Legis y CEIPA, la alianza que le apuesta a la innovación en la formación de abogados
25 de Noviembre de 2024
Con un ADN totalmente innovador, Legis y la Universidad CEIPA realizaron una alianza para ofrecer, desde el 2025, un programa de Derecho. Combinando la enseñanza y la metodología por núcleos de CEIPA con las herramientas y los productos tecnológicos de Legis, esta unión busca capacitar abogados más comprometidos con la sociedad, a partir de la actualización permanente.
Diego Mauricio Mazo, rector del CEIPA, conversó con ÁMBITO JURÍDICO acerca de este convenio, la historia del CEIPA, la alianza con Arizona State University, la acreditación de alta calidad de la institución y los retos que surgen por una apuesta innovadora en la formación de abogados en Colombia.
ÁMBITO JURÍDICO: Cuéntenos un poco sobre CEIPA.
Diego Mauricio Mazo Cuervo: CEIPA es una institución universitaria que nace hace 53 años, con una visión clara y un ADN contundente bajo el principio de una universidad centrada en el estudiante. ¿Qué quiere decir esto? Una universidad que se compromete a buscar permanentemente las mejores tecnologías, a mantener actualizado su currículo para que sea más pertinente la formación que reciben los estudiantes, a involucrar tecnologías y a crear metodologías de acuerdo con el momento histórico que se está viviendo.
Durante estos años, hemos construido un modelo educativo único. Fuimos pioneros en ofrecer cursos virtuales 100 % en Colombia en el año 2001 y en la creación del método de núcleos problémicos en 1996, siempre entendiendo que la universidad no es una torre de marfil, sino un espacio para buscar las mejores alianzas, con los expertos más reconocidos en los diferentes temas para conectarlos y poder proveer una educación de calidad.
Entendemos que, si nos centramos en el estudiante, no podemos quedarnos obsoletos, porque la educación exige una reinvención permanente de todos los elementos y metodologías que se requieren.
Á. J.: ¿Cómo está conformado CEIPA?
D. M. M. C.: Hasta el 2024, CEIPA era una escuela de negocios, que tenía seis programas en el área de administración. Un poco en broma, yo decía que teníamos Administración de Empresas con sabores diferentes: humana, finanzas, negocios internacionales, contaduría pública y mercadeo, porque son, más o menos, las mismas ciencias empresariales.
Desde el comienzo, le hemos apostado a la innovación educativa como una estrategia para poder proveer una educación de alta calidad a unos precios muy accesibles. Y esto nos ha llevado a tener importantes índices de calidad. De acuerdo con el Ministerio de Educación, tenemos una tasa de empleabilidad de nuestros egresados del 85 %, en general, y del 95 %, de los recién graduados, con un nivel salarial alto que está en el top 10 en Colombia y en el top 3 de Antioquia. Nuestro cuerpo docente está conformado por 50 profesores de tiempo completo, cuyo 25 % tiene doctorado y todos cuenta con nivel de maestría.
Á. J.: ¿Qué proyección de crecimiento tienen en el corto plazo?
D. M. M. C.: Gracias al modelo exitoso que hemos tenido con los administradores, veníamos pensando, con la alianza de Arizona State University, en cómo crecer y cómo llevarlo a otros campos. Así, este año presentamos, inicialmente, 17 programas nuevos, y ahora vamos a lanzar otros tres, es decir, vamos a tener 20 programas nuevos entre pregrado y posgrados, más los seis pregrados que teníamos y seis especializaciones y una maestría, con lo cual sumamos más de 40 programas, entre pregrados y posgrados. Por supuesto, el Derecho será uno de los programas nuevos.
Á. J.: Menciona usted una alianza con Arizona State University. Inicialmente, ¿podría hablarnos un poco más sobre esta institución?
D. M. M. C.: Arizona State University (ASU) es una universidad que tiene 160.000 estudiantes, 60.000 presenciales y el resto en diferentes modalidades. En mi opinión, es la universidad de EE UU más innovadora, lleva nueve años consecutivos en ese ranking. Lo más interesante es que su propósito es trabajar para incluir la mayor cantidad de personas posibles. Las universidades en EE UU se dan el lujo de decir que solo admiten el 6 % de los candidatos, hecho que ASU considera como un gran problema, porque se está excluyendo mucha gente del sistema educativo. Entonces, ellos se han preocupado por ahondar en diferentes tecnologías y metodologías estratégicas para llegar a todo el mundo.
