Los talibanes y las talibanas
Fernando Ávila
Fundación Redacción
Cita: “Los talibán se tomaron el poder”
Comentario: Talibán viene de la palabra árabe talib, que significa ‘estudiante’, ‘novicio’ o ‘seminarista’. El plural de talib es talibán. Por eso en muchos casos se oye y se lee en informaciones sobre Afganistán, los talibán. Sin embargo, en español, estas, como tantas otras palabras de otro idioma, se adaptan a la morfología propia de nuestra lengua y a su régimen de género y número. En este caso, las formas correctas en español son talibán, singular masculino, “el pensamiento talibán”; talibana, singular femenino, “la filosofía talibana”; talibanes, plural masculino, “los talibanes”, y talibanas, plural femenino, “las costumbres talibanas”.
Antropólogos alemanes y humanistas de pensamiento afín utilizan las formas los Chibcha, los Azteca, los Talibán, los Charrúa..., cercanas al régimen de sustantivación germano, pero ajenas al propio del idioma de Cervantes. En español los nombres de etnias se escriben con minúscula inicial, chibcha, maya, nasa, quecha, talibán, y se pluralizan de manera regular, como la mayoría de sustantivos y adjetivos, chibchas, mayas, nasas, quechuas, talibanes. Es el mismo régimen que corresponde a los gentilicios, asiático, español, bogotano, armenio, que admiten, además, variación para el femenino, asiática, española, bogotana, armenia, y para su plural, asiáticas, españolas, bogotanas, armenias.
No falta quien insiste en escribir Colombiano, posiblemente por confusión del adjetivo, colombiano, con el nombre propio del que deriva, Colombia. Esa es otra norma en la que hay que insistir. Los nombres propios geográficos, llamados topónimos, van con mayúscula inicial, África, Afganistán, Jerusalén, Nueva York, Medellín, mientras que los gentilicios derivados de ellos van con minúscula inicial, africana, afgano, jerosolimitano, neoyorquinas, medellinenses.
Tampoco faltan quienes se ufanan de escribir y pronunciar los topónimos en su idioma original, Milano, Firenze, Mainz, Donostia, en vez de hacerlo con sus exónimos españoles, Milán, Florencia, Maguncia, San Sebastián. Aquí cabe recordar que la nueva forma de Qatar es Catar; la nueva forma de Iraq, Irak, y la nueva forma de referirse a Holanda es Países Bajos; que la capital de China se llama Pekín, en español, y Beijing, en inglés, y que Jerusalén y Belén no se escriben con m final y sin tilde, como en inglés. Tampoco Brasil va con z, como en inglés, ni París, sin tilde, como en francés; ni Río, sin tilde, como en portugués.
Los exónimos son traducciones de topónimos y se dan en todos los idiomas. Colombia es Colombie en francés, España es Spain en inglés, Deutschland es Germany en inglés y Alemania en español. Afganistán es Afeganistão en portugués y Afghanistan en alemán. La lista de topónimos y sus exónimos es larga. Una buena muestra puede verse en el Diccionario panhispánico de dudas, apéndice “Países y sus capitales”.
Novedades
El Diccionario de la lengua española recoge tanto palabras de laboratorio como palabras de la calle. Las primeras corren el riesgo de no calar entre los hablantes porque se elaboran en la Academia de Madrid, en los escritorios de los filólogos y traductores y no siempre tienen acogida. Es lo que ha pasado con güisqui (del inglés whisky), pimpón (de la marca registrada ping-pong), autofoto (con la que inicialmente se tradujo selfie), telerrealidad (para evitar el anglicismo reality), superventas (para reemplazar best seller), jipi (del inglés hippy), cuórum (del latín quorum), jáquer y jaquear (del inglés hacker). Suerte distinta corren las palabras que el pueblo inventa, y luego registra la RAE en alguno de sus diccionarios normativos, nomás, sánduche, gomelo, chévere, lamber, jalar, ponqué, sumercé, rombói...
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