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Especiales / Informe


Un ‘dogtor’ en el juzgado

13 de Octubre de 2017

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Sala Edición 5 - Imagen Principal

 

Sara Milena Cruz Abril

Redactora Ámbito Jurídico

 

Hasta no hace mucho, tener un perro o un gato en casa era una cuestión de utilidad, pues su ayuda en la seguridad del hogar o la caza de roedores, además de económica, resultaba muy eficiente.

 

Sin embargo, ahora es frecuente escuchar que los mismos son animales de compañía dignos de todos los cuidados e, inclusive, considerados miembros consentidos de la familia.

 

Tal protagonismo ha contribuido a la creación de peluquerías, guarderías, restaurantes, centros comerciales pet friendly, hoteles, almacenes de ropa y sitios de recreación y esparcimiento para animales, en especial de orden canino. ¿Un exceso? Eso solo lo pueden responder quienes experimentan en su vida tener una mascota.

 

Pero en el caso de los perros, gracias a su buena relación con los seres humanos, se han abierto más espacios y algo inesperado ha ocurrido, ahora trabajan en el ámbito judicial y se pretende otorgarles derechos equiparables a los humanos.

 

Héroes de cuatro patas

 

Estábamos acostumbrados a ver en productos audiovisuales a perros con características humanas, caninos investigadores, perros policías como el Superagente K9 o el Comisario Rex, pero en Colombia esto es real, la Escuela de Guías y Adiestramiento Canino se encarga, desde el año 1962, de brindar capacitación en el manejo, cuidado y adiestramiento de perros para la Policía Nacional, el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, la Fiscalía, Inpec, Procuraduría, empresas de seguridad privada y entes internacionales.

 

Y es que la habilidad de los caninos (cuentan con cientos de millones de receptores olfativos) y su correcto adiestramiento permite que se puedan desempeñar en labores contra el delito, como la detección de narcóticos y explosivos, tabaco, alcohol e hidrocarburos de origen ilegal, además de la búsqueda y rescate de personas y fauna silvestre.

 

Llegó el ‘Dogtor’

 

 

Pero el caso más llamativo de esta tendencia de acudir a los canes para servicios relacionados con la justicia se replica en Chile, donde una perra labrador llamada Peseta trabaja en el Juzgado Primero de Familia de Santiago, donde tiene oficina propia, uniforme de trabajo, cumple un horario y hasta tiene derecho a vacaciones; no sabemos su salario, pero posiblemente reciba su pago en galletas, por qué no.

 

¿Su cargo? Es asistente judicial. Su labor diaria consiste en brindar apoyo emocional a adultos mayores, personas en condición de discapacidad, mujeres embarazadas, adolescentes y, especialmente, a los niños que tienen que declarar en audiencias.

 

La jueza Alejandra Valencia tomó esta idea del programa de perros de asistencia judicial o courthouse dogs, creado en el año 2003 en EE UU. Para quienes defienden este método, las personas con un alto impacto por haber presenciado o sido víctima de un delito y que se enfrentan al estrés de dar un testimonio en un despacho judicial cambian y logran desbloquearse si tienen al lado a un animal. En el país norteamericano es especialmente usado por las fiscalías como apoyo en casos criminales.

 

El éxito ha sido tal que Peseta es solicitada en distintas fiscalías de Santiago para asistir emocionalmente a niños víctimas de distinto delitos.

 

En opinión de sus compañeros de trabajo, ha contribuido a disminuir el estrés que se vive en los tribunales, debido a su energía y carisma y la forma en que los animales perciben las emociones de los humanos.

 

 

Recientemente, informamos sobre una tutela que pretendía el amparo de derechos fundamentales a un perro en Bucaramanga, también indicamos que la relación entre personas y mascotas es una expresión del libre desarrollo de la personalidad (Sentencia 76001233300020160137501), los límites a la capacidad de las asambleas de conjuntos residenciales para restringir la tenencia de mascotas (Sentencia T-034) o el debido proceso necesario para expulsar a un animal de una copropiedad (Sentencia T-155).

 

Este panorama nos obliga a preguntarnos, sabiendo que las nuevas generaciones de abogados están renovando las visiones legales sobre nuestra relación con los animales, ¿estamos ad portas de una legislación especial para animales que contenga reglas de contratación laboral, bonificaciones, reconocimientos y derechos similares a los humanos?

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