¡A cerrar filas contra la migración irregular!
Carolina Moreno V.
Profesora asociada y directora del Centro de Estudios en Migración (CEM)
Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes
Entre el 6 y el 10 de junio, se llevó a cabo la novena versión de la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles (EE UU). Según se lee en el portal web del Departamento de Estado de los Estados Unidos, “solo la Cumbre de las Américas reúne a los líderes de los países de América del Norte, América del Sur, América Central y el Caribe”. Sin embargo, en esta oportunidad, no todos los gobiernos de la región estuvieron invitados al encuentro y, en respuesta, otros decidieron no asistir o enviar una delegación en representación de su presidente. Este fue el caso del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien se abstuvo de asistir, en protesta por la exclusión de Nicaragua, Venezuela y Cuba, que no fueron invitados.
Pero, más allá del ajedrez de las relaciones internacionales de la región que dejan los presentes y ausentes en esta novena cumbre, lo cierto es que la migración fue un tema central de la agenda. La migración es un asunto que interesa especialmente a EE UU, país anfitrión de la conferencia. Esto es así, entre otras cosas, por el incremento de los flujos migratorios que allí arriban, entre los que se encuentran personas provenientes de países de las Américas y del Caribe, especialmente Haití y Cuba, así como los llamados “extracontinentales”, procedentes de países de África y de Asia. Pero no solo es una cuestión que interesa a EE UU. La migración es un tema que vincula a todos los países del continente americano, pues, por sus entrañas, más allá de las fronteras físicas y de las restricciones que los Estados impongan, circulan personas de distintas nacionalidades y con diversos perfiles y necesidades, de manera forzada o no, movidas por el propósito de arribar a otro país.
Para el contexto colombiano, el fenómeno migratorio también se ha convertido en un renglón visible de nuestra agenda nacional e internacional. Lo anterior se debe a que, no solo Colombia es el país de la región (y del mundo) que más nacionales venezolanos acoge, sino también porque transitan por el territorio nacional los llamados “migrantes extracontinentales”, quienes cruzan por el inhóspito Tapón del Darién, frontera con Panamá, en su ruta hacia el norte del continente.
El presidente de Colombia, Iván Duque, estuvo presente en esta novena cumbre y suscribió, junto con otros 19 mandatarios, La declaración de los Ángeles sobre migración y protección. De este documento, quiero llamar la atención sobre dos aspectos puntuales que considero críticos. El primero, es la preocupación por favorecer y fortalecer la “migración segura, ordenada y regular”, en línea con el “Pacto mundial”. Esta perspectiva de la seguridad, el orden y la regularidad, como parámetro de medición de la migración, riñe con las maneras como las personas suelen moverse, en muchos casos, en condiciones de irregularidad. De contera, esta visión margina y estigmatiza a las personas que cruzan las fronteras internacionales en situación migratoria irregular.
La segunda cuestión tiene que ver con los retornos de personas migrantes a sus países de origen o terceros países, cuando la migración no es “segura, ordenada y regular”. En la declaración, se afirma que estos retornos se llevarán a cabo en “consonancia con la legislación de los países, el principio de no devolución y nuestras respectivas obligaciones conforme al derecho internacional”. No obstante, lo cierto es que las políticas domésticas de los Estados para contención, control y gestión de los flujos migratorios no siempre resultan ser armoniosos con el derecho internacional de los derechos humanos que vincula a los países de la región.
Así, pues, no creo exagerar cuando afirmo que un acuerdo importante y un compromiso ineludible de este noveno encuentro regional es el de “cerrar filas en contra la de migración irregular”. Lo dicho está muy en línea con la afirmación que hiciera el propio presidente Joe Biden, anfitrión de la conferencia, quien calificó la migración irregular como “inaceptable”. Este eco que resuena al cierre de la Cumbre de las Américas, y que se lee entre líneas en la declaración final, sin duda contrastará con las rutas migratorias y las historias de vida de quienes, muy a pesar de los muros, controles, permisos, visados y requisitos impuestos por los países, buscarán realizar su proyecto migratorio.
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