Openx ID [25](728x110)

1/ 5

Noticias gratuitas restantes. Suscríbete y consulta actualidad jurídica al instante.


Ley Ángel: los animales hablan y crean Derecho

La Ley Ángel, aprobada por el Congreso el pasado 25 de febrero, actualiza y refuerza las normas penales y policivas de protección animal.
229036
Imagen
Ricardo-Diaz-Alarcon

19 de Marzo de 2025

Ricardo Díaz Alarcón
Abogado de la Universidad de los Andes, especialista en Derecho Ambiental de la Universidad del Rosario y magíster en Derecho (LL. M.) de la Universidad de Harvard (EE UU)

“Cuando Albert Camus era un joven muchacho en Argelia, su madre le dijo que le llevara una de las gallinas que tenía en una jaula en el patio. Obedeció, vio a su madre degollar a la gallina con un cuchillo de cocina y recoger la sangre en un cuenco, de modo que el suelo no se ensuciara. El grito mortal de la gallina quedó impreso de modo tan obsesivo en la memoria del muchacho que en 1958 escribió un apasionado ataque contra la guillotina. Como resultado en buena parte de la polémica suscitada, la pena capital fue abolida en Francia. ¿Quién puede sostener, entonces, que la gallina no habló?” J.M. Coetzee, Las vidas de los animales (1999).

La Ley Ángel, aprobada por el Congreso el pasado 25 de febrero, actualiza y refuerza las normas penales y policivas de protección animal, y ordena la capacitación de jueces, fiscales e inspectores de policía en esta materia. La ley, de autoría de la senadora Andrea Padilla, rinde homenaje a Ángel, un perro de cinco meses que fue despellejado vivo y que sobrevivió tras más de 15 cirugías y varios años de cuidado. En agosto del año pasado, Ángel visitó las instalaciones del Congreso en compañía de sus cuidadoras. Así, se convirtió en testimonio vivo de los miles de animales que sufren iguales torturas a diario, cuyas historias pasan inadvertidas o quedan sepultadas tras los muros de un laboratorio o un matadero. ¿Quién puede decir, entonces, que Ángel no participó en el debate y no contribuyó a convencer a los congresistas de aprobar la ley que lleva su nombre?

El lenguaje de los animales

El episodio de Camus y la gallina que Coetzee evoca y la historia de Ángel suscitan una pregunta especialmente relevante en tiempos de crisis climática y de salud pública a nivel global: ¿cómo cambia el Derecho cuando escuchamos (y tomamos en serio) las voces de los animales?

Durante siglos, los seres humanos hemos creído que tener lenguaje significa poder comunicarse de forma verbal y escrita. La mayoría de los animales de otras especies, desde luego, no pueden hacer esto. Pero para los demás animales, las fronteras de la comunicación son inmensamente más amplias e incluyen gestos, gruñidos, cantos, aleteos y olores, entre muchas otras cosas. En ese sentido, los animales tienen mucho que decir, si les hacemos las preguntas correctas.

Vivir con otros animales, como perros o gatos, nos lleva a entenderlos de forma mucho más profunda. La convivencia cercana nos revela que los animales pueden establecer límites (como dejar claro que algo les desagrada o que prefieren estar solos), pedirnos cosas (como pasar por un lugar y no por otro), crear un vocabulario común (al entender cómo reaccionamos a ciertos de sus comportamientos) y hasta negociar con nosotros. Todos los animales, incluyendo los que comúnmente consideramos “comida”, como las gallinas, los cerdos, las vacas y los peces, se comunican de estas y muchas otras formas que varían según el contexto y las circunstancias.

Por supuesto, la comunicación de los animales florece cuando se sienten libres y se satisfacen sus necesidades, y sus voces se apagan cuando destruimos su hábitat o los confinamos para explotarlos como objetos de entretenimiento, experimentación o consumo. Por eso, para hacerles a los animales “las preguntas correctas” y escuchar sus voces es necesario permitirles existir y correlacionarse en contextos que conduzcan a su florecimiento.

Los animales como actores políticos y creadores de Derecho

Escuchar a los animales no es difícil, si estamos abiertos a comprenderlos como sujetos-agentes con intereses y preferencias. Al concebir a los animales de esa manera, la idea de que nuestras sociedades y sus sistemas jurídicos están dominados por los seres humanos y deben estar diseñados exclusivamente para ellos empieza a perder fuerza.

En realidad, nuestros territorios están habitados por sujetos humanos y no-humanos y nuestras sociedades son el resultado de las interacciones entre ambos. Las decisiones políticas que tomamos sobre ese territorio no solo nos impactan a nosotros; también benefician o afectan a la inmensa variedad de animales que habita nuestro país y que nos supera de forma significativa en número. Si vemos a los animales como sujetos con voz, con intereses y preferencias relevantes, podemos dejar a un lado la tiranía de gobernar sobre ellos sin tenerlos en cuenta. En cambio, podemos construir sociedades más respetuosas y compasivas, que promuevan la satisfacción de los intereses de todos sus ciudadanos, humanos y no-humanos.

En ese sentido, los animales también pueden ser actores políticos, si nos permitimos deliberar con ellos. Esto implica preguntarnos, por ejemplo, quiénes son los animales que cohabitan el territorio, qué tipos de relaciones quieren y necesitan establecer con los seres humanos, y cómo nuestras decisiones pueden satisfacer mejor sus intereses y los nuestros. El resultado de esta deliberación interespecie debería resultar en normas jurídicas un poco más justas.

Imagino a Ángel, quien falleció poco antes de la aprobación de la ley que lleva su nombre, narrando su historia ante el Congreso con su caminar oscilante y demostrando su fuerza con un terco y alegre deseo de jugar. También imagino a los congresistas mirándolo a los ojos y reconociéndose en ellos.   

Gracias por leernos. Recuerde que si es suscriptor puede descargar el documento soporte de esta noticia en el menú superior. Si le gusta estar informado, suscríbase y acceda a todas nuestras noticias, los datos identificadores y los documentos sin límites.

¡Bienvenido a nuestra sección de comentarios!
Para unirte a la conversación, necesitas estar suscrito. Suscríbete ahora y sé parte de nuestra comunidad de lectores. ¡Tu opinión es importante!

Openx inferior flotante [28](728x90)

Openx entre contenido [29](728x110)

Openx entre contenido [72](300x250)