Migración Colombia
Juan Manuel Camargo G.
Hasta hace poco, inundaba YouTube la publicidad del abogado de inmigración de EE UU que ayuda a obtener visa de residente en ese país. El Tiempo, incluso, publicó una nota en que se preguntaba quién era ese “gringo intenso”, y el gringo intenso la aprovechó para sacar otro comercial (en la publicidad, todo vale). Sin embargo, el gringo intenso no es, en mi opinión, la noticia. Lo preocupante es el dato en el que el gringo intenso basó su campaña: el 50 % de los colombianos quiere emigrar a otro país. Si han cerrado el comercial antes de llegar a esa parte, vale la pena que mediten sobre ello.
Un reporte del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) revela que 547.000 colombianos se fueron del país en el 2022. Esta cifra es muy superior al promedio anual (que es alrededor de 200.000) y, para que nos hagamos una idea de su proporción, evoquemos que, en el año 2001, el número fue de “apenas” 282.000. Era el penúltimo año de gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) y Colombia vivía una de sus peores épocas: Farc y ELN, fortalecidas; una economía débil; el despuntar de las autodefensas; un narcotráfico perenne.
Y la tendencia no parece mejorar. En febrero, se conoció la última encuesta de Opinión Pública de CID Gallup; entre 13 países latinoamericanos, el país con más porcentaje de población con “mucha” probabilidad de emigrar es Honduras, y el segundo es Colombia (47 % en enero del 2023, frente al 51 % en enero del 2022). Infobae publicó la encuesta con un titular dramático: “Son más los colombianos que quieren salir de su país que los venezolanos”.
Son hechos tristes y muy dicientes, porque una importante métrica del éxito de cualquier país es que los nacionales quieran quedarse o no. Además, la migración tiene una notable repercusión económica y social. Según el reporte del Cerac, algo así como el 58 % de los 547.000 colombianos que emigraron en el 2022 tenía entre 18 y 40 años, lo que significa que están en la edad más productiva, formando familia, con hijos pequeños.
Los países más desarrollados son conscientes de la importancia de la inmigración. Un reciente reporte de la Ocde lo explica así: “Atraer y retener talento global sigue siendo una prioridad en la agenda política de los países miembros de la Ocde, ya que los trabajadores calificados constituyen motores clave del crecimiento económico, la competitividad y la innovación. La movilidad del talento juega un papel clave para abordar la escasez de habilidades y compensar los impactos negativos del envejecimiento de la fuerza laboral. Los países que no se unen a la competencia mundial por migrantes altamente calificados corren el riesgo de quedarse atrás”.
En el escalafón de los países de la Ocde más atractivos para atraer talento humano, Colombia ocupa uno de los últimos lugares, superando solo a México, Turquía y Costa Rica. Los más atractivos son Nueva Zelanda, Suecia, Suiza y Australia.
Los colombianos somos dados a pensar en el comercio de bienes o servicios, pero nunca pensamos en el desangre constante que significa exportar colombianos. Y las razones por las que los colombianos quieren dejar su país también son tristes: porque no vemos oportunidades; porque estamos agotados de la corrupción, la pobreza y la violencia; porque los que más triunfan son a menudo los más pícaros y porque no vemos voluntad, ni en las personas ni en las instituciones, para cambiar este vicioso estado de cosas.
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