26 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 6 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Candidatos y tributaria

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Juan Camilo Serrano Valenzuela

Abogado y asesor tributario

jcserranov@jcsvabogados.com

 

Ante las dificultades fiscales que se avizoran los próximos años, como consecuencia de un excesivo gasto del Estado para mitigar exitosamente las graves consecuencias de la pandemia y la inflación originada, según afirma el Dane, en los paros, la situación internacional, la quiebra de productores de alimentos y los altos costos de producción, será el sistema tributario una herramienta fundamental para encauzar la economía hacia el crecimiento sostenido que los colombianos anhelamos.

 

Son variadas las propuestas de los candidatos presidenciales que pretenden el ajuste del sistema: desde la negativa a tramitar reformas tributarias planteada por el candidato Rodolfo Hernández, hasta el cambio de modelo económico, sustentado en los impuestos, que promete el Pacto Histórico.

 

Otras propuestas más realistas y moderadas pretenden ajustes necesarios para obtener los recursos requeridos, y utilizar el sistema con fines recaudatorios, pero también como un instrumento de estímulos de desarrollo.

 

El Pacto Histórico, por ejemplo, propone una revolución rural fundada en la dirección estatal de la producción agropecuaria, mediante un catastro multipropósito, cargas impositivas que dirijan la vocación de la tierra en subregiones estratégicas, y la aplicación de cargas tributarias prediales o la venta al Estado de las fincas para su entrega a las comunidades.

 

Ya se había planteado informalmente que la compra sería mediante títulos, quién sabe en qué condiciones, lo que es un mecanismo expropiatorio con traje decorado de respeto por los derechos de propiedad, y el regreso a una economía cuasifeudal, bajo la tutela del Estado.

 

En las ciudades, resulta preocupante la intervención en el mercado de la tierra para financiarse mediante la profundización de la plusvalía, lo que parece, más que un proyecto, una seria amenaza a los propietarios de predios urbanos, de habitación y comerciales.

 

En materia del impuesto sobre la renta, se centra el programa en la eliminación de beneficios, en lo que coincide la generalidad de las campañas, si efectivamente carecen de justificación.

 

Propone eliminar rentas cedulares, como si en la práctica dicha distinción todavía fuera relevante, gravando los dividendos a las tarifas generales de las personas naturales.

 

El gravamen a los dividendos, que se han defendido con anterioridad en esta columna, tiene por objeto gravar a las personas físicas, estimulando el crecimiento empresarial, mediante la conservación de las utilidades para mayor generación de riqueza.

 

Nada más contrario a la política de estímulo al crecimiento, herramienta que he defendido en otros escritos, que obligar a distribuir para consumo las utilidades, en proporciones del 70 %, generando tarifas efectivas superiores al 65 %, y la consecuente eliminación de la iniciativa societaria por inviable. Se equivocan, por candidez o por desconocimiento del sector productivo.

 

Prohíbe, además, inversiones en el exterior a funcionarios y contratistas, como si fuera posible luchar exitosamente contra la globalización, y regresar a sistemas de proteccionismo económico, pretendiendo proporcionar recursos por cerca de 65 billones de pesos adicionales (5,5 % del PIB), lo que resulta claramente ilusorio.

 

La candidatura de la coalición Equipo por Colombia, por su parte, propone la libertad empresarial para generación de riqueza, impulsar el crecimiento económico en el 2,94 % adicional, y generar recursos por el 1,2 % del PIB en recaudo por cada punto adicional de crecimiento (cerca de 3,6 puntos), inferiores a los propuestos antes, pero acompañados de crecimiento y generación de riqueza, lo que resulta más lógico y posible.

 

Lo anterior, acompañado de simplificación normativa, de tributos nacionales y territoriales.

 

La coalición de la Esperanza, por su parte, pretende aumentar el recaudo en 2,7 puntos del PIB, gravando el patrimonio, incrementando el impuesto a los dividendos en un 50 %, mayores gravámenes a personas naturales (que hoy ya está en cerca de las 2/5 partes del ingreso) y profundizar los impuestos “saludables”.

 

En conclusión, se trata de propuestas irrealizables unas, con efectos perversos en el mediano plazo otras y, en algunos casos, una invitación al regreso a sistemas económicos medioevales, con las ilusiones intactas, como las tenía la lechera a quien, por soñadora, quebró su cántaro para siempre.

 

No en vano decían las abuelas que “para cada embustero hay un iluso que le cree”.

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