Herramientas tecnológicas “de a pie”
15 de Septiembre de 2023
Elver Javier Baquero Huérfano
Director Jurídico Aliados Capital S.A.S.
Indudablemente, la pandemia afectó negativamente al mundo entero, pero el aislamiento y la “distancia social” en los que esta generación se vio obligada a sobrevivir por casi tres años generó consecuencias que acelerarían inimaginablemente el avance tecnológico de un país en desarrollo como el nuestro.
Sin pandemia, seguramente pasarían años o, tal vez, décadas para que perfeccionáramos gestiones como compras, pagos, negocios, salud, recreación, cultura y demás que hoy en día realizamos cada vez con más frecuencia, confianza y normalidad, a través de los medios tecnológicos dispuestos e impuestos por la sociedad en general.
La legislación procesal y sustancial colombiana desde años atrás, cuando se hablaba de “política de cero papel” y se escuchaban escasos llamados por cuidar el medioambiente, ya había implementado normas que, a la postre, fueron letra muerta, que se aplicaron a media marcha o que no tuvieron los efectos para los cuales fueron creadas. Son varios los ejemplos, como la Ley 527 de 1999 (comercio electrónico), la Ley 2052 del 2020 (Ley Antitrámites) y normas puntuales como el artículo 53 y subsiguientes del capítulo IV del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo (CPACA, utilización de medios electrónicos en el procedimiento administrativo) y el artículo 186 del CPACA (actuaciones a través de medios electrónicos en materia contenciosa administrativa). En fin, textos y disposiciones legales que colateralmente fueron favorecidos y puestos en práctica con la propagación mundial del covid-19.
Punto de partida
Dichas normas sirvieron de soporte y punto de partida para que las autoridades civiles, administrativas y judiciales del país expidieran una serie de medidas un tanto “incómodas” y “engorrosas”, como el Decreto 820 del 2020, la Ley 2213 del 2022 y la Ley 2080 del 2021, que obligaron a la comunidad jurídica, en principio y, consecuentemente, a la sociedad en general, a introducirse en el mundo de la virtualidad.
Esto permitió perfeccionar cada día más dichas prácticas y asumir un contexto diferente de sociedad, imprimiendo el sello colombiano en este tipo de relaciones que claramente abrieron la puerta a un universo más cercano a la realidad de los países desarrollados. Así, se aceleró, casi a tiempo real, la resolución de conflictos y se optimizaron tiempos en los procesos, desapareciendo trámites burocráticos innecesarios, gestiones notariales superfluas, costosas y, con mucha frecuencia, saturaciones humillantes para los usuarios, que, al final del día, somos todos en una u otra área.
Más retos digitales
Grandes retos trae la era digital. Por supuesto, también abre escenarios que ponen en riesgo la seguridad de las personas, la intimidad y la formación de los niños, niñas y adolescentes. No obstante, lo cierto es que la virtualidad nos dio un empujón hacia el desarrollo tecnológico de la humanidad al que, seguramente, no hubiéramos avanzado sin esta tragedia mundial de salud.
Hoy, el aparato judicial y las autoridades administrativas, célebres por sus largos tiempos de espera en la resolución de conflictos, con una infraestructura llena de necesidades logísticas, de talento humano y de tecnología, son las áreas que más han sido favorecidas con la implementación de sistemas digitales y que más beneficios producen a la sociedad en general.
Esta realidad, articulada con la expedición de normas e instrumentos que obligan y permiten fortalecer los mecanismos virtuales, como, por ejemplo, los portales de peticiones, quejas, reclamos y solicitudes de las entidades; la radicación de demandas y tutelas en línea; los portales de atención virtual; los estados electrónicos; las notificaciones por correo; la validez del poder por mensaje de datos; los portales web como Samai; la implementación de expedientes digitales; la firma digital y muchos otros que se escapan a esta lista, de alguna manera empezaron a descongelar la época de prehistoria en la que estábamos viviendo. Además, sirvió para educar a las generaciones venideras, sumergidas en un mar de tramitología y formalismos que generaban contaminación de toda índole, pérdida de tiempo, estrés y desaceleración del crecimiento colectivo. Todo esto, en resumen, ha servido para que los ciudadanos de “a pie” tengan herramientas digitales al alcance de la mano.
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