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Especiales / Informe


Oportunidades y riesgos en el metaverso

13 de Abril de 2023

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Lucas Marsden-Smedley Rodríguez

Consultor Senior de FTI Consulting

Recientemente, tuve la oportunidad de participar en el panel titulado Emerging legal issues in the metaverse: new digital horizons for businesses, en el marco de la Biennial IBA Latin American Regional Forum Conference[1]. Dicho panel abordó temas jurídicos emergentes en torno a la responsabilidad penal, las transacciones desde el punto de vista financiero y los aspectos tributarios en el metaverso.

De esa conversación se concluye con total claridad que el metaverso constituirá una parte fundamental de la Web 3. 0 –la próxima iteración de internet– y que acabará adoptándose de manera masiva. En FTI Consulting, hemos visto cómo sectores que van desde los servicios financieros hasta la minería y las telecomunicaciones muestran su interés por hacer parte de este espacio. Cada vez son más las empresas que nos hacen las siguientes preguntas: “¿Necesitamos estar presentes en el metaverso?”, “¿Cuál debería ser nuestra estrategia de participación en el metaverso?”, y notamos que esas mismas empresas se hacían estas mismas preguntas sobre las redes sociales durante la primera década del siglo XXI.

Es un espacio nuevo y apasionante en el que se están desarrollando diversos usos que incluye la creación de plataformas jurídicas, simulaciones de procesos operacionales, y módulos de formación y entrenamiento. FTI Consulting también ha colaborado en diversas fusiones y adquisiciones, ya que varias empresas de la lista Fortune 500 adquieren empresas de la Web 3.0. Cada vez hay más fondos de capital, tales como Venom Ventures, Hiro Capital y Andreessen Horowitz que invierten en el metaverso[2]. Se calcula que el mercado del metaverso mueve actualmente USD$ 61,8 billones[3].

Sin embargo, los nuevos espacios conllevan nuevos riesgos. El tercer tipo de proyecto más importante que hemos visto, aparte de las estrategias de compromiso y la debida diligencia en los tratos, son preocupaciones sobre los riesgos –la privacidad y la seguridad de los datos en el metaverso–. En concreto, los riesgos legales proceden de dos ángulos: el sector privado y los delincuentes.

Riesgos del sector privado

Es importante comprender las fuerzas que están desarrollando la Web 3.0. La Web 1.0 (la primera etapa de internet) fue un esfuerzo del sector público que surgió en los años 1960 con académicos e investigadores del gobierno estadounidense que querían crear un sistema de comunicaciones durante la Guerra Fría[4]. Esta es una historia muy diferente de la que estamos viviendo ahora, puesto que la tercera etapa de internet está siendo desarrollada por grandes empresas multinacionales, entre ellas Microsoft y Meta. En última instancia, estas empresas buscan primariamente beneficios económicos, por lo que la monetización está incorporada desde el principio, y asuntos tan relevantes e importantes como la privacidad y la propiedad de los datos están recibiendo menos atención.

Este enfoque ya ha provocado varias polémicas. Bots controlados por inteligencia artificial (IA) y avatares de marcas patrocinadas por empresas han estado vendiendo productos en plataformas como Roblox[5]. No existe una regulación que exija a los creadores de estos avatares el cumplimiento de unas características particulares que permitan a los usuarios distinguir estos avatares de los usuarios reales, lo que crea la posibilidad de manipular el comportamiento de los usuarios e inflar artificialmente la demanda de productos. Por ejemplo, en el mundo abierto de Hot Wheels en Roblox, se sabe que los avatares de IA instan a los usuarios a comprar modelos de coches mejorados[6]. La ONG Truth in Advertising presentó una denuncia contra Roblox por el uso de “advergames”. Se trata de juegos patrocinados que venden subliminalmente un producto. En una plataforma con más de 25 millones de niños, es preocupante que no se haga una distinción suficiente entre publicidad y entretenimiento[7].

Es probable que veamos surgir más problemas de este tipo y más litigios en torno al uso de datos personales. El modelo de negocio de las empresas de la Web 2.0 consiste en ofrecer servicios gratuitos a cambio de datos. En el metaverso, la escala de los datos recibidos no tendrá precedentes. Se aprovechará información como la biometría, las grabaciones de voz, la geometría facial y los gestos para elaborar perfiles de usuarios y hábitos de consumo, que luego podrán venderse a terceros y agencias de publicidad[8].

Esto se aleja mucho de la ideología de la Web 3.0. El mandato de que los usuarios sean los propietarios de sus datos es fundamental para la próxima evolución de internet, sin embargo, de momento no está claro cómo pasaremos a este modelo descentralizado desde el oligopolio dominante de las empresas tecnológicas. Mientras tanto, las empresas deben estar fuertemente reguladas para garantizar el tratamiento ético de los datos de los usuarios.

Riesgos de los delincuentes

Existen preocupaciones válidas sobre cómo se prevendrán y penalizarán las actividades delictivas en el metaverso.

En primer lugar, está la cuestión de cómo se comportan los usuarios en línea. Donde quiera que se lleve a la sociedad, se llevan los problemas de la sociedad, y los espacios digitales –con sus elementos de anonimato e irrealidad– tienen tendencia a exponer y fomentar las fantasías más violentas de la sociedad. Aunque las plataformas del metaverso han implementado dispositivos de seguridad, como el "Safe Zone" de Horizon Worlds de Meta, que impide que los avatares se acerquen demasiado, se han dado varios casos de manoseo, acoso, catfishing y abuso[9]. Según Extended Mind, el 49 % de las mujeres han declarado haber sufrido al menos un incidente de acoso sexual mientras utilizaban productos de realidad virtual (RV)[10]. Aún es muy incierto el tratamiento jurídico que se dará a este tipo de casos, toda vez que la delgada línea existente entre lo físico y lo digital se difumina cada vez más gracias a las tecnologías inmersivas y hápticas.

En segundo lugar, está la desinformación. La desinformación en las redes sociales (las mismas empresas desarrollando el metaverso) ha influido en importantes acontecimientos políticos, desde las elecciones presidenciales estadounidenses del 2016 hasta el referéndum sobre el brexit el mismo año[11]. Aunque puede que Elon Musk haya planteado estas preocupaciones por motivos subliminales, es innegable que los bots son un problema grave en plataformas de la Web 2.0, tales como Twitter y Facebook.[12] Ahora, con el auge de tecnologías de IA generativa como ChatGPT, existe una capacidad mucho mayor para llevar a cabo campañas generalizadas de desinformación y radicalización[13]. En Tailandia, por ejemplo, un análisis de The Diplomat advierte que el metaverso podría alimentar el extremismo ideológico y la división política que se está gestando en el espacio Web 2.0[14].

En tercer lugar, están los ciberataques. El metaverso digitalizará una porción mayor de las vidas –incluidas las relaciones, el trabajo, el ocio y las actividades sociales– creando un océano de datos mayor del que jamás hemos visto. Esto intensifica el riesgo de robo de datos y los ciberataques de la Web 2.0. Este mismo año, Facebook y LinkedIn han sufrido filtraciones de datos que han comprometido más de 500 millones de cuentas[15]. Pero más que contraseñas y direcciones de correo electrónico, el robo de identidad en el metaverso puede afectar información íntima sobre relaciones personales y laborales, además de plantear problemas legales por el uso indebido del avatar de un usuario: ¿cómo demostrar que las acciones de un avatar fueron realizadas por su propietario?

Otro asunto que es supremamente relevante resaltar es el riesgo financiero. Uno de los principales cambios de la Web 3.0 consiste en concebir el dinero y la moneda como información. La idea es que el comercio fluya a la velocidad de la información, aportando muchas ventajas en torno a la experiencia del usuario. En este contexto, la mayoría de los gobiernos del mundo están creando Central Bank Digital Currencies, monedas digitales de curso legal que facilitarán los pagos sin fricciones[16]. Sin embargo, cuando se pone el dinero en el mismo dominio que los datos, es muy probable que los casos de fraude y estafas financieras incrementen exponencialmente.

Adicionalmente, surgirán nuevas ciberamenazas, debido al cambio en la infraestructura. Las tecnologías basadas en el blockchain y los activos digitales conllevan riesgos específicos, como el robo de NFT, las estafas con criptomonedas, el ice-phishing (transferencia de los tokens de un usuario a un actor de la amenaza), así como la ampliación del potencial de los vectores existentes de ciberataque, como los ataques de social engineering y el ransomware (por ejemplo, el bloqueo de un usuario de sus activos digitales). Como resultado, es probable que el mercado de seguros se convierta en un sector importante en el metaverso: al igual que existen riesgos de incendio y robo con la propiedad en el mundo físico, la propiedad digital conlleva riesgos como fallos tecnológicos, quiebra de plataformas y hackeos. Con propiedades que se venden por hasta USD$ 4,3 millones en plataformas del metaverso como The Sandbox, es esencial asegurar y proteger estos activos digitales[17].

En el ámbito empresarial, muchas compañías han empezado a utilizar digital twins para realizar simulaciones y ser más eficientes en los procesos de negocio y mantenimiento[18]. Los digital twins utilizan modelos 3D y datos en tiempo real para crear una representación digital exacta de un objeto físico o de todo un sistema de objetos, como una fábrica o una explotación minera[19]. Esta tecnología puede ahorrar miles de millones a las empresas, aunque abre la puerta a que los ciberatacantes roben planos, IP e información detallada sobre la maquinaria existente o los próximos MVP.

Por último, y como ya lo expusimos, el metaverso podría utilizarse como la principal plataforma para la comisión de delitos. Las posibilidades, además de las mencionadas, también incluyen organizaciones criminales internacionales que celebran reuniones virtuales o vendedores de la web oscura que crean mercados virtuales del "silk road"[20]. En general, la regulación será esencial para garantizar que el metaverso no se convierta en refugio de actividades delictivas, que van desde el blanqueo de dinero (el metaverso ya está siendo descrito como un importante "tax haven") hasta la incitación al odio y el tráfico de drogas[21].

Conclusión

En última instancia, la cuestión se reduce a conseguir el equilibrio adecuado entre anonimato y responsabilidad. Por un lado, los usuarios deben poder navegar por el metaverso con la confianza de que sus datos permanecerán privados y protegidos. Pero, por otro lado, el anonimato total conduciría a un "wild west" que propagaría actividades poco éticas y delictivas. La cuestión de la atribución ya se está planteando en el ciberespacio: es increíblemente difícil decir con certeza de dónde procede un ciberataque y llevar a los autores ante la justicia[22]. Un marco reglamentario y medidas sancionadoras severas serán esenciales para evitar estos riesgos a medida que el metaverso se desarrolle e inaugure la próxima etapa de internet.

 

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