Anecdotario político
El presidente Marco Fidel Suárez, en un Sueño, de 1927, celebró la inauguración del ferrocarril de Chiquinquirá. Relata que en 1918 el pueblo allí se opuso al traslado de la virgen, reina de Colombia, al Congreso Mariano de Bogotá, a pesar de lo resuelto canónicamente. Al fin se pudo traer la imagen, cuadro pintado al principio con tierras del campo mezcladas con zumos de hierbas y de flores. Ahora hay copia de la reina en el muro del Vaticano.
Periódicamente, los países hacen un alto en el camino con un informe económico y social. Colombia ha hecho varios: padre Lebret, en 1958; Tierra y reforma agraria, en 1961; el Informe de la Organización Internacional del Trabajo sobre empleo en 1971, por ministerio de Eastman; Concentración del ingreso, en 1979, con prólogo del doctor López. Ya es hora de una meditación con estadísticas y método, para evaluar realidades y programar el porvenir.
Nuestra relación con EE UU, después de los sucesos de Panamá, en 1903, tiene un siglo de entendimiento, con el Tratado Urrutia-Thomson, descrito por la académica Teresa Morales de Gómez. Es la Ley 14 del 6 de abril, obra máxima de don Marco Fidel Suárez, quien le dio límites a la nación y comercio exterior a nuestra economía del siglo XX. Hay que evaluar el siglo transcurrido y su celebración solemnizada por la trascendencia del episodio jurídico de 1921.
Hace pocos años (2016), el joven economista Piketty, en El capital en el siglo XXI (pág. 574), propuso el impuesto mundial sobre el capital. Los economistas colombianos Revéiz, Otero, Suárez, Sarmiento, Ocampo, Juliana Londoño Vélez y otros analizaron la obra en profundidad y proyección. Ahora, 130 países (Biden y China), que son los que más cuentan, proyectan gravar beneficios al menos al 15 %. Los firmantes representan el 90 % del PIB mundial. Se gravaría a los gigantes digitales. La inmensa investigación y propuesta de Piketty ha creado un impulso no visto desde Keynes. La desigualdad nos pone entre los países más injustos del mundo.
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