Memoriales / Invitado
Alejandro Aponte Cardona: “El Derecho Penal vive una extraordinaria transformación”
02 de Octubre de 2014
Durante su trayectoria académica, Alejandro Aponte Cardona ha estudiado con profundidad diversas áreas del Derecho Penal y la Filosofía del Derecho. Su vida prolífica lo convirtió en un autor de lectura obligada en estas disciplinas de la profesión, tanto en el país como en el exterior.
Recientemente, apareció en el mercado la obra Textos escogidos, que, en dos volúmenes, recopila una parte de su producción jurídica sobre Derecho Penal y Filosofía y Derecho Penal Internacional. Aponte, abogado externadista y doctor en Derecho Penal y Teoría del Derecho de la Universidad de Saarland (Alemania), conversó con ÁMBITO JURÍDICO sobre esta publicación.
ÁMBITO JURÍDICO: Usted acaba de publicar dos volúmenes de textos escritos desde 1991, en diversas áreas del pensamiento jurídico y filosófico. Háblenos un poco de la estructura de la obra.
Alejandro Aponte Cardona: Se trata de dos volúmenes, el primero, con el título de Derecho Penal y Filosofía. El segundo, dedicado a temas de Derecho Penal Internacional y justicia transicional. Los textos no solo se restringen a la reflexión propiamente penal, abarcan distintos ámbitos, como el Derecho Procesal Penal, el Derecho Constitucional o el Derecho Internacional Humanitario. La obra introduce reflexiones dogmáticas, al tiempo que contiene textos más propios de la reflexión político-criminal, la sociología criminal y la filosofía del Derecho Penal. De igual manera, hay textos, dentro de la reflexión penal, dedicados a las relaciones entre guerra y derecho; reflexiones ligadas al derecho penal del enemigo, categoría con la que he trabajado desde comienzos de los noventa. Hay un capítulo en filosofía política que quiero destacar, allí me detengo en el estudio de obras de Carl Schmitt, Walter Benjamin, Niklas Luhmann y en filosofía del Derecho Penal, con Hans Welzel, Gustav Radbruch y Günther Jakobs.
El segundo volumen está más dedicado a reflexiones alrededor del Derecho Penal Internacional y la justicia transicional, dando cuenta de debates actuales muy importantes, relacionados con una mayor coherencia en la empresa de persecución penal nacional de crímenes internacionales.
Á. J.: Desde la introducción, hay una alusión a la metáfora de Platón sobre “El Anillo de Giges”. ¿Cuáles son los orígenes de estos textos y por qué dicha recordación?
A. A. C.: Si bien el primer volumen comienza con un trabajo escrito en 1991, debo remontarme a mi época de estudiante y a la concepción de la revista de los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado El Anillo de Giges. Fui su creador y director. Ella recogió, desde un principio, aportes de estudiantes que estábamos interesados, no solo en la reflexión jurídica, sino en aspectos esenciales de la cultura y del espíritu. Además, siempre recuerdo las palabras del rector Fernando Hinestrosa, enfatizando el uso liberal del tiempo que nos quedaba; en las tardes no teníamos asignaturas y muchos de nosotros dedicábamos esas horas al cultivo del espíritu, incluso, algunos estudiábamos simultáneamente: Filosofía, como en mi caso, o, en otros casos, Sociología o Economía. Recuerdo, además, que teníamos una biblioteca espléndida; allí encontré compañeros de viaje de toda la vida: el hermoso libro de Ernst Bloch, El principio esperanza; la Estética, de Theodor Adorno; el Doktor Faustus, de Thomas Mann; los poemas de Borges y de Georg Trakl; los autores clásicos del Derecho Penal: Carrara, Feurbach, Welzel. Desde allí, en una época de solaz en la lectura y de libertad académica, se forjaron los temas que hasta hoy me acompañan y de los cuales da cuenta esta obra de más de 20 años. Debo resaltar un hecho singular: en cuarto año de Derecho, en la clase de Criminología, fue invitado el profesor Alessandro Baratta, en pleno apogeo de sus aportes en la sociología criminal; luego tendría la posibilidad de adelantar mis estudios de doctorado en el Instituto para Derecho y Filosofía Social de la Universidad del Saarland, en Saarbrücken (Alemania).
Á. J.: En Alemania, elaboró su tesis sobre derecho penal del enemigo. ¿Nos puede hablar de este suceso?
A. A. C.: Una vez culminé mis estudios de pregrado, seguro de que quería dedicar mi profesión a la academia y a la investigación, me inicié como profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes e investigador en la Universidad Nacional, en el recién creado Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI). En ese entorno, hacia 1990, ocurrió un hecho fundamental en la historia jurídico-política del país: la concepción de la nueva Carta Política. Pero también, ya en el terreno de la política criminal y del Derecho Penal, fue expedido el denominado Estatuto para la Defensa de la Justicia, que creó la “justicia sin rostro”, y encontré en él las claves para pensar en las consecuencias de un Derecho Penal no dirigido a sindicados, sino a enemigos, trastornando con ello la lógica misma del Derecho Penal y convirtiéndolo en una especie de continuación de la guerra por medios civiles. Pensando en ello, surgió el primer texto publicado en la obra.
Con estas preocupaciones e inquietudes, viajé a Alemania y adelanté mis estudios de doctorado durante cinco años, encontrando un espacio propicio para pensar en temas que no eran solo nuestros, sino que se adentraban en el carácter intrínseco del Derecho Penal.
Á. J.: ¿Cómo desarrolló ese aprendizaje luego de su regreso a Colombia?
A. A. C.: Hacia finales de los noventa regresé al país, y publiqué mi tesis doctoral en lengua alemana en el año 2002. El trabajo recibió, honrosamente, la calificación de summa cum laude. La publicación tuvo lugar apenas unos meses después del macabro 11 de septiembre del 2001. El mundo entero se ocupó de la lucha antiterrorista, del endurecimiento del Derecho Penal frente a individuos que se colocan radicalmente fuera de todo pacto social: la “guerra contra el terrorismo” y el lenguaje de la enemistad permearon la discusión.
Mi trabajo, que había sido construido a partir de nuestra tradición compleja, pero que estaba escrito en clave más universal, sirvió de referencia para la discusión más global. Destaco este hecho particular, porque tuve la oportunidad con ello y, más aún, un par de años después, con la edición en español de la tesis, de ilustrar internacionalmente, a partir de nuestro caso, dramas, tensiones, crisis, que son inherentes a cualquier modelo de Derecho Penal. Resalto ello, además, porque hoy, con nuestros nuevos dilemas de justicia transicional, el caso colombiano sigue siendo uno con enorme impacto en la discusión global.
Á. J.: Precisamente, el segundo volumen se ocupa del Derecho Penal Internacional y de la justicia transicional. ¿Cuál es su experiencia en estas áreas?
A. A. C.: De manera paralela a mi labor como profesor e investigador, desde hace unos 14 años, he desarrollado mi trabajo como asesor y consultor de agencias nacionales e internacionales en los más diversos temas, por ejemplo, el impulso e implementación del sistema penal acusatorio, en temas de reforma a la justicia penal y, desde hace unos 10 años, en temas ligados a la justicia penal internacional y a la justicia transicional. Ha sido un ejercicio de creación de un centro de investigación, con el apoyo de excelentes estudiantes, que, a lo largo de años, han trabajado como asistentes de investigación. He podido trabajar con las más diversas instituciones, apoyando proyectos de formación de funcionarios y de adecuación institucional. Ha sido una extensión de mi trabajo académico que, con tantos aportes de funcionarios comprometidos, han enriquecido mi vocación.
Á. J.: Y hoy, frente a los nuevos desafíos, ¿cómo se proyecta su obra?
A. A. C.: Quiero destacar que el segundo volumen está muy ligado a la creación, desde hace más de 12 años, del Grupo Latinoamericano de Estudios sobre Derecho Penal Internacional, liderado por el profesor Kai Ambos y apoyado por la Fundación Konrad Adenauer, cuyo programa Estado de Derecho tiene sede en nuestro país, a cargo de Christian Steiner. Desde su inicio, como experto colombiano del grupo, vengo trabajando en temas de Derecho Penal Internacional y en discusiones extraordinariamente fructíferas con colegas europeos y de todo el continente. Destaco, además, el interés de ÁMBITO JURÍDICO, que se ha unido, con la fundación y otras organizaciones, a la discusión seria de nuestros dilemas.
El Derecho Penal vive hoy una extraordinaria transformación en estos ámbitos. Se trata de nuevos lenguajes: la figura del “máximo responsable”, la doble imputación, los criterios de selección y priorización, las nociones de gravedad y representatividad de los crímenes, las nuevas fórmulas de autoría, los derechos de las víctimas y la transformación del lenguaje carcelario por el lenguaje de las penas alternativas y de las sanciones extrajudiciales exigen de los juristas y operadores un trabajo de reflexión denodado y sistemático. Las instituciones viven esa transformación. La estrategia de priorización de la Fiscalía General es un ejemplo de ello. De igual forma, lo vive el sistema penal en conjunto; la Corte Constitucional, con sus debates y audiencias públicas sobre justicia transicional, y la institucionalidad relacionada con los derechos de las víctimas. Es necesario concebir un gran sistema coherente de justicia transicional y buscar una labor más sistemática de persecución penal nacional de crímenes internacionales. La obra busca aportar a estas reflexiones inaplazables.
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