Solo para darle unos datos: es una de las cinco universidades de EE UU que tiene un billón de dólares al año para investigación, sin tener facultad de Medicina; tiene cuatro premios Nobel; varios premios Pulitzer; más de 5.000 profesores formados con doctorados, publicaciones del más alto nivel y cerca de 40 programas están el top 10 de los ranking en EE UU. Es una universidad comprometida con el Estado de Arizona, para transformarlo y volverlo más potente, fuerte en innovación y, hoy en día, es un destino al que mucha gente de California y de otras partes migra a este hub de conocimiento.
Á. J.: Pasemos a hablar de esa alianza.
D. M. M. C.: Lo primero es que somos los aliados únicos de ASU en Colombia. Esta alianza va por etapas. La primera etapa es que el CEIPA tiene acceso a todos los currículos y a la malla curricular y los recursos de ASU para formar a sus estudiantes. Es decir, si yo voy a crear un programa en Colombia, podemos mirar el currículo de ellos y los estudiantes en Colombia se van a formar con el mismo contenido y bibliografía de un estudiante de ASU. Eso permite tener cursos espejo, pues el mismo que se dicta en Arizona se dicta acá.
También tenemos las global class, en la que expertos en Arizona dan cursos y clases para toda la red de universidades potenciadas por ellos. Así, nuestros estudiantes en uno de sus núcleos desarrollan los programas con Arizona y obtienen su certificado de ellos. Otra modalidad de alianza es que las universidades potenciadas por ASU desarrollan trabajos conjuntos. Así, por ejemplo, alumnos de México se conectan con alumnos de Colombia y trabajan una problemática en conjunto o, incluso, tres universidades distintas trabajan en una misma aula virtual.
Una segunda etapa de alianza es el encadenamiento de programas. Entonces, buena parte de los programas de ingeniería y los que estamos presentando tienen la posibilidad de desarrollarse en Colombia y el último año en ASU. Así, por ejemplo, los primeros cuatro años de pregrado se desarrollan en Colombia y el último en Arizona y cuenta como maestría. En un futuro pensamos en tres años en Colombia y uno en ASU, con la posibilidad de trabajar en EE UU. Eso significa menor tiempo, porque el pregrado le ahorra un año de la maestría y el acceso a una educación muy alta calidad.
Y una tercera etapa es el desarrollo de investigaciones conjuntas e integración en diferentes áreas. Por ejemplo, para los nuevos programas, ASU nos ayuda con el currículo, el diseño, las herramientas, etc.
Á. J.: ¿Cómo va el proceso de reconocimiento de acreditación y de alta calidad institucional?
D. M. M. C.: En este momento, solo el 30 % de las instituciones están acreditadas en alta calidad. Este es un sello de garantía del Consejo Nacional de Acreditación y un tema de confianza para los estudiantes. Nos sentimos orgullosos de decir que el 80 % de los programas están acreditados y tenemos acreditación institucional de alta calidad. Así mismo, todos nuestros programas que reúnan los requisitos para la acreditación los vamos a someter a esta. Recordemos que este proceso es voluntario, lo cual no quiere decir que un programa no acreditado sea malo, porque se puede optar por otro modelo, pero el Estado colombiano lo que concede es la acreditación. Ahora bien, no todos los programas son acreditables, por ejemplo, las especializaciones no lo son ni los programas nuevos, pues necesitan un número de cohortes.
Á. J.: ¿Por qué crear un nuevo programa para la formación de los abogados?
D. M. M. C.: En nuestro plan de trabajo, primero estaba fortalecer nuestro programa de Administración. Y luego de tener un modelo muy robusto y diferente, llevarlo a otras áreas del conocimiento, como la Ingeniería y el Derecho. Lo primero ya lo logramos, por lo cual la siguiente etapa era incursionar en estas áreas del saber.
