¿Su formación académica coincide con lo que expone en su hoja de vida?
28 de Abril de 2018
Catalina Albornoz De la Cuesta
Redactora
Después de 35 días de una profusa cobertura por parte de la prensa española, la dimisión de Cristina Cifuentes a la presidencia de la Comunidad de Madrid (España), ocurrida el pasado miércoles, parece cerrar el más reciente escándalo que ha envuelto a un servidor público en ese país por tratar de “inflar” su hoja de vida.
Y aunque, curiosamente, el hecho que marcó la decisión de la política fue la divulgación de un antiguo video de las cámaras de seguridad de un almacén en donde la requisaban por intentar extraer dos cremas antiarrugas, al parecer sin pagar, la presión de la comunidad española para que se determinara la veracidad de su currículum no cesó durante todo ese tiempo.
El periódico El Diario.es fue el encargado de revelar, en exclusiva, las irregularidades que existieron alrededor de su titulación como magíster en Derecho Autonómico, de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) de Madrid. (Lea: Grados, másters, posgrados, tesis… ¿algo más?)
Pese a las múltiples explicaciones brindadas por Cifuentes, se informó que las notas requeridas para cumplir con el pénsum académico de la maestría fueron alteradas, en colaboración con algunos miembros de esa institución, lo que condujo, finalmente, a que aprobara el posgrado sin haber asistido a clases o haber presentado y sustentado el trabajo final requerido.
Pero eso no es todo, el incidente dio pie para comprobar que durante los 25 años de su carrera política Cifuentes incluía y eliminaba de su hoja de vida diversos estudios de posgrado, según cada nueva legislatura.
Esta situación se presta para hacer profundas reflexiones, pues Colombia también ha conocido que algunos profesionales, tanto de la esfera pública como de la privada, “maquillan” e inventan logros académicos. Pero ¿qué es lo que motiva a la realización de estas conductas?
Mentiras más comunes
En la mayoría de los casos, la realización de un posgrado demuestra la dedicación, el esfuerzo (intelectual y económico) y el compromiso por profundizar en un campo de la profesión que incremente la experticia, ya sea por la sana ambición de acabar, construir o contribuir con paradigmas en el área seleccionada, para ascender (con lo que ello implica) a un nuevo peldaño en el ejercicio profesional y para poder ser competitivo en el mercado laboral
Precisamente, esta última razón es la que, según expertos, hace que sea más frecuente que los profesionales alrededor del mundo mientan en sus currículums, sobre todo cuando están cesantes. (Lea: ¿Puede perderse un caso por tener mala ortografía?)
El diario español digital Confilegal, por ejemplo, enlistó recientemente las cinco mentiras más comunes, que también aplican para el caso colombiano:
- Experiencia laboral: Es decir, afirmar que se ha trabajado en alguna empresa o sector para acreditar que se tiene la experiencia exigida por el ofertante.
- Exagerar las funciones de trabajos anteriores: Esto es añadir más responsabilidades de las asumidas en anteriores empleos. Según el diario, esta es una de las mentiras más fáciles de detectar, pues durante una entrevista de trabajo el empleador tratará de profundizar en las tareas y logros conseguidos en un puesto.
- Nivel de estudios y formación académica: Maquillar el currículum con títulos universitarios, seminarios, diplomados o cursos de formación complementarios es otra práctica habitual (se pueden citar varios elementos, una enunciación extensa de cuanto curso se realizó o informar estudios iniciados pero sin terminar o, los más grave, sin haberlos hecho). Sin embargo, se trata de una operación arriesgada, ya que muchas empresas solicitan, como prueba de ello, los títulos físicos obtenidos.
- Nivel de idiomas: Elevar el nivel de manejo de un idioma es también algo común. Eso sí, hacerlo supone una serie de riesgos, tener que justificarlo con un título que no se tiene, o enfrentarse a conversaciones en las que, rápidamente, se detectará la carencia del idioma.
- Empresas en las que nunca se ha trabajado: Aunque es menos frecuente, existen casos de hojas de vida en los que se mencionan empresas ficticias o ya disueltas.
Consecuencias
Los portales de ofertas laborales constantemente advierten a sus usuarios las consecuencias que trae mentir en la hoja de vida, resaltando las de tipo penal y laboral. Uno de ellos, elempleo.com, advierte que un currículum es considerado un documento privado y los datos falsos en ellos se podrían castigar penalmente, bajo el cargo de falsedad en documentos.
Sin embargo, de conseguir el trabajo, debe recordarse que el artículo 62 del Código Sustantivo del Trabajo señala como una justa causa para dar por terminado unilateralmente el contrato de trabajo haber sufrido engaño por parte del trabajador, mediante la presentación de certificados falsos para su admisión o tendientes a obtener un provecho indebido. (Lea: ¿Por qué algunos abogados se perciben como profesionales precarios?)
Ahora bien, si el engaño es adelantado por un funcionario público, además de la pérdida de credibilidad en la comunidad y de las consecuencias penales, debe conducir a una investigación disciplinaria.
Cursos presentados como posgrados
Elevar al estatus de posgrado a un curso de actualización de una semana, de un diplomado o de un seminario realizado en el exterior es, en la actualidad, una práctica recurrente, sobre todo entre los servidores del Estado.
España nos muestra otro ejemplo de esta situación. El vicesecretario general de Comunicación del Partido Popular, Pablo Casado, en medio de la polémica suscitada alrededor de Cifuentes, sostuvo que para superar un máster en la URJC (el mismo de Cifuentes), sin haber ido a clase y sin haber realizado exámenes, le fueron homologados los “posgrados” cursados en diferentes y prestigiosas universidades estadounidenses. (Lea: ¿Debe existir un manual de estilo para redactar sentencias?)
Nuevamente, el periódico El Diario.es fue el encargado de descubrir que los títulos exhibidos con orgullo por el político correspondían a cursos de entre 2 y 10 días, la mayor parte de media jornada, los cuales, además, eran gratuitos.
Estos casos permiten plantear varios interrogantes: ¿es válido denominar como posgrado a todos esos cursos que no requieren, ni siquiera, titulación previa?, ¿cuáles serían los controles efectivos para verificar estudios de nuevos modelos educativos como seminarios de una semana?, ¿qué reproche debe aplicarse a los personajes públicos que incurren en estas prácticas?
Opina, Comenta