El fondo de pensiones de Noruega
Juan Manuel Camargo
De acuerdo con el Banco Mundial (2020), el PIB de Colombia era, aproximadamente, de 271.500 millones de dólares, con una población de unos 50,8 millones de habitantes, mientras que el PIB de Noruega ascendía a unos 362.198 millones de dólares, con una población diez veces menor (5,3 millones de habitantes). Por esta razón, el PIB per cápita de Noruega es mucho mayor que el de Colombia (67.329,7 dólares versus 5.334,6, dólares, respectivamente).
Noruega, además, posee un fondo cuyo valor se estima en más de 1.300.000 millones de dólares, lo que sería equivalente al PIB anual de países como España, México o Brasil; es el Fondo Global de Pensiones del Gobierno (GPFG, por su sigla en inglés), también conocido como Fondo del Petróleo (Oil Fund).
Según se lee en la página web del gestor del GPFG (www.nbim.no), en 1969 se descubrió frente a Noruega uno de los yacimientos petrolíferos marinos más grandes del mundo, lo que hizo crecer la economía dramáticamente. Para evitar desequilibrios (como la llamada “enfermedad holandesa”), en 1990 el parlamento de ese país creó el GPFG, con la directriz de que sus recursos solo deberían invertirse en el extranjero. Los primeros dineros se depositaron en 1996 y, a hoy, este fondo posee casi el 1,5 % de todas las acciones que se cotizan en las bolsas del mundo, lo que significa que tiene participación en más de 9.000 empresas; además, posee cientos de edificios en las principales ciudades, en sitios tan codiciados como Savile Row y Regent Street (Londres), Times Square (Nueva York) y los icónicos Campos Elíseos de París. Gracias a estas inversiones, aunque los ingresos de la producción de petróleo y gas de Noruega se transfieren en su totalidad al fondo, estos depósitos representan solo menos de la mitad del valor del mismo. La mayor parte de su valor lo ha ganado invirtiendo en acciones, renta fija, bienes raíces e infraestructura de energía renovable.
¿Y cómo se gasta ese dinero? La primera directriz es no gastarlo. La misión del fondo es garantizar que la riqueza nacional de Noruega dure el mayor tiempo posible. El objetivo de Norges Bank, como gestor del fondo en nombre del pueblo noruego, es generar la mayor rentabilidad posible, con un riesgo moderado, para que el fondo crezca y perdure. Los recursos del fondo solo pueden transferirse al presupuesto nacional previa decisión del Parlamento. Desde el 2017, la tasa de rendimiento real esperada del GPFG se fijó en el 3 %, y solo las sumas equivalentes a este porcentaje se transfieren anualmente al gobierno de Noruega (es decir, se transfieren las ganancias y no el capital). Si, en un año, hay superávit en las cuentas nacionales, el mismo se transfiere al fondo. Si hay déficit, este se cubre con dinero del fondo. En otras palabras, las autoridades pueden gastar más en tiempos difíciles y menos en los tiempos buenos. Ante la reciente crisis económica mundial causada por la pandemia del covid-19, el GPFG aportó unos 20.000 millones de dólares en exceso de lo que el gobierno había presupuestado para ese año.
En el mundo hay otros ejemplos de fondos similares, pero son muy pocos (y no tan exitosos). Uno se pregunta por qué no todos los países hacen lo mismo, si ya Noruega nos enseñó qué se debe hacer y cómo hacerlo.
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