26 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 4 minutos | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Anecdotario Político

Anecdotario político

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La penúltima historia es la más olvidada. La nuestra la recuerdan tres nuevos libros: El presente como historia, de Álvaro Tirado Mejía; 30 años de la Constitución, 4 de julio de 1991. El movimiento estudiantil que cambió a Colombia, de Fernando Carrillo Flórez, y Alberto Lleras y su máquina de escribir, con documentos, edición y prólogo de Carlos Caballero Argáez. Un tríptico para conocer la Colombia de este medio siglo que acaba de pasar.

 

Los elegantes discursos de Alberto Lleras parecían lecciones de educación cívica, al decir de García Márquez. Evidentemente: prosas desde el poder enseñan a la comunidad. Ahora viene, el 5 de diciembre, la elección de 11.000 jóvenes de consejos de juventud, entre 14 y 28 años, quienes desarrollan análisis y preguntas. Buena oportunidad formativa para quienes, cuando empieza la vida a florecer, preparan los grandes días que están por venir, si ellos mismos los hacen llegar. 

 

La ecología está de moda, ante la devastación de los bosques y la deforestación de la Amazonía. El Libertador, en el célebre decreto de Chuquisaca, en 1825, previó la falta de flora y aguas y señaló drásticas medidas protectoras de la riqueza amenazada. Y la Constitución de 1991, a petición del delegado Misael Pastrana, otorgó a la propiedad una función social y ecológica.

 

Ya viene el centenario de la Universidad Libre, creada por la Convención de Ibagué y el general Benjamín Herrera, quien fue biografiado por el magistrado Gustavo Humberto Rodríguez. Su estatua la inauguró, con amplio discurso, Carlos Lleras, y un soneto de Juan Lozano recuerda que el general invicto recibió con la muerte la primera derrota de su vida.

 

La Legión de Honor fue entregada a tanta gente en Francia que Sartre no la recibió. En Colombia, la Cruz de Boyacá se prodigó, igualmente, y León de Greiff la mereció y sumiso cantó: “Yo pobre León con la cruz a cuestas”. Es bueno condecorar a quienes lo merecen, pero no ampliar mucho su número, porque baja el nivel. Un presidente de Francia cayó del poder, porque su yerno vendía las condecoraciones en el siglo XIX.

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