Sorry, you need to enable JavaScript to visit this website.

Openx ID [25](728x110)

Obras del pensamiento político


‘Idea de una historia universal’, de Immanuel Kant

La filosofía de Kant sentó uno de los hitos históricos más