Hoy, ninguna profesión puede ser monodisciplinaria. Por ejemplo, un abogado necesita tener conceptos tecnológicos, conocer el mundo empresarial y no solo de los temas jurídicos y del entorno social. Con esa visión, era importante entrar en otra formación, para nutrir a nuestros estudiantes, y así decidimos hacer una apuesta por trabajar en tres cosas que creemos que el mundo debe hacer:
(i) La salud planetaria. Independientemente del calentamiento global, los recursos son finitos y si no los cuidamos, se acaban. (ii) La responsabilidad social. Tenemos que construir una mejor sociedad. Nunca en la historia de la humanidad habíamos estado tan bien: en esperanza de vida, disminución de la pobreza, desarrollo tecnológico, calidad de vida, avances médicos, pero hay más pesimismo, la sociedad está desconectada, la esperanza es menor, la tasa de suicidios aumenta. Entonces, nuestro compromiso es trabajar por la prosperidad de la sociedad, en donde la justicia y la educación son dos de los factores más importantes. Y (iii) el futuro global. Tenemos que seguir creciendo, innovando y progresando y, por eso, los programas de ingeniería y administración le apuntan a desarrollar empresas más productivas y conectadas con las necesidades.
Á. J.: ¿Cómo surge esta alianza con Legis?
D. M. M. C.: Cuando los objetivos son comunes, hasta los astros se van alineando para que se consigan. Desde nuestro propósito de trabajar por la prosperidad social, la justicia y la necesidad de formación jurídica, vimos que teníamos que aliarnos con los mejores, por eso llegamos a Legis, para desarrollar un programa en Derecho muy innovador, con unos principios claros de capacitar abogados éticos comprometidos con la justicia, con la transformación de los entornos en los que estamos, pero que entiendan hacia dónde va la sociedad. Estamos en la era de la inteligencia artificial (IA) y ya superamos la discusión de si debemos usarla o no, y ahora nos preguntamos es cómo usarla, con propósito y con ética, pues un estudiante o un profesional que use IA es 10 veces más productivo.
Entonces, con Legis encontramos principios y propósitos comunes de desarrollar un programa muy innovador que le aporte a la sociedad profesionales con valores diferenciadores. Al compartir estos principios y expectativas, trabajamos casi ocho meses y creamos el programa con expertos de Legis y de CEIPA, bajo el modelo de CEIPA y la experiencia y las herramientas tecnológicas de Legis. Nosotros pusimos nuestro know how en la parte de formación y Legis, su desarrollo jurídico, lo sometimos al Ministerio de Educación y obtuvimos el registro calificado con la cohorte en el 2025.
Á. J.: ¿En qué consiste ese modelo innovador de núcleos problémicos?
D. M. M. C.: Un programa académico en una universidad cualquiera tiene 10 semestres, cada semestre tiene cerca de 5 o 6 asignaturas, es decir se ven 60 asignaturas. Cada semestre académico es de 16 semanas, es decir, al año son 32 semanas de estudio, en donde el estudiante tiene cada semestre cinco o seis profesores, trabajos y exámenes de muchas materias en el mismo periodo.
En 1996, pensamos en si había una forma de un currículo diferente, para hacer un programa con mayor concentración y profundidad, que mejore el uso del tiempo y creamos el núcleo problémico. De esta forma, tenemos núcleos de 8 semanas, en donde el estudiante tiene un solo profesor y su equipo, y durante 8 semanas desarrolla retos y casos jurídicos reales. Luego, descansa una semana y vuelve a otro núcleo. De esta forma, tiene cinco núcleos al año, es decir trabaja 40 semanas al año, lo que le permite tener más flexibilidad y terminar en 4 años.
Otra ventaja: si por razones plata, desempleo, enfermedad, etc., un estudiante no puede continuar, en una universidad cualquiera se debe ir 8 meses (2 meses de vacaciones, 4 meses del semestre y otros 2 de vacaciones). Acá puedes salir dos meses y sigues en el siguiente núcleo.
Á. J.: ¿En qué modalidad es la educación: virtual, presencial o híbrida?
D. M. M. C.: El estudiante escoge si es presencial, virtual o híbrida. Paga por núcleos o por todo el año, como quiera. Es un modelo más flexible, que le permite al estudiante ver una clase específica, por ejemplo, Derecho Constitucional y teoría del Estado, en 8 semanas, con muchos casos y profundidad y con todas las herramientas de Legis. No hay materias relleno, porque buscamos aprovechar cada clase, usar bien el tiempo e involucrar mucha tecnología. El profesor puede dividir el grupo en demandantes, demandados, defensores o fiscales y poner en práctica si el estudiante sabe aplicar el código, la legislación y la jurisprudencia en un caso concreto, no si se lo sabe de memoria. Eso permite formar un profesional preparado y actualizado con las competencias del siglo XXI.
Á. J.: Aunque la oralidad y la virtualidad se abren paso en la formación y el ejercicio profesional del abogado, aún existe cierto apego por la escritura y a la formación clásica del abogado. ¿Cómo innovar en formación jurídica?
D. M. M. C.: En la institución tenemos tres cursos que son nuestro sello. Primero, análisis de entorno y creatividad, porque el estudiante debe conocer el universo laboral en el que se desempeñará. Luego, sostenibilidad y, por último, transformación digital. Un énfasis que tenemos es la innovación y virtualidad, para tener una sala virtual y una realidad virtual que nos permita conectar estudiantes virtuales y presenciales. Después de la pandemia, la Rama Judicial se apropió de muchos temas y juicios virtuales. Debemos romper barreras de tiempo y espacio, porque no todos tenemos que estar en el mismo lugar, pero sí conectados y sincronizados para transformar muchas cosas, como la enseñanza.
En los noventa, cuando se creó internet, hubo industrias que se apoderaron de esta innovación, como la banca y el entretenimiento. La educación llegó tarde, solo con la pandemia pudo avanzar más. Nosotros llevamos 20 años innovando, por eso nuestra apuesta ahora es que el abogado mueva las fronteras del conocimiento y use la tecnología a favor de la justicia.
Á. J.: ¿Cómo transformar a la judicatura que aún le apuesta, por ejemplo, a la publicación de edictos en medios impresos?
D. M. M. C.: Lo primero es que debemos tener abogados que aporten una visión más innovadora. Ahí estamos aportando muchísimo. Con lo que ha hecho Legis y CEIPA, los nuevos abogados saldrán con la visión transformadora. Ese ejemplo que usted me da de que un edicto salga en un periódico impreso, que van en caída libre, ya no cumple el objetivo de la publicación: ser visto por todos los interesados. Eso tendrá que evolucionar y cambiará cuando haya abogados especializados que entiendan la tecnología y la usen a favor de la justicia.
Á. J.: Finalmente, muchas universidades hablan de la disminución de la demanda de sus programas. ¿Esta apuesta de Legis y CEIPA es una forma de mantener vigente la educación formal?
D. M. M. C.: Es una respuesta a eso. CEIPA se fundó en los setenta, poco después de mayo de 1968, cuando hubo una revuelta de los estudiantes contra las instituciones, porque estaban enseñando lo que no correspondía. Creo que estamos viviendo otro mayo de 1968, pues los jóvenes están reclamando una educación diferente. Hay un cambio demográfico, ya no hay familias de 15 hijos, ni de seis, hoy los jóvenes tienes un hijo o una mascota. La innovación también lleva a los estudiantes a capacitarse hasta 20 veces en su campo de saber, porque, de lo contrario, su conocimiento queda obsoleto. Eso nos lleva a reinventarnos constantemente.
Pero también hay otro tema, si uno tiene un problema jurídico, por ejemplo, con un socio o un tema penal, uno no quiere que lo defienda o lo asesore alguien que tenga un curso legal, sino alguien que le pueda dar garantías de una carrera profesional. Usted se enferma y no quiere que lo opere alguien que hizo un curso en línea, sino un profesional especializado.
Por eso, CEIPA le ha apostado a tener los mejores aliados para traer las mejores prácticas, para tener un currículo actualizado y activo, metodologías y tecnologías nuevas. Y ya luego, quien quiera hacer un curso específico de IA para abogados, con una formación profesional, seguramente le irá bien.
El conocimiento es exponencial, lo que quiere decir que nos volvemos obsoletos más rápido, por lo que debemos utilizar métodos y alianzas que nos permitan pensar en otras modalidades y formas de actualización permanente en favor de la comunidad.
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