Opinión / Ámbito del Lector
La retórica de la mentira
24 de Febrero de 2016
La calumnia, la mentira y la adulteración del lenguaje son hechos que hunden sus raíces en lo más profundo de la naturaleza humana, dejando en evidencia su lado más oscuro, que deja entrever cómo, desde tiempos remotos, se emplea la falsedad para descalificar o deshacerse del otro.
La mentira parece ser un rasgo exclusivo del ser humano. Nuestra especie ostenta el nada honroso monopolio del embuste, que no parece extenderse a otros animales, salvo aquellos antropomórficos seres que aparecen en fábulas y cuentos.
Cuando se repara en las mentiras de fabulistas y cuentistas se aprecia que, al menos, conducen a una aleccionadora moraleja. En Esopo siempre salen escarmentados los zorros y los monos mentirosos. A los niños mentirosos no les va mejor, al pastorcito los lobos lo dejan sin ovejas, y del final original del pobre Pinocho en el cadalso, mejor ni hablar.
Un cuento, una fábula o una ficción cualquiera pueden incitarnos a las más profundas reflexiones y cavilaciones, cosa que, infortunadamente, no sucede con las mentiras reales que se han presentado y vienen presentando en casos como los de Nancy Patricia Gutiérrez, Juan Fernando Velasco y Luis Alfredo Ramos, quienes han sido víctimas de pastorcitos mentirosos y marionetas embusteras, que disfrazados bajo la apariencia de “inocentes testigos” relatan las más enrevesadas mentiras con apariencia de verdad.
Frente a estos lamentables casos, la reflexión y la denuncia, más que obligaciones, se convierten en imperativos morales que impiden nuestra conversión en cómplices de los sicarios morales que se han puesto al servicio de la mentira y el silencio.
Luis Gustavo Moreno R, doctor en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda
N. D. El autor ha sido defensor de Luis Alfredo Ramos, Nancy Patricia Gutiérrez y Luis Fernando Velasco.
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