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El jurisconsulto del rock

05 de Febrero de 2016

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Por Juan Camilo Rivadeneira

Redactor Ámbito Jurídico

juan.rivadenera@legis.com.co

 

Debido proceso, garantías, presunción de inocencia, concurrencia... El día a día de los abogados y los estudiantes de Derecho está copado por conceptos, argumentos y teorías jurídicas.

 

Contracultura, desobediencia, revolución. ¿Qué más se puede adjetivar sobre el rock? Parece lo opuesto al Derecho.

 

Quizás se crea que el carácter revolucionario y contestatario de este género musical no se acerque a lo que el ejercicio del Derecho busca. Pero, ya sea en traje o chaqueta de cuero, he aquí al Jurisconsulto del rock, el hombre que ha logrado unir estos dos logros fundamentales de la humanidad.

 

Se trata de Guillermo Mario Pesaresi, un latinoamericano nacido en Buenos Aires (Argentina), cuna del rock en español, abogado y doctor en Ciencias Jurídicas; además, reconocido autor de varias obras de doctrina jurídica y docente de la Universidad de Buenos Aires. Gracias a su banda, Rock Nacional Jurídico, las leyes y la jurisprudencia cobran un nuevo nivel explicativo y de interpretación.

 

Jurígeno (2012), Jurisconsulto del Rock (2015), Jurígeno Express (2015) y su próximo trabajo musical: Jurista de Metal, el cual gira en torno a que el abogado debe ser perseverante y fuerte (de metal) a la hora de defender sus pretensiones, cautiva a la comunidad jurídica llevando un mensaje de pasión y amistad entre el litigio y rock.

 

Ámbito Jurídico entrevistó a este polifacético jurista artista y les presenta su obra musical.

 

 

Pesaresi nació en Buenos Aires (Argentina) en 1967, es abogado de la Universidad de Buenos Aires, cuenta con un doctorado en Ciencias Jurídicas Sociales de la Universidad del Museo Social Argentino.

 

Ámbito Jurídico (Á. J.): El Derecho, tan apegado a la norma, y el rock, tan contestatario ¿cómo unir esas  dos pasiones que parecen tan distantes?

 

Mario Pesaresi (M. P.): Efectivamente, el Derecho y el rock son dos pasiones en mi vida, me debato permanentemente entre la ciencia y el arte. En cierto modo, no parecen sino que son distantes: el Derecho remite a formalidad, circunspección, seriedad, reserva; el rock, a informalidad, diversión, distensión, divertimento.

 

Sin embargo, nada impide su convivencia, pues se trata de actividades en diversas facetas, ambos, el Derecho y la música son cuestiones populares, ínsitas a nuestras vidas. Lo jurídico está presente a cada paso que damos y la música nos acompaña permanentemente, nos alegra el alma. Tal es el concepto base de Rock Nacional Jurídico, una mixtura concebida con naturalidad.

 

Á. J.: Frente a sus canciones consentidas, ¿Cuáles son las composiciones preferidas de su código musical?

 

M. P.: Elijo una tema por disco, así que empiezo, me gusta trabajar la idea conceptual de cada álbum, donde si bien las canciones tocan diversas temáticas, hay a veces invisibles hilos conductores. Por ejemplo, en el disco Jurígeno, la idea es que todo es jurídico, nada ni nadie puede escapar.

 

Principio de concurrencia proporcional

 

 

En el disco Jurisconsulto del Rock, el tema que le da nombre a la placa, habla sobre una ley sancionada en 2012 de fomento de la actividad musical, con lo cual es dable que los músicos conozcan sus derechos.

 

Perención

 

 

Por su parte, en el disco Jurígeno Express, todo fue rápido, porque queríamos testimoniar un cambio importante en nuestra legislación: la derogación de los Códigos Civil y Comercial por uno nuevo, y la implantación en nuestro ordenamiento, entre otros cambios significativos, del divorcio.

 

Divorcio Express

 

 

 

 

Finalmente, el disco que está en plena grabación, y que espero que salga a mediados de año, y que se llamará “Jurista de metal”, gira sobre la idea de que debe ser uno perseverante y fuerte (de metal) a la hora de defender los derechos.

 

Á. J.: ¿Cómo es la rutina de un abogado que además de ser músico se dedica a la docencia y a ser escritor?

 

M. P.: Para hablar un poco de mi rutina, soy judicial hace 30 años, de los cuales 10 llevo de funcionario; es decir, “estoy del otro lado del mostrador”. Es un trabajo muy gratificante: el administrar justicia es una actividad muy honrosa y trato de hacerla con el mayor compromiso y contracción. Luego, mi veta docente la he acotado a una vez por semana.

 

En cuanto a la faz de escritor, ello sí insume tiempo, pero al ser metódico y tener ya una suerte de “know how”, me trazo objetivos concretos y realizables. En este contexto, la música tiene su lugar, pero obviamente sólo en los segmentos libres, de ocio. Organizo las cosas de modo que ensayos y grabaciones sean a una vez por semana, a veces cada 15 días. Cuando se avecina un concierto, corto unos días antes de escribir para focalizarme en el show a presentar.

 

Á. J.: Cuéntenos un poco sobre el proceso creativo cuando encara cada uno de sus trabajos discográficos

 

M. P.: El proceso creativo de una canción es algo mágico, que en verdad depende de las musas inspiradoras. En mi caso, en su origen, el proceso es variable y azaroso. Puedo componer una canción con una guitarra, con un teclado, manipulando pistas o simplemente a cappella; a veces me aparecen las melodías primero, en otras ocasiones busco la melodía sobre textos ya escritos, indagando en la musicalidad de las palabras. En fin, múltiple.

 

Claro que ese proceso lo encaro de lleno durante la vacancia judicial, que en nuestra latitud son todo enero y 15 días de julio. Con tales esqueletos entra a jugar la sociedad compositiva que tengo con Mauro E. Lassos, amigo, músico y guitarrista, quien elige entre los temas por mí propuestos y arma las maquetas de un modo profesional.

 

Una vez listos los demos lo llevamos a la banda, tiempo en el que los restantes tres músicos ponen sus aportes creativos. En cuanto a las letras, algunas son de carácter docente, otras con guiño procesal, otras tocan materias del derecho específicas, otras cuentan historias, y las hay incluso no jurídicas. De todo un poco.

 

Pesaresi, además de ser abogado y secretario judicial, es profesor de Derecho Económico, Actualización en Teoría y Práctica Concursal y Pericias en Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires. 

 

Á. J.: Fusionar la música con el Derecho, ¿cómo ha sido esta experiencia con sus estudiantes?

 

M. P.: Es una experiencia gratificante, muchos se enganchan y se hacen fans de la banda y van a vernos a los recitales. Para la materia que dicto, tengo al menos tres canciones vinculantes, que las explico en clases y las tomo en los exámenes. De todos modos, no deja de tratarse de unas apostillas; lo concreto es el dictado de la materia al modo tradicional.

 

Hace muchos años tuve un sueño, al día siguiente de haberme graduado: que existía un puente  entre lo jurídico y el rock, que se debía destruir el muro entre ambos, que tenía que existir una comunicación prolífica, decente y docente.

 

Á. J.: ¿Cómo asimila un rockero un cambio de jurisprudencia para su ejercicio profesional y para componer?

 

M. P.: Las canciones serían en este caso como las leyes, podrán perder su vigencia pero siguen ahí como documentos, como instrumentos. Algunas de las cosas que se expresan en mis canciones podrán dejar de ser exactas en el futuro en cuanto alguna parte de sus letras, como ocurrió parcialmente con mi tema, Disolución de la sociedad conyugal, pero eso no las invalida como canciones, ya fueron “sancionadas”.

 

En cuanto al ejercicio profesional, lógicamente que hay que estar permanentemente informado de los cambios jurídicos (no sólo jurisprudenciales, sino legales y opiniones de los autores), y en eso cada día estoy ocupado. No pierdo de vista el primer mandamiento del maestro uruguayo Couture: “Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado”.

 

Á. J.:  Los festivales de música están muy de moda, ¿cómo sería un festival de bandas jurídicas?

 

M. P.: Hasta donde tengo entendido, no hay otras bandas jurídicas con el formato de Rock Nacional Jurídico, sí hay conjuntos conformados por abogados que tocan tal o cual música, o grupos que tienen alguna canción que habla de algo jurídico; pero lo que hacemos tengo entendido que es original.

 

Estuvimos en septiembre en el festival organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde concurrieron unas nueve bandas, pero si bien sus integrantes en su mayoría eran estudiantes o graduados de esa casa de estudios, ninguna abordaba temática similar a la nuestra. Lógicamente que celebraremos si tenemos en el futuro otras bandas que sigan nuestras huellas y en tal caso sería un placer participar de un festival a tal fin.

 

 

La banda la complementan Mauro Lassos (guitarrista), Sergio Mayorano (bajista), Fernando Viola (teclados), Santiago Suárez (percusión) y en el piano, Nicolás Ortiz.

 

Á. J.: En la música como en la carrera para ser abogado se presentan diversos impedimentos, cuáles han sido las de un jurisconsulto del rock

 

M. P.: Por fortuna, no se me han planteado impedimentos que me hagan desistir del proyecto. Sí hablaría de dificultades propias de una producción como la encarada, que es totalmente independiente.

 

Espero llegar algún día a que sea un proyecto autosustentable, que de momento no lo es. Otro tema, que es muy difícil es el de la publicidad y difusión, pues no cuento con colaboración ni presupuesto a tal fin; con lo cual dependo del boca a boca o de lo poco que orgánicamente me muevo en las redes sociales, por ejemplo, Facebook y el blog Rock Nacional Jurídico.

 

Á. J.:  Un mensaje para los estudiantes de Derecho en Colombia que sueñan con ser abogados y mezclar esa pasión con el arte

 

M. P.: Quiero ser muy cuidadoso en contestar esta pregunta. Yo estoy haciendo esto porque estoy cerca de los 50 años y formado como profesional, a la vez que si bien hago música y soy cantautor, no soy músico en el sentido estricto de la palabra.

 

Si le tengo que dar un mensaje a un estudiante de Derecho le diría que primero sienta la vocación, y si la tiene que pongan todas o casi todas sus energías en estudiar, aprender, formarse y graduarse para el ejercicio pleno y comprometido de esta difícil profesión.

 

La música en este caso no puede venir a invadir ni a perturbar esa misión, esos objetivos; debería ser algo secundario en sus actividades, sólo como cable a tierra. Si logra que eso pase, podrá convertirse con el tiempo en un “jurisconsulto del rock” o en un “jurista de metal”. A contrario sensu, si la pasión por la música es superior a las ganas de estudiar, entonces cabrá replantearse la vocación.

 

Á. J.:  Una más, queremos saber sus influencias en el rock y sus profesores de Derecho esenciales

 

M. P.: Mis influencias musicales son variadas. En primer lugar, le puse a la banda el nombre de Rock Nacional Jurídico a modo de homenaje, pues aquí en Argentina la música rock cantada en castellano tiene una larga raigambre de 50 años.

 

Crecí escuchando música vernácula como Luis Alberto Spinetta, Charly García o Fito Páez, o bandas como Soda Stereo, Virus, Sumo o Los Abuelos de la Nada. La lista es extensísima. Soy un admirador de este movimiento que, tengo entendido, fue pionero en Latinoamérica.

 

También tengo gastados los surcos de los discos de los Beatles y los Rolling Stones, de bandas emblemáticas de rock sinfónico de la década del setenta como Pink Floyd, Yes, Génesis, Queen, y de bandas pesadas clásicas, por ejemplo Deep Purple, Led Zeppelin, AC/DC.

 

En cuanto a profesores de Derecho esenciales, la verdad que en directo no tengo ninguno sobresaliente como para destacar. Sí los autores de libros clásicos con los cuales estudié, como Llambías o Borda en Civil, como Soler o Fontán Balestra en Penal, como Couture en Procesal.

 

Puede consultar toda su obra en la  siguiente página de internet: Rock Nacional Jurídico 

 

Equipo de trabajo: Fotógrafías:Luis María Herr, Infojus Noticias. Comunicadora Gráfica: Lady Johanna Medina. Editor: José Wilmar Patiño.

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