Acusados por un emoticón
22 de Marzo de 2019
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Cuando el sistema operativo IOS introdujo los emoticones en el 2011 era inimaginable que trascenderían la moda, amenazarían con remplazar a las palabras y escalarían a los estrados judiciales.
Eric Goldman, profesor de Derecho de la Universidad de Santa Clara (California), estudió la presencia de estos íconos en las cortes de EE UU y encontró que, desde el año 2004, se han empezado a valorar los emoticones como pruebas en los juicios y su uso se ha incrementado.
Gráfica(Eric Goldman / Santa Clara University)
Así, en el caso de Elonis Vs United States, por primera vez la Corte Suprema de Estados Unidos aceptó conocer un asunto de amenazas basado en evidencias de redes sociales.
Anthony Elonis publicó en su página de Facebook frases violentas contra su exesposa, la defensa dijo que solo estaba bromeando y alegó el uso de emoticones, pero la Corte lo condenó a 33 años de prisión.
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Otro caso emblemático es el de un hombre arrestado en una redada contra la prostitución por cargos de proxenetismo. Los fiscales intentaron demostrar su culpabilidad usando como pruebas varios mensajes directos de Instagram que el hombre había enviado a una mujer, en uno de ellos se podía leer la siguiente frase: “El trabajo en equipo hace que el sueño funcione”, seguida de los emoticones de un zapato de tacón y una bolsa llena de dinero.
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No obstante, dice el estudio, pese a la influencia de los emoticones en múltiples casos, los jueces americanos no los han admitido como prueba exclusiva. Vale la pena preguntarse ¿falla el juez al no tener en cuenta el uso de emoticones en un caso? ¿El vacío normativo impide que se avance en la valoración de la prueba? ¿Puede dotarse de un significado unívoco a los emoticones para otorgarles valor probatorio?
Soslayar la importancia de los emoticones en tiempos de comunicaciones inmediatas y nuevos lenguajes sería problemático, pues no se trata de meros signos de puntuación emocional, sino que construyen mensajes y su uso combinado permite dotar de contexto una oración e incluso imprimirle un tono a la conversación. ¿En Colombia, jueces, fiscales y abogados podrían usarlos como prueba?
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