28 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 8 horas | ISSN: 2805-6396

Openx ID [25](728x110)

1/ 5

Noticias gratuitas restantes. Suscríbete y consulta actualidad jurídica al instante.

Opinión / Etcétera

Doxa y Logos

Cine y Derecho

46175

Nicolás Parra Herrera

Jorge Gonzalez

Jorge González Jácome

 

En su última columna de reseñas de películas para la revista Semana, Ricardo Silva dijo que el cine es “la vida de la vida”. Quizás porque el cine es imágenes en el tiempo más edición, la vida en cambio es solo imágenes en el tiempo. La edición permite despercudir lo innecesario para enmarcar solo lo que vale la pena conservar del discurrir de la vida. El cine es, como la película La ventana indiscreta de Hitchcock, una ventana hacia la vida de los otros, hacia la nuestra y hacia las convenciones sociales que hemos diseñado en nuestro intento de comprender y navegar por el regalo que es la vida.

 

El cine como ventana indiscreta puede ser un vehículo excepcional para revisar nuestros prejuicios, nuestras comprensiones e incomprensiones, y en general nuestra problemática relación de aceptación y resistencia frente al mundo normativo donde el derecho positivo ocupa un lugar preponderante. Los abogados muchas veces consumimos los dramas jurídicos, un género también conocido como courtroom drama, con ánimos de redención. Quienes optamos por el Derecho como forma de vida seguramente podemos recordar algún personaje que nos conmovió por su estoica lucha por la justicia, por la verdad, no pocas veces enfrentándose a la propia formalidad e institucionalidad del Derecho. Atticus Finch, por ejemplo, prestigioso abogado blanco de un Estado sureño que se convierte en el héroe de su hija al defender a un afroamericano acusado de violación por un agricultor blanco en Matar a un ruiseñor. O Jan Schlichtmann, abogado litigante con una próspera oficina de abogados que lo pierde todo por llevar un caso contra una gran empresa por contaminación de agua en Una acción civil.

 

Pero la ventana no solo deja ver el heroísmo del abogado, sino también lo patéticos, lo precarios y lo ridículos que podemos ser los abogados. Patéticos como Vinnie Gambini, que defiende a su primo con un terrible conocimiento del procedimiento penal y de las leyes de la evidencia a tal punto que por poco lo conduce a la pena capital en Mi primo Vinnie. Precarios como Víctor Honorio Mosquera, quien mediocremente atiende un caso de lanzamiento de unos arrendatarios guiado solamente por la codicia de acceder a un poderoso grupo inversionista que maneja su jefe en La estrategia del caracol. Ridículos como el acusador y el abogado defensor de Cantinflas en Ahí está el detalle que nunca logran entender la verdad de los hechos y parecen estar haciendo simplemente una actuación performativa vacía de contenido delante del juez y del público.

 

La ventana es amplia, sin embargo, y se puede ver más allá de lo que ocurre en los juzgados o en las diligencias. La regulación de la vida mediante el Derecho no solo sucede cuando lo vemos cara a cara encarnado en el juez o el abogado, sino también en la cotidianidad regulada en la que vivimos. Parece que cada paso que damos, cada decisión que tomamos, cada acto de rebelión está, como lo señalan Mnookin y Kornhauser en un famoso artículo sobre negociación, a la sombra del Derecho.

 

Si buena parte de la vida transcurre bajo esa sombra del mundo normativo, el cine es una linterna que nos deja ver el alcance de esa sombra y la manera como las normas y las instituciones jurídicas moldean nuestra cotidianidad. Así, por ejemplo, podemos preguntar cómo el régimen social, jurídico y afectivo que construye el matrimonio afecta el fabuloso encuentro de Bob y Charlotte en la obra maestra de Sofía Coppola, Perdidos en Tokyo. La migración de la familia Joad desde Oklahoma hasta California buscando trabajo se da principalmente por la carencia de un título de propiedad que les permita estar atados a la tierra en Las uvas de la ira de John Ford. Monty Brogan se reúne con sus amigos un día antes de tener que ir a la cárcel a pagar una pena de prisión, y las decisiones que toma ese día se ven marcadas por lo que él cree que será estar en una penitenciaría en La hora 25 de Spike Lee. Esta ventana del cine nos deja ver, no solo heroicos abogados, sino la felicidad, el drama o la tragedia que produce vivir a la sombra del Derecho.

 

En nuestro podcast, “El Derecho por fuera del derecho” (@elderechoporfu1), hemos diseñado una primera temporada que nos permita enfrentarnos al Derecho desde el cine al menos desde estas dos perspectivas que planteamos en esta columna. El Derecho es más que el proceso judicial, más que el monopolio de los abogados, es un espacio donde la humanidad y la posibilidad de la vida social está en juego. Esta columna y este podcast pretenden invitar a abogados y a no abogados a comprender o incomprender el Derecho en sus reivindicaciones, dramas y tragedias. El Derecho es algo demasiado importante como para pensar que solo puede conocerse en los juzgados o en las facultades.

 

Opina, Comenta

Openx inferior flotante [28](728x90)

Openx entre contenido [29](728x110)

Openx entre contenido [72](300x250)