Invitado
Juan Carlos Henao: “Fernando Hinestrosa no había dos en el país y no sé cuándo habrá otro como él”
04 de Octubre de 2012
Juan Martín Fierro
Director ÁMBITO JURÍDICO
No es poca la responsabilidad que la historia le encomienda a Juan Carlos Henao, brillante jurista y exmagistrado de la Corte Constitucional. Asume, como rector y decano de Derecho del Externado, el timón que dejara nada más y nada menos que Fernando Hinestrosa al frente de una de las universidades más influyentes y prestigiosas del país. Hay quienes le cuestionen abandonar cinco años de periodo en el alto tribunal, pero hay también quienes saben que nadie como él, que alimentó una amistad entrañable con su maestro durante más de 30 años, es el hombre indicado para mantener, a velocidad de crucero, el legado del último caballero radical que defendió sin titubeos la enseñanza laica y las ideas liberales. Henao recibió a ÁMBITO JURÍDICO y habló de esa responsabilidad histórica y de sus retos al frente del Externado, entre otros temas.
ÁMBITO JURÍDICO: ¿Qué se siente asumir el cargo que dejó un hombre del talante e importancia de Fernando Hinestrosa?
Juan Carlos Henao: Recibo ese honor con un compromiso institucional y personal muy grande. Para mí es, quizás, el honor más grande que me ha dado la vida. Y lo es porque institucionalmente, creo muy profundamente en la Universidad Externado de Colombia. Creo en su discurso laico, en su discurso cuestionador, en su discurso liberal, en su discurso rebelde, pero, por otro lado, por fuera de lo institucional, está el hecho de remplazar a alguien que realmente es irremplazable y con quien tuve una amistad muy profunda, muy humana, a lo largo de unos 30 años.
Remplazar a un ser que para mí es genuinamente excepcional no es posible. Fernando Hinestrosa no había dos en el país y no sé cuándo habrá otro como él. No he conocido a alguien que tenga su cosmovisión, ese espíritu universal, su ética radical, su honestidad, su conocimiento de la historia. Uno pasaba con él de la historia a la ópera y de la ópera a la literatura y de la literatura a la economía, es decir, era una mente muy medieval. Hinestrosa era uno de esos últimos caballeros radicales, y esto era verdad en su concepción del mundo.
Mi relación con él incidió muchísimo en la decisión de asumir este cargo, sin ninguna duda, pues, de todas maneras, esto significó un cambio abrupto de vida: dejar cinco años que me quedaban de magistrado en la Corte Constitucional, que es uno de los poderes decisorios más importantes del Estado colombiano. Así que recibo este honor con mucha emoción y con mucho compromiso. Sé lo que representa esta universidad, caracterizada por un espíritu independiente, crítico, liberal, laico, democrático e influyente, un espíritu que pesa mucho en la vida social y política del país. Así mismo, no me canso de decirlo: la obra de Fernando Hinestrosa al frente del Externado fue monumental.
Á. J.: ¿Cuáles serán sus prioridades al frente del Externado?
J. C. H.: Mi lema lo he llamado ‘continuismo ascendente’ y bien puede ser objeto de crítica en el sentido de que no llego con algo claro y contundente sobre lo que voy a hacer. Siendo muy franco, la respuesta es que no llego con eso porque estoy conociendo a fondo el funcionamiento de una universidad que tiene 10 facultades, 12.000 estudiantes, 1.500 funcionarios, entre profesores y administrativos, es decir, una universidad enorme. De modo que he estado dedicado, en primera instancia, a conocerla y entenderla, pero hablar de ‘continuismo ascendente’ tampoco es gratuito, porque Hinestrosa dejó una universidad muy sólida, muy bien establecida, no una universidad en crisis a la que hay que salvar o poner a funcionar.
Como temas clave en el comienzo de mi gestión, puedo mencionarle la profundización en la investigación con un enfoque interdisciplinario, la internacionalización del conocimiento con notoria presencia del derecho comparado y actitud de apertura al mundo entero, dando continuidad a los programas de intercambio para facilitar la movilidad estudiantil y profesoral que nos caracteriza. Aquí es muy importante el programa de becarios, pues somos una de las universidades que más invierte preparando a su gente en el exterior. Este programa apoya a unas 100 personas para que se formen, no solamente en beneficio del Externado, sino del país, fiel a la filosofía del maestro Hinestrosa.
Á. J.: ¿Qué piensa ahora como rector del Externado sobre la calidad de la enseñanza del Derecho en Colombia?
J. C. H.: Su problema es la desigualdad. Hay facultades muy buenas, pero hay otras que no tienen un nivel académico suficiente. Estas últimas deberían fortalecerse mejorando la inversión en investigación y buscar la excelencia con el respaldo de una clara política de Estado en este sentido. Otro aspecto es la ética, pues las facultades de Derecho se están especializando en temas sumamente técnicos y dejan de lado la formación de ciencias humanas que también debe tener un abogado.
Este es un punto en el que voy a insistir como decano y como rector en el Externado, porque si bien el abogado de hoy tiene que ser especializado, nunca se debe perder de vista la perspectiva humanista de la profesión, es decir, la formación en filosofía, teoría e historia del Derecho, que puede no dar dividendos concretos en la práctica, pero es fundamental para que los estudiantes tengan una estructura ética y un conocimiento humano que deben prevalecer y complementar el conocimiento técnico.
Á. J.: Según esta perspectiva sobre la formación y la ética, ¿cuál es el abogado que el país necesita?
J. C. H.: Un abogado que siempre sea un factor de paz, de equidad y de democracia en cada una de sus actuaciones. Un abogado demócrata, un abogado que piense en el otro, que maneje un discurso incluyente de cara a la sociedad para la cual labora. Claro, se necesitan abogados para los casos prácticos, técnicos y concretos del Derecho, pero lo más importante, mejor que tener un buen técnico, es tener un abogado humanista, que piense en la equidad de su función. Ahí es donde hay que insistir cuando se habla de formación en Colombia, y esta es una tendencia mundial. La humanidad necesita volver al pensamiento antiguo, al medieval. El éxito profesional no es dominar un minúsculo campo cuando la función de un abogado tiene que ir más allá de eso.
Á. J.: ¿Cómo cambia la enseñanza del Derecho con la entrada en vigencia de grandes y recientes reformas, como el Código General del Proceso (CGP), el nuevo Código de lo Contencioso Administrativo y el Estatuto de Arbitraje?
J. C. H.: El cambio que están produciendo todas estas normas es positivo, en el sentido de que cualquier operador jurídico cada vez es más consciente de que la finalidad del Derecho es llegar a una justicia material, más que a una justicia formal y, de esta forma, se ven los poderes que el CGP otorga al juez para concretar justicia material y no quedarse en entelequias jurídicas de encisos que minimicen la aplicación de los derechos constitucionales. Todo esto va a un cambio de cultura, que parte del operador jurídico como un vector de justicia material y de justicia constitucional.
Á. J.: ¿Cree necesaria una reforma de rango constitucional para la justicia?
J. C. H.: Una reforma a la justicia puede ser positiva, pero no creo necesaria una reforma constitucional para tal efecto. El esquema constitucional está claro, está armado, y no hay necesidad de constitucionalizar todos los temas de la vida social. Creo más acertado empezar a trabajar con proyectos legislativos o con reglamentos puntuales y, sobre todo, fortalecer el presupuesto de la Rama, tal como se está haciendo.
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