La realidad cubana

Juan Manuel Camargo G.

En Cuba no hay medios de comunicación opositores, pero, para atisbar la verdad, no hay necesidad de buscar medios clandestinos o extranjeros.

El pasado 19 de julio, el presidente de Cuba dio un discurso que deja translucir el estado del país y la incapacidad del gobierno. Claro que empieza diciendo que “A Cuba no la dirige una persona, ni siquiera un pequeño grupo de personas. Esta es (…) la dictadura del pueblo que representamos los aquí reunidos, por elección popular”. Pero quizás ese preámbulo es para culpar al pueblo de todas las penurias que pasó a reportar: “La muy compleja situación del país se verifica hoy en prácticamente todos los ámbitos de la economía, pero hay algunos donde el impacto de las carencias resulta más doloroso y significativo, como la imposibilidad práctica de asegurar oportunamente el suministro de los escasos productos de la canasta básica y los medicamentos; la inestabilidad del sistema electroenergético nacional y el descontrol de los precios, excesivamente elevados, especulativos, abusivos, que limitan el poder adquisitivo de una parte considerable de la población. Paralelamente, y como consecuencia de las sostenidas carencias y limitaciones, crecen las manifestaciones de indisciplina, violencia social, adicciones y vandalismo, que atentan contra la tranquilidad ciudadana…”. “La situación del delito, la corrupción, las ilegalidades e indisciplinas sociales se mantiene compleja (…). Aquí escuchamos a un joven campesino de Nueva Paz quejarse porque su cooperativa está obligada a emplear buena parte de su fuerza laboral en tareas de vigilancia, mañana, tarde y noche, en lugar de dedicarlas a la producción”. Nada de esto es un discurso de la oposición. Es el diagnóstico del propio presidente de Cuba.

Otros funcionarios del gobierno cubano también son explícitos. El ministro de economía reconoce que “prácticamente el 100 % de la canasta familiar normada es importada”, que en marzo del 2023 “la inflación interanual alcanzó el 46,4 %”, y “que al cierre de mayo de 2024 registró 31,1 % (inflación interanual mayo 2023: 45,48 %)”. En un discurso del 20 de diciembre del 2023, el primer ministro de Cuba expresó su “más alta insatisfacción de no haber avanzado lo necesario”, y el listado de motivos que dio es largo: “no se incrementa de forma sostenible la producción nacional”; “la producción agroindustrial, y en particular la de alimentos, no logra los niveles necesarios”; “persisten deficiencias en el control de las tierras”; “la industria azucarera no se logra recuperar”; “no se garantizan métodos efectivos de regulación y control (…) de los precios”; “insuficiencias en el funcionamiento del sistema de gestión de la administración tributaria”; “no se logra la incorporación al empleo de todas las personas en condiciones de trabajar”; “distorsión en la gestión del sistema empresarial”, “la prevalencia de un mercado cambiario informal afecta el control del tipo de cambio”; “no se contienen ni reducen, el delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales”.

Cuando uno repasa las páginas de Granma, todas las noticias transmiten el mismo panorama: corrupción, déficit presupuestario, alta evasión fiscal, un régimen de control de precios que no funciona, inflación, problemas con la bancarización, incremento del delito, hambre y deficiencia en los servicios públicos. Una y otra vez, los titulares reclaman más control. Como no operan las fuerzas y leyes de la economía, se llama al gobierno a controlarlo todo: cuántas vacas hay, cuántas vacas tiene cada ganadero, cuánta leche da cada vaca, etc. Pero, como tanto control es imposible, periodistas y gobierno atribuyen a la falta de controles lo que es un defecto estructural.

Incluso con el filtro de la censura, uno ve un régimen que ha sido claramente inferior a la responsabilidad que ha asumido y que no puede tapar el sol con las manos.

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