21 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 9 minutos | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Cine y Derecho

Perry Mason para una época oscura

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José Wilmar Patiño Ballesteros

No existe la justicia verdadera, solo la ilusión de justicia. Existe la fantasía de que la verdad siempre prevalece, en la que los malos son atrapados y los buenos juzgan. Así, con cierto cinismo, empieza la segunda temporada de Perry Mason (HBO), el personaje literario que se convirtió en el abogado más visto de la televisión estadounidense, muchísimo antes de Saul Goodman, Alicia Florrick o Ally McBeal, por solo nombrar a algunos abogados exitosos de la ficción.

Y es que Perry Mason tuvo nueve temporadas en la televisión estadounidense (entre 1957 y 1966) y revivió en la década de los ochenta con 30 películas como el abogado más efectivo del sistema legal, pocos casos perdió, en un país que adora los dramas judiciales y ha contagiado al mundo ese gusto.

Ahora que estamos aclarando quién fue primero, vale decir que antes de John Grisham estuvo Erle Stanley Gardner, abogado escritor que dedicó 40 años a publicar las obras en las que Mason surgió, en el año 1933.

¿Pero por qué sería llamativo para las actuales audiencias un personaje creado hace casi 100 años? ¿Acaso el ejercicio del Derecho no es otro, en tiempos de virtualidad de la justicia e inteligencia artificial?

En el año 2020 se revivió al personaje y la serie de HBO causó sorpresa por su tono oscuro y cruel, pero también por su bella recreación de Los Ángeles (EE UU) en los años treinta; su color, música y textura evocan una época de recesión económica, racismo, violencia contra la mujer y abuso de migrantes, compleja para una nación que aun lucha contra esos fantasmas. Ahí está, es una observación social de los debates del siglo XXI presentados en otra época.

La primera temporada sirve como introducción a un personaje traumatizado por la guerra que malvive trabajando como investigador privado y apenas le alcanza para la bebida, pero que se involucra en una investigación por el asesinato de un bebé y descubre la corrupción policial y su connivencia con poderes que no buscan la verdad, sino, en una parodia de sistema judicial, condenar al menos afortunado para poder seguir con sus negocios.

Mason es un hombre perdido que encuentra en la búsqueda de justicia su objetivo vital, y el espectador será retado durante dos temporadas a ver la forma como se oculta la verdad y se construye la injusticia. No es complaciente y tal vez ese es su valor principal, un contraste frente a tantas series en las cuales siempre triunfa el bien.

La segunda temporada, estrenada en marzo, nos trae a un personaje ya consolidado como abogado que necesita mantener a flote su oficina y pasa de casos criminales al derecho civil, una incomodidad se dibuja su rostro. Aunque encuentra un rumbo, la sociedad siempre le garantizará la decepción.

Acorde con el espíritu de la serie, la mala noticia es que HBO anunció que no habrá temporada tres para Perry Mason, lo que no impide disfrutar este logrado producto audiovisual. Confiemos en que vendrán nuevas versiones de un abogado que se niega a desaparecer.

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