El ingreso básico universal (I)
Juan Manuel Camargo G.
La idea de un ingreso básico universal (IBU) es muy vieja; algunos citan la Utopía de Tomás Moro (1478-1535), otros a Juan Luis Vives (o Johannes Ludovicus Vives, 1492-1540). Wikipedia tiene una lista, cada vez más extensa, de personalidades que apoyan este sueño (List of advocates of universal basic income). En la lista se encuentran tres Premio Nobel de Economía (Angus Deaton, Christopher A. Pissarides y Peter Diamond). Sin embargo, el primer ejemplo concreto de aplicación del IBU se dio en EE UU y, más concretamente, en Alaska.
Cuando se descubrió petróleo en Alaska (a principios de 1960), el entonces gobernador de ese estado, Walter Hickel (1919-2010), acuñó el término “Estado-propietario”, y auspició la tesis de que a una generación no se le debería permitir consumir los recursos de propiedad común, a expensas de los futuros habitantes de Alaska. En 1968, se descubrió el campo de petróleo de Prudhoe Bay, que es todavía el mayor de Norteamérica, y el joven Estado descubrió que su riqueza no solo iba a ser muy grande, sino que también iba a durar mucho tiempo, así que la preocupación por el ahorro se transformó en un debate sobre cómo invertir esos recursos y cómo asegurar que iban a beneficiar a todos los habitantes por igual.
En 1970, el tercer gobernador del Estado, el republicano Keith Miller (1925-2019), propuso establecer un fondo permanente de desarrollo, que fue aprobado en 1976, en el periodo de otro gobernador republicano, Jay Sterner Hammond (1922-2005).
Al Fondo Permanente de Alaska se le asignó, al menos, el 25 % de las regalías, e ingresos por alquileres de tierras, excluyendo todo tipo de ingresos por impuestos (la legislatura, en general, ha destinado al fondo el 50 % de los ingresos petroleros). La Corporación del Fondo Permanente de Alaska (APFC) maneja el fondo, como una entidad estatal cuasi independiente, “encargada de la importante misión de invertir y administrar con prudencia los activos del Fondo Permanente de Alaska”. Por mandato de la Constitución del Estado, el capital del fondo solo puede ser usado para inversiones que produzcan ingresos. Parte de los rendimientos se añaden al capital para protegerlo de la inflación, y el resto se lleva a una Cuenta de Reserva de Resultados, cuyo uso principal es el de pagar un dividendo anual a los ciudadanos de Alaska.
Inicialmente, se previó que el dividendo anual se pagaría a todos los residentes en el Estado en proporción al número de años que hubieran residido en el mismo, pero la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró que esa medida era discriminatoria contra los inmigrantes de otros Estados. Por tanto, se introdujo una reforma a la legislación, y así funciona ininterrumpidamente desde 1982. En ese año, el primer dividendo se tasó en 1.000 dólares al año por persona. En 1983, bajó a 386,15 dólares, y desde entonces ascendió hasta llegar a un pico de 3.284 dólares por el año 2022. El dividendo se paga a todos los que han residido oficialmente en Alaska durante, al menos, seis meses (actualmente, alrededor de 650.000 personas), no importa su edad, su condición laboral o el tiempo que lleven viviendo en el Estado: es un ingreso básico universal genuino.
En una siguiente columna veremos otros experimentos de IBU y hablaremos de por qué la idea está tomando cada vez más fuerza.
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