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Especiales / En ejercicio


“El sistema penal acusatorio nació colapsado”

04 de Abril de 2019

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Para el abogado penalista David Matiz Pinilla, pretender resolver todos los problemas de la sociedad por medio del sistema penal es uno de los grandes mitos que debe superarse. En su opinión, la delincuencia no se disminuye a través de reformas normativas, sino con educación, redistribución de la riqueza y presencia estatal, entre otros.

 

ÁMBITO JURÍDICO: ¿Por qué el proceso penal tiene una naturaleza multidisciplinaria?

 

David Matiz Pinilla: Una de las grandes falencias de la educación superior consiste en enseñar, de forma autónoma, las diferentes disciplinas (sean científicas o no). En los pensum de las facultades de Derecho no siempre se incluyen materias como sicología, sociología, antropología, estadística, neurosicología y criminología. Estas disciplinas se enseñan como si se tratara de islas aparte, a través de un lenguaje (tecnolecto) y una metodología propia, pero jamás se enfatiza en la interdependencia y correlación entre unas y otras. Esta deficiencia limita las fronteras del conocimiento de los profesionales y produce efectos negativos en sus aptitudes para resolver problemas. En el proceso penal ocurre lo mismo. Toda la superestructura del sistema penal se sostiene sobre el concepto de acción, y esta tiene que ver con sicología, filosofía del lenguaje, antropología, sociología, etc. Todas estas disciplinas han sido obviadas no solo en las aulas de Derecho, sino en la operatividad del sistema punitivo. Con sobrada razón Gomez Pavajeu afirma que “los cultores y por supuesto la administración de justicia vivimos de espaldas a los aportes que otras disciplinas hacen al conocimiento del ser humano y su comportamiento”.     

 

Á. J.: Ya se cumplieron 14 años del sistema penal acusatorio, ¿qué opinión le merece?

 

D. M. P.: Considero que el sistema es bueno. La ineficacia del sistema penal no depende tanto de su estructura normativa, como de los mitos que juristas y políticos han ido construyendo alrededor de él. El sistema penal tan solo representa la punta del iceberg. Es como un termómetro social. Pretender resolver todas las problemáticas sociales a través suyo es uno de los grandes mitos que deben superarse. La delincuencia no se disminuye a punta de reformas normativas, sino con educación, redistribución de la riqueza, presencia estatal, etc.

 

Á. J.: ¿Colapsó el sistema penal acusatorio?

 

D. M. P.: Considero que el sistema nació colapsado. El hecho de pretender responsabilizar a la Ley 906 del 2004 de la evidente incapacidad de administrar justicia y controlar la delincuencia es un error muy común que debe estudiarse con más detalle.

 

Á. J.: El Gobierno plantea una serie de cambios al sistema penal acusatorio, ¿usted qué le reformaría?

 

D. M. P.: Para contestar a esta pregunta, me gustaría citar una de las conclusiones del libro Pena y estructura social, de George Rusche y Otto Kirchheimer: “El sistema penal de una sociedad determinada no constituye un fenómeno aislado sujeto solamente a sus regulaciones normativas, sino que es parte integral de la totalidad del sistema social con el que comparte sus aspiraciones y defectos. Por tanto, la cifra criminal puede ser contenida solo en el supuesto de que la sociedad proporcione a sus miembros cierta seguridad y un nivel adecuado de vida. Únicamente bajo estas circunstancias el pasaje de una política penal represiva a un programa progresista de reformas, puede trascender el mero humanitarismo formal para convertirse en una actividad social verdaderamente constructiva”.

 

Á. J.: ¿Qué soluciones plantearía al hacinamiento carcelario?

 

D. M. P.: Hasta que la sociedad no entienda, en su verdadera dimensión, la relación existente entre pena y estructura social, cualquier reforma normativa alcanzará tan solo resultados efímeros. Con las reformas que hasta ahora se han planteado tan solo conseguiremos reafirmar la falacia de la perversidad humana y la finalidad retributiva de la pena. Bajo estas concepciones, solo conseguiremos sanciones más drásticas, más tratos crueles e inhumanos y el aumento indiscriminado (como en efecto ocurre) del hacinamiento carcelario. Lo más preocupante: seguiremos obviando las verdaderas fallas que aquejan a la superestructura social.  

 

Á. J.: ¿Por qué es importante el ‘marketing’ en servicios jurídicos?

 

D. M. P.: Quiero comenzar subrayando que el Estatuto del Abogado (L. 1123/07) considera como falta disciplinaria “utilizar propaganda que no se limite al nombre el abogado, sus títulos y especializaciones académicas, los cargos desempeñados, los asuntos que atiende de preferencia o con exclusividad y los datos relativos a su domicilio profesional”. Esta es una norma que, en mi criterio, contraviene el artículo 333 la Constitución: “la libre competencia económica es un derecho de todos que supone responsabilidades”. Además, sitúa a los abogados independientes en una posición de desventaja frente a otras profesiones u oficios. Esta clase de normas y/o concepciones anacrónicas del servicio jurídico no solo afectan la libertad de empresa (libre competencia), sino también impiden el desarrollo adecuado de la industria de servicios legales y, por consiguiente, la posibilidad de competir en niveles internacionales. Partiendo de esta crítica, la legislación debería permitir que los abogados promocionen sus servicios de manera libre y sin condicionamiento a través del marketing. Como contrapeso existen normas como el Estatuto del Consumidor que sancionan campañas tramposas o publicidad engañosa. 

 

Á. J.: Es decir, ¿el ‘marketing’ también es importante para pequeñas firmas e, incluso, para el abogado independiente?

 

D. M. P.: Es importante darle un giro a la concepción anacrónica que se tiene de los servicios legales. Desde las aulas, debe comenzar a fomentarse una idea del servicio legal más moderna, globalizada (vista desde una perspectiva empresarial), que invite al emprendimiento y a la innovación a través de la implementación de las nuevas tecnologías. Los servicios jurídicos ya fueron inventados. Hoy, la invitación se dirige a reinventarlos y, ¿por qué no?, a situarlos en cintura con el contexto económico mundial. Todos los actores que conforman el mercado de los servicios jurídicos en Colombia debemos comenzar a trabajar, con conciencia, en la creación de un nuevo arquetipo de la industria legal. Para que esto sea posible, hay que comenzar desde el marketing. 

 

David Matiz Pinilla

 

Estudios realizados: es abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, especialista en Derecho Penal de la Universidad Externado de Colombia y magíster en Criminología y Sociología Jurídico Penal de la Universidad de Barcelona (España).

 

Cargos desempeñados: ha sido abogado asociado de Francisco Sintura Varela y Abogados Asociados, abogado junior de Pinilla González y Prieto Abogados y docente universitario, entre otros.

 

Ocupación actual: es socio y director de la firma David Matiz Abogados y Consultores SAS.

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