Anecdotario político
Benjamín Ardila Duarte
La crueldad contra los presos continúa. El hacinamiento clama por reformas, Pellico escribió un libro titulado Mis prisiones. Wilde, en la Balada de la cárcel de Reading, criticó los centros de reclusión y fue traducido en Colombia por Guillermo Valencia, Carreño Harker, Uribe White y Arias Trujillo. En México, Álvaro Mutis se hizo famoso con el Diario de Lecumberri. Ahora la escritora Rosa Montero habla de Herrera y Carabanchel, cárceles de España. Esa es la gran crítica. La resocialización del delincuente no se aplica y la reforma profunda no da espera.
La Carta Magna colombiana, artículo 41, obliga a estudiar en todas las instituciones educativas la Constitución Nacional, la instrucción cívica y la participación ciudadana. Buena ocasión, si se cumple, para formar clases rectoras, elites del poder y juventudes con beligerancia política constructiva. La juventud debe conocer el Estado moderno para acceder a la conducción política de la deseada república perfecta.
El presidente de Andesco, Camilo Sánchez Ortega, y siete ministros celebraron el XXVI Congreso de los servicios públicos estatales, mixtos y privados. Buenas efemérides para pedir tarifas costeables, pero humanas, con contabilidad empresarial de costos, asignación óptima de recursos, integración regional y por sectores, sin apagones ni racionamientos incómodos y con reciclaje absoluto de basuras, que muchas naciones procesan y convierten en riqueza.
El académico Javier Arango Ferrer empieza la historia de la poesía colombiana con Yurupary, gran poema cosmogónico de nuestras selvas del Vaupés. Y anota obras de arquitectura incaica y la escultura mexicana; incluye la orfebrería colombiana y todo el ciclo maya, desde el poema hasta la pintura mural, y con eso tendríamos, de sobra, los americanos para tutearlos con las culturas del mediterráneo.
Decía Voltaire al pastor Monetón: “Los obispos utilizan a los reyes y los reyes a los obispos por turnos para afianzar su poder”. De allí nace la eterna historia de la unión del trono y el altar que tanto han combatido en Francia, lo mismo que empleado en la Inglaterra galicana y en Colombia, de 1880 a 1930.
La caricatura de Rendón presentó en 1930 al mandatario colombiano Abadía Méndez bajo el toldillo leyendo y abanicado por la telaraña. Su pereza era proverbial. Clasificaba el gobernante los problemas en cajones: asuntos que el tiempo resuelve; otros se resuelven solos y otros que nadie resuelve. Su energía la empleó en matar los patos de las lagunas de la Sabana y en guardar silencio ante el crimen de las Bananeras.
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