21 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 51 minutos | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Al Margen

Inteligencia artificial descentralizada

202601

Juan Manuel Camargo G.

La de la inteligencia artificial (IA) es una revolución que apenas despliega sus alas. En EE UU, el país que la ha abrazado con más ahínco, no parece estar perjudicando el empleo; más bien, se espera que aumenta la productividad. A medida que pasa el tiempo, se ve con más claridad el gran potencial de la IA, pero también sus limitaciones. Las empresas apenas están explorando cómo pueden aprovecharla. Por supuesto, se la quiere usar para ahorrar costos, pero, en gran medida, la IA se va a emplear en nuevos servicios, de modo que parecen exageradas las predicciones de que va a reemplazar a los humanos (amanecerá y veremos). 

Entre los servicios que se están masificando con la IA están algunos muy sensibles, como el coaching y, peor aún, las consultas sicológicas. Esta es una tendencia que parece irreversible. Puede alegarse que la asesoría que brinda la IA es de inferior calidad, comparada con la de un ser humano, pero el acceso a la IA es ilimitado. A diferencia de lo que ocurre con los humanos, la IA siempre está disponible, siempre responde de manera educada y su costo es inferior a la de una consulta. A mediano plazo, es posible que lo mismo ocurra con la asesoría jurídica, por ejemplo. Y cada vez que alguien consulta a una IA, comparte datos, que son especialmente sensibles en estas actividades que acabo de mencionar. 

Todo ello hace urgente revisar el tema de privacidad de los datos y su tratamiento. Las grandes corporaciones que crearon o manejan las redes sociales y otras plataformas tienen una enorme cantidad de información sobre nosotros. Pero con la IA esa cantidad se va aumentar exponencialmente. Estamos hablando de millones de personas que comparten con la IA no solo sus dudas y preguntas, sino también sus pensamientos, sus miedos, deseos sexuales, confesiones, culpas, ambiciones, envidias y vergüenzas. Las grandes corporaciones pueden prometer que no accederán o que no usarán esa información más que anónimamente, pero, incluso si cumplen, una cuestión de principio es que no se debe consentir que ninguna entidad o persona, pública o privada, tenga ese poder. 

Las IA han sido desarrolladas y son mantenidas, actualizadas y mejoradas por el sector privado, porque es el que tiene la visión y los recursos (financieros, humanos y computacionales) necesarios. Algunas universidades han hecho sus pinitos al respecto. Pero que el sector público reemplace al privado no sería solucionar el problema, sino agravarlo. 

La humanidad está en una coyuntura muy interesante, ya que ha creado varias tecnologías que se complementan de modos misteriosos. El invento de las cadenas de bloques (blockchain), que implica encriptación de los datos y uso de redes descentralizadas de computación, parece un paso lógico para desarrollar IA que no estén controladas por grandes corporaciones. Y, como este es un mundo frenético (aunque Colombia no lo note, por estar al margen), ya hay decenas o cientos de proyectos que están anunciando la fusión de las herramientas de blockchain con la IA.

La fusión no será fácil, ya que el reto tecnológico es enorme. La idea, en general, es que una red de miles de nodos (computadores) conectados haga las veces de centros de datos. La IA se entrenará y funcionará en esa red, en la que los datos quedarán encriptados y no podrán ser accedidos ni manipulados (se supone que una red descentralizada será más difícil de hackear). Los datos que compartan los usuarios quedarán sepultados y la IA aprenderá de ellos y los usará para su propio desarrollo y entrenamiento, con la infinita ventaja de que ningún humano controlará la IA. 

No es de extrañar que la IA despierte tantas dudas y temores, pero esta es una época histórica y muy excitante. La humanidad podría elegir el camino del miedo y cortar las alas de esta revolución, pero eso difícilmente va a funcionar. Cualquier control sería burlado por los gobiernos y organizaciones clandestinas. En general, creo que los problemas de la tecnología se resuelven con más tecnología. Los políticos creen que todo se resuelve por medio de leyes, es decir, con palabras. 

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