24 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 1 día | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

A Capela

Blanca Uribe, una vida al piano

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Juan Martín Fierro

Escritor y abogado

www.juanmartinfierro.com

Cuando uno lleva tantos años escribiendo sobre música como me ha pasado a mí, se va volviendo chirle decir que tal o cual artista sobresale por encima del resto en virtud de una carrera meritoria. Pero conocer y entrevistar a la maestra Blanca Uribe, nuestra máxima gloria pianística, es un acontecimiento que resignifica a plenitud seguir haciendo lo que hago por motivos que me enorgullecen y a la vez me asombran.

Me enorgullece, por ejemplo, que Colombia tenga a una pianista que haya interpretado en cuatro oportunidades, ¡cuatro!, las 32 sonatas para piano de Beethoven; y que tocara dos veces los cinco conciertos para piano –del mismo compositor–, tal como lo hizo la maestra Uribe junto a la Orquesta Filarmónica de Bogotá, en 1985, y a la Orquesta Sinfónica de Colombia, entre 1988 y 1989.

Me asombra que, siendo apenas una niña de 11 años, hubiera debutado en pleno con esta última orquesta; que a los 13 años, tuviera la determinación para irse sola del país a continuar sus estudios en EE UU y luego en Europa, donde obtuvo un grado summa cum laude como concertista en la prestigiosa Academia de Música y Arte Dramático de Viena; que con 14 años ganara el concurso para ser solista con la Orquesta Filarmónica de Kansas; que llegara, en 1965, a las semifinales del encopetado concurso Chopin, que entonces ganara Martha Argerich, auténtica leyenda del piano, y que obtuviera, en 1961, el segundo premio en el concurso Beethoven, el más antiguo de Austria y uno de los más famosos del mundo.

Estas y otras hazañas hacen parte del libro Blanca Uribe, una vida al piano, lanzado en mayo pasado por Iberacademy (programa de desarrollo humano a través de la excelencia musical), que, además de recoger anécdotas maravillosas de su vida y su carrera, incluye una preciosa selección de fotografías y facsímiles hecha por la propia maestra Uribe. Al final del libro, se encuentra un código QR para escuchar una lista con algunas de sus grabaciones.

Conocí a la maestra en la reciente edición del Ibagué Festival, organizado por la Fundación Salvi a comienzos de septiembre, cuando recibió, a sus 83 años, un merecido homenaje por su trayectoria en el campo musical. El público que la esperaba en el teatro Tolima la ovacionó de pie durante varios minutos, y tras agradecer a los organizadores y asistentes, tocó los tres primeros movimientos del Concierto para piano y orquesta en la menor, del compositor noruego Edvard Grieg, acompañada por la Orquesta Filarmónica de Mujeres, que esa noche condujo, ex aequo, la maestra Paola Ávila. ¡Qué momento más emocionante!

Además de ser reconocida por su interpretación del repertorio clásico, la maestra Uribe conquistó a los españoles con su brillante ejecución de la suite Iberia, de Isaac Albéniz, una obra de altísima exigencia. Por su parte, el Banco de la República hizo posible sus magníficas grabaciones de compositores colombianos como Emilio Murillo, Fulgencio García y Luis A. Calvo, entre otros.

La maestra tiene un gran sentido del humor y una sonrisa contagiosa. Con su habitual sencillez, dice que nada de lo que ha logrado en los escenarios, como solista o acompañada por las mejores orquestas del mundo, la enorgullece tanto como el cariño de sus alumnos y amigos en largos años de labor académica. Que jamás ha peleado con el piano y que el camino de la perfección no tiene final, porque a más estudio asoman nuevos guiños que enriquecen su forma de tocar. Guiños que rompen la monotonía de sonar igual. Después de todo, la vida es como una sonata que pulsamos día a día en fugaces y complejos movimientos.

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