25 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 1 día | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

A Capela

Recordando a Ruth Bader Ginsburg

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Juan Martín Fierro

Escritor y abogado

www.juanmartinfierro.com

El pasado 15 de marzo se cumplieron 90 años del nacimiento de Ruth Bader Ginsburg, una de las juristas más influyentes del mundo, reconocida por su enorme contribución a la igualdad de género en EE UU como abogada independiente, docente y magistrada, durante 27 años, de la Corte Suprema de ese país.

En una de sus últimas entrevistas (falleció el 18 de septiembre del 2020), concedida a la serie documental Live to Lead, que puede verse en Netflix, Ginsburg hace un breve recuento de lo que fue su vida como mujer y abogada. En 1956, fue una de las nueve mujeres (de un curso de 500 hombres) que ingresó a estudiar Derecho en la Universidad de Harvard. Para ese momento, ya era madre de una niña de un año de edad. Al asistir a una cena ofrecida por el decano a un grupo de estudiantes en su residencia, este se dirigió a las estudiantes mujeres para preguntarles: “¿Por qué están en la Escuela de Derecho de Harvard tomando el lugar de un hombre?”. Ese mismo decano le negó la solicitud que presentó para cursar un año de su carrera en la Universidad de Columbia, debido al traslado de su esposo a Nueva York por cuestiones laborales. Tras graduarse en 1959 como la mejor estudiante de su promoción en esta última universidad, encontraría nuevos obstáculos en su camino: “Me fue bien en la facultad, pero no había ni un solo bufete en Nueva York que me ofreciera un trabajo (…). Tenía tres cosas en contra: una, que era judía, en una época en la que había mucho antisemitismo; la segunda, que era mujer; y la tercera, que me descalificaba totalmente para cualquier trabajo, es que era madre”, recuerda Ginsburg.

En otro momento de la entrevista, se muestran apartes de su intervención en un debate en el Congreso estadounidense, donde expuso con claridad la forma en la que el poder legislativo discriminaba a las mujeres a partir de una errada concepción masculina del rol femenino en la sociedad: “En la época de las leyes protectoras, el poder legislativo se usó mucho y decía que se restringirían los horarios de las mujeres, mas no los de los hombres; el trabajo nocturno de las mujeres, pero no el de los hombres; el acceso a la fuerza laboral de las mujeres, no de los hombres. Porque somos más sabios, podemos protegerlas, pensaban. Protegerlas de condiciones insalubres e inseguras, y, sobre todo, de trabajos que pagan el doble siendo similares. Es claro que la legislación sí que se ha esforzado por proteger a las mujeres”. Lo que en realidad sucedía es que se protegía a los hombres de la competencia femenina al amparo de un discurso machista y de unas leyes discriminatorias.

Mucho tiempo después de aquella cena desafortunada en casa del decano de Harvard en los cincuenta, Ginsburg recibió un título honorario de esa universidad en el 2011. Cuatro años más tarde, le fue entregada la Medalla Radcliffe de Harvard. A su muerte, el decano de la Escuela de Leyes de esa institución, John F. Manning, declaró: “Fue una de las abogadas más impactantes del siglo XX, cuya histórica labor en litigios contra la discriminación de género y la igualdad de derechos para todos, abrió puertas para incontables personas y transformó nuestra sociedad. Fue un ser humano inspirador y corajudo. Hemos perdido a una gigante”. A ella y a las mujeres que continúan su legado, toda mi admiración y reconocimiento.

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