Memoriales / Informe
El impacto de las microfinanzas en el desarrollo del país
04 de Septiembre de 2014
Ana María Bernal Rueda y Katherine Rueda Chávez
Abogadas asociadas de Prietocarrizosa
Una de las actividades más conocidas y desarrolladas en el marco de las microfinanzas es el otorgamiento de microcrédito. En el reporte sobre inclusión financiera del 2014 preparado por el Banco Mundial, se reitera que el aumento en el acceso al crédito tiene implicaciones positivas en la disminución de la pobreza y en el fomento de actividades emprendedoras. En este sentido, el Microscopio global sobre el entorno de negocios para las microfinanzas 2013, elaborado por The Economist - Intelligence Unit, ha resaltado la labor de las instituciones microfinancieras como protagonistas del desarrollo.
El impacto de las microfinanzas, en especial del microcrédito, en la reducción de la pobreza y en el desarrollo de un país, se puede ver en naciones latinoamericanas como México, Perú y Colombia.
Según el Banco Mundial, en el citado reporte, la experiencia de México mostró que con la creación de sucursales del Banco Azteca (focalizado en personas con ingresos bajos o medianos) en territorios que no se encontraban cubiertos por el sector financiero tradicional, disminuyó la tasa de desempleo (1,4 %) y aumentaron los niveles de ingresos (7 %) de los habitantes de las zonas en las que se abrieron las sucursales.
El caso peruano
En relación con Perú, que recibió el primer puesto en cuanto a su entorno para las microfinanzas, según el mencionado Microscopio global (Colombia ocupó el séptimo lugar), se establece que cuenta con un marco regulatorio adecuado para el desarrollo de este nicho, con un mercado competitivo e innovador y ha hecho un esfuerzo destacable en materia de implementación de las mejores prácticas y educación financiera.
En la experiencia peruana, vale la pena resaltar -según lo menciona la Corporación Andina de Fomento (CAF) en su informe del 2011 sobre microcrédito productivo y microfinanzas- la creación del Programa Inclusivo de Desarrollo Empresarial Rural para el apoyo de las microfinanzas rurales.
Este programa cuenta con una primera etapa de constitución de las uniones de crédito y ahorro (Unicas) por parte de un conjunto de familias que interactúan con instituciones financieras dispuestas a otorgarles recursos contra sus avales solidarios, para, posteriormente, centrarse en la conformación de cadenas productivas y, finalmente, en la constitución de empresas.
A diciembre del 2012, 10.636 familias estaban asociadas como Unicas y 81.707 créditos les habían sido desembolsados, por un valor aproximado de 15 millones de dólares. Según la CAF, las familias han asimilado el concepto de formación de capital para el crecimiento de la empresa y, desde el punto financiero, se han observado bajas en la tasa de morosidad (por debajo del 1 %), así como mejoras en sus cadenas de producción y comercialización.
Los resultados en Colombia
En relación con los resultados de la Banca de Oportunidades en Colombia (programa integral de largo plazo creado para atacar la problemática de acceso al crédito, en especial a la microempresa), se dice que entre el 2006 y abril del 2014, se han desembolsado 14 millones de créditos a microempresas, por un total de 43,7 billones de pesos. Tal y como lo menciona la CAF, existe evidencia que sugiere que estas cifras están asociadas con un desarrollo ulterior de la microempresa en términos de productividad, ventas, relación capital–trabajo y desarrollo. Sin embargo, Colombia no ha implementado -como si ha pasado en México- una metodología de evaluación de resultados que permita identificar el porcentaje de sostenibilidad de las microempresas respecto a los hombres y mujeres de bajos ingresos beneficiarios de microcrédito.
En lo que respecta al desarrollo de las microfinanzas rurales en Colombia, se ha dado un incremento en los últimos años, especialmente debido a la participación del Banco Agrario, según lo menciona la Superintendencia Financiera, en el reporte de inclusión financiera de 2013.
No obstante, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por su sigla en inglés) ha reiterado la necesidad de desarrollar instrumentos financieros y crediticios que realmente satisfagan las necesidades propias de los microempresarios rurales en Colombia y que, a su vez, resulten sostenibles y rentables para la banca.
En este mismo sentido, María Clara Hoyos, de Asomicrofinanzas, ha resaltado la baja profundización financiera en zonas rurales. Según la Banca de las Oportunidades, en el 2013 se presentaron desembolsos únicamente por 3 billones de pesos en municipios rurales, representados en 497.206 operaciones de crédito. Este tema cobra suma relevancia en Colombia de cara al proceso de paz, puesto que las microfinanzas –especialmente las rurales- pueden tener un impacto muy significativo en un ambiente de posconflicto.
Por virtud de los retos relativos al desarrollo de las microfinanzas en el país, el pasado 31 de julio se emitió la Ley 1731, mediante la cual se adoptan medidas en materia de financiamiento tendientes a impulsar la reactivación de diversos sectores, entre ellos el agropecuario y el agroindustrial. Esta ley regula las microfinanzas rurales, estableciendo el trámite de evaluación de créditos y creando un órgano especial para efectos de financiar, apoyar y desarrollar las microfinanzas rurales en el país.
Así, pues, se evidencia cómo el microcrédito ha servido de herramienta para desincentivar la pobreza y estimular el desarrollo de empresa y, por ende, del país. Sin embargo, en el caso colombiano, nos queda el reto de seguir trabajando en la profundización financiera, en especial en las zonas rurales, que serán la clave en un eventual escenario de postconflicto.
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