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Arturo Valencia Zea: el civilista imprescindible

13 de Enero de 2015

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Andrea del Pilar Cubides

Redactora Ámbito Jurídico

 

Todo aquel que haya incursionado en el estudio del Derecho seguramente consultó los tomos del Curso de Derecho Civil colombiano de Arturo Valencia Zea, el maestro, tal como lo llaman sus amigos, colegas y discípulos.

 

Valencia Zea, hijo de campesinos arrieros y nacido en Bojacá (Cundinamarca) el 15 de noviembre de 1914, quizás nunca imaginó la trascendencia que su tratado llegaría a tener en las instituciones del Derecho Privado, la comunidad académica y la administración de justicia.

 

Curiosamente, este egresado, en 1941, de la “Facultad Nacional de Derecho”, como solía identificar a la Universidad Nacional de Colombia, se interesó inicialmente por las matemáticas, lo que le auguraba un futuro prometedor en el campo de la ingeniería. Sin embargo, su preocupación por la injusticia social y su gusto por las humanidades, principalmente la escritura y la literatura, lo motivó a escoger la abogacía como profesión.

 

Su brillantez sobresalió desde su época estudiantil. Empezó a destacarse desde su labor de monitor académico y luego presentó su tesis laureada y titulada Método de interpretación de la ley, producto de la influencia de las obras de Gény, Savigny, Planiol, Ripert y Josserand.

 

Posteriormente, al ser estudiante de último año, tuvo la oportunidad de viajar a Chile, donde conoció a la abogada María Luisa Lopetegui, con quien concibió a sus dos hijos, Juan y Martha. Esta última lo recuerda como un hombre tranquilo, sencillo, organizado, afable y dedicado a sus labores con esmero, ya que solo descansaba los domingos.

 

Revolucionario y vanguardista

En 1944, inició su larga estadía en la academia, donde hizo parte del profesorado de las universidades Nacional, Santo Tomás y Externado de Colombia y Central de Panamá. Simultáneamente, escribió su obra cumbre, compuesta así: I. Parte General; II. De las personas; III y IV. Derecho de familia; V. Derecho de las cosas; VI. De las obligaciones; VII y VIII. Contratos, y IX. Sucesiones y donaciones.

 

Seguidor de Hegel, Valencia Zea se basó en la filosofía y el Derecho de Alemania, país en el que residió en 1960, con el fin de revolucionar el sistema jurídico colombiano. Según el actual decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, Genaro Sánchez, el maestro “constituyó un hito, pues aplicó el esquema de interpretación y análisis jurídico, la enseñanza y el aprendizaje del Derecho y los conceptos y metodologías de origen germánico, sin dejar de lado la genealogía del nuestro”.

 

En opinión del docente Álvaro Ortiz Monsalve, encargado de actualizar su obra, “Valencia Zea fue universal, rompió con nuestra dependencia del Código Civil francés y, sin desconocerlo, abrevió de otras fuentes, para traernos el conocimiento del Derecho europeo”.

 

Simpatizante de Marx, el maestro dio gran fuerza a la autodeterminación del individuo, pero conjugando la autonomía privada de la voluntad, eminentemente liberal, con su formación socialista, añadió Ortiz.

 

Como si fuera poco, también hizo una ruptura de la concepción mágico-religiosa de nuestro Derecho, para centrarlo en un concepto totalmente laico y político fundado en los sistemas democráticos, igualitarios y participativos. Valencia Zea “es al estudio del Derecho en Colombia, lo que fue la Ilustración a los movimientos históricos culturales e individuales europeos”, resalta Ortiz.

 

Ícono insuperable

Aunque Valencia Zea solo ejerció la magistratura de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia durante un año, esto no fue un obstáculo para que su conocimiento reluciera a través del proferimiento de casi un centenar de sentencias de casación y 10 fallos sobre asuntos constitucionales y generales. En efecto, en 1958, dejó las inolvidables providencias sobre la rescisión del contrato por lesión enorme, la acción reivindicatoria, la venta de cosa ajena, los alcances de la culpa y la buena fe, entre otros temas.

 

Valencia Zea “es el abanderado de una nueva forma de interpretar el Derecho, en su momento, rompió con el estudio de la exégesis y se volvió partidario de una concepción científica, que todavía en Colombia no se maneja con el debido rigor”, asegura Ortiz.

 

A pesar de su paso por las altas esferas del poder, este “ícono de la justicia”, como lo califica el exmagistrado José Alejandro Bonivento, siempre fue genuino, prudente, sencillo, humilde y sobrio, y solo se molestaba por el alumno ignorante, el que no estudiaba.

 

La lista de cualidades no termina ahí. Valencia Zea fue un hombre altruista, consciente de la importancia de compartir sus conocimientos, de buenas maneras, arraigada sensibilidad y respeto hacia los demás, humanista, promotor de la igualdad e insuperable, considera Sánchez.

 

Jurista y maestro

Permanentemente, Valencia Zea enseñó, estudió, escribió y se preocupó por que los abogados siguieran su ejemplo. Por fortuna, su “Facultad Nacional de Derecho” lo tuvo como decano en 1963 y en el periodo 1982-1983, y en calidad de profesor de planta hasta 1992, fecha en la que se desvinculó por edad de retiro forzoso.

 

De forma complementaria a su tratado, también publicó La posesión en el derecho civil actual (1978) y Origen, desarrollo y crítica de la propiedad privada (1982), con connotaciones no solo jurídicas, sino también históricas, económicas y sociales.

 

No obstante, el legado del maestro Valencia Zea no solo radica en sus obras ni en el ejercicio de la docencia. Su visión del Derecho lo inquietó acerca de la necesidad de redactar un proyecto de reforma al Código Civil y, sin que esto le bastara, presentó una propuesta de código de Derecho Privado unificado, que abarcaba, en 1926 artículos, la normativa civil y la comercial, principalmente en lo relacionado con las obligaciones y los contratos.

 

Del mismo modo, Valencia Zea participó en las comisiones preparatorias de las leyes 75 de 1968, 1ª de 1976 y 29 de 1982, relativas a la filiación; el divorcio y la separación de cuerpos, y la igualdad de derechos herenciales para los hijos matrimoniales, extramatrimoniales y adoptivos, respectivamente.

 

Con todo eso, son innumerables los méritos que engrandecen el legado del maestro Valencia Zea y justifican de sobra el título de doctor honoris causa concedido por su alma mater, en 1987.

 

A sus 79 años, Valencia Zea falleció el 16 de julio de 1993 y dejó su sabiduría plasmada en libros, normas y fallos, y en estos, la supremacía de la igualdad, el respeto hacia los otros, la claridad y precisión conceptual, la visión universal del Derecho, su perspectiva histórica y sociológica y su fundamentación en fines y principios.

 

La devoción por el Derecho y su disciplina y rigurosidad académicas hacen de Arturo Valencia Zea un maestro de maestros y autor imprescindible de consulta, concluyó Sánchez, durante el sentido homenaje que la Universidad Nacional le realizó los días 13 y 14 de noviembre del 2014.

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