La alta inflación de EE UU como efecto rebote de la pandemia
Jorge Arango Velasco
Profesional en Finanzas de la Universidad Externado de Colombia
Magíster en Finanzas de la Universidad de Murcia
El pasado mes de abril, se registró la tasa de inflación (8,5 %) más alta de los últimos 40 años, situación que repercute en todos los mercados internaciones, dado que el dólar es la unidad de comercio y tasación de innumerables transacciones, como las del petróleo, el carbón, el gas, el café y muchas más.
El origen del desbordado aumento de los precios obedece a los efectos de la pandemia del 2020, en la cual los confinamientos ocasionaron en EE UU un recorte en puestos de trabajo superior a los 22 millones de personas, haciendo que la producción económica se desplomara en un 3,5 % durante el año 2020, la peor contracción desde 1946.
El Gobierno de EE UU reaccionó con enormes inyecciones de dinero a la economía, entre las que se encontró un paquete de ayudas por más de 1,9 billones de dólares, entregados en cheques de 1.400 dólares a las familias y la intervención de emergencia del Banco Central de los Estados Unidos (FED), que recortó las tasas de interés e implementó otras medidas de expansión económica.
El éxito en las campañas de vacunación en el país fue el último acontecimiento que provocó la confianza suficiente en los consumidores para regresar a los restaurantes, bares, centros comerciales y aeropuertos, llevando al mercado a una reactivación económica en general.
Así fue como los negocios pasaron de estar en apuros por la falta de ventas de sus productos y una demanda reducida, a una situación donde los consumidores se encontraban ansiosos de comprar y consumir todo aquello que no habían comprado y consumido durante la pandemia.
Este recalentamiento llevó a que los empresarios no pudieran encontrar rápidamente personal para cubrir todas sus vacantes, ni comprar suministros suficientes para satisfacer los pedidos, pues, a medida que los negocios se recuperaban en el país norteamericano y en el mundo, los puertos y estaciones logísticas tenían problemas para manejar el tráfico de mercancía, llegando a colapsar las cadenas globales de suministro. La mayor demanda de mano de obra y la escasez de suministros terminaron en un aumento de los costos de producción, los cuales se trasladaron a los productos y servicios, ocasionando un incremento en el precio a los consumidores.
A este escenario estructural se le suman los efectos coyunturales del conflicto entre Ucrania y Rusia, el cual ha encarecido los productos químicos provenientes de Rusia y el valor de los combustibles, que, al transarse de forma global, inciden en el precio de la gasolina en EE UU, la cual ha llegado al techo histórico de 4,33 dólares, equivalente a aproximadamente 17.000 pesos.
Esta elevada inflación en los precios probablemente continúe mientras las compañías sigan teniendo problemas para satisfacer la demanda de productos y servicios. Se pronostica que la inflación en EE UU permanecerá por encima del objetivo de la FED del 2 % para los próximos años, llegando a expectativas del 3,7 %.
Ahora bien, Colombia también se ha visto afectada por esta situación, dado que, de la canasta básica de alimentos, con la cual el Dane calcula la inflación, el 16 % de los productos que la componen corresponde a importados.
Pero el alivio a los altos precios podría estar en camino. Las atascadas cadenas de suministro han comenzado a mostrar algunos indicios de mejoría, en la medida en que los despachos han empezado a cumplirse. El Gobierno de EE UU ha anunciado la liberación de crudo en sus reservas estratégicas de producción, y se observa el cambio radical en la estrategia de la FED, alejándose de las políticas de expansión económica para implementar medidas de mayor combate a la inflación.
Cada una de estas estrategias en conjunto ayudan a combatir el acelerado aumento de los precios. Además, por sí misma, la inflación está reduciendo el poder adquisitivo de los hogares y eso obliga a los consumidores a recortar sus gastos y, por consiguiente, la demanda de productos.
En conclusión, estamos viendo el resultado del rebote de la pandemia, donde todo el consumo postergado, los alivios y las ayudas, están dando pie a una demanda económica sin precedentes. Sin duda, podemos decir que las medidas que se tomaron para reactivar la economía, funcionaron… y, quizás, funcionaron en exceso.
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