15 de Julio de 2024 /
Actualizado hace 2 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Al Margen

Pesadilla monetaria

194271

Juan Manuel Camargo G.

En Nigeria se está desarrollando una historia como de película de desastres, que ejemplifica el impacto, los riesgos y las incertidumbres de malas decisiones de política monetaria.

Nigeria es un país impresionante: 213 millones de habitantes, PIB de 472 millardos de dólares, la cuarta mayor economía de África (hace pocos años, era la primera). En el papel, es una democracia, pero su récord en corrupción y en derechos humanos no es bueno. Además, es el octavo productor de petróleo del mundo, industria que representa el 60 % de la renta gubernamental y el 90 % de las divisas extranjeras. Sin embargo, la pobreza energética es un problema grave en el país, al punto de que millones de nigerianos carecen de acceso a la electricidad.

Nigeria tiene una economía informal que, según Bloomberg (febrero del 2023), asciende a 220 millardos de dólares. La economía informal gira alrededor del efectivo que la gente mantiene fuera del sistema financiero y cuyo monto total se duplicó entre el 2015 y el 2022.  Alarmado por esta situación, el gobierno de ese entonces convocó a un referendo nacional en el 2021 para buscar la aprobación de una moneda digital (la “eNaira”). De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la eNaira usa la misma tecnología de cadena de bloques que bitcóin o ethereum y, como ellos, se almacena en billeteras digitales. Sin embargo, el eNaira se diseñó de modo que el Banco Central tenga controles de acceso y, además, no se cotiza autónomamente, sino que su valor depende del naira (la moneda oficial nigeriana), en términos de estricta paridad. En paralelo, la comisión de valores de Nigeria asumió el control de los activos digitales y exigió que las plataformas (los exchange, como Binance) que operaran en Nigeria obtuvieran un permiso y cumplieran otros requisitos. Las regulaciones no se implementaron, de modo que ningún exchange pudo siquiera solicitar una licencia, según Binance.

El 99,5 % de los ciudadanos nigerianos votaron en contra en el referendo, a pesar de lo cual el gobierno nigeriano, liderado por el presidente Muhammadu Buhari, procedió a lanzar el eNaira en octubre del 2022, mediante una orden ejecutiva. Peor aún, el mismo mes el Banco Central de Nigeria (CBN, por su sigla en inglés) anunció la orden de reemplazar los viejos billetes de 200, 500 y 1.000 nairas por otros nuevos a mediados de diciembre del 2022. Supuestamente, los nuevos billetes frenarían la falsificación y lograrían otros objetivos grandilocuentes, pero la verdad es que la medida se dispuso para reducir la cantidad de efectivo en manos de particulares. Se decidió que los viejos billetes de alta denominación solo se cambiarían por nuevos billetes de valor inferior a 200 narias, pero no se emitieron suficientes nuevos billetes, lo cual generó largas colas ante los bancos, enojo de los ciudadanos y un próspero mercado negro que comerciaba con la nueva moneda. A la postre, el gobierno (bajo el mando de un nuevo presidente) no tuvo más remedio que permitir nuevamente la circulación de los viejos billetes y ordenó investigar al banco central, lo que desembocó en la detención del exgobernador del organismo.

Este cúmulo de errores ha llevado a desastrosos resultados para la economía nigeriana, dentro de los cuales cabe mencionar una inflación galopante (33,95 % mensual en mayo del 2024), una profunda devaluación (en junio del 2023, 464 nairas compraban un dólar y hoy se necesitan 1,535,4 nairas), la deuda del país se situó en torno al 38 % y el 40 % de su PIB y el servicio de la deuda (pagos de intereses y amortizaciones) va en aumento. En julio del 2023 se declaró el estado de emergencia por motivos de inseguridad alimentaria. El CBN animó a los nigerianos a “explorar otros canales de pago como eNaira, TPV, transferencia electrónica, dólares, banca por internet y operadores de dinero móvil” (cashessentials.org), pero la gente (como el agua) siempre encuentra su propio camino y este fue el de recurrir al trueque y aprovisionarse de dólares y criptoactivos. Lo más surreal es que se han popularizado juegos digitales que prometen generar ganancias en la medida en que los usuarios jueguen. Según Vanguard (un periódico nigeriano), es común ver personas que pasan todo el día jugando en sus teléfonos inteligentes, desesperadas por ganar algún dinero: “La gente aprovecha mientras rezan, en mezquitas e iglesias. Los niños juegan bajo los pupitres en la escuela. Los dolientes juegan en los funerales”.

¿Qué se puede aprender de esta crisis? Aldous Huxley dijo alguna vez: “Que los hombres no aprenden mucho de las lecciones de la historia es la más importante de todas las lecciones que la historia tiene que enseñar”. Lo que hay que aprender es que los políticos son incapaces, los mandatarios son incapaces, 200 millones de personas sufren por la ineptitud de sus gobernantes y no pueden hacer nada al respecto, porque las estructuras de poder están diseñadas para mantener esa iniquidad. Y la misma conclusión aplica para todos los países de este planeta. Lo único que cambia es el grado de ineptitud, el número de habitantes y las clases de sufrimiento.

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