elemento humano, y si este es movedizo y cambiante, lo mismo ocurre con aquella. La política es un proceso de crisis perpetua, ya que continuamente se está renovando la materia prima que le sirve de base. Por ello, el diagnóstico médico es más fácil que el diagnóstico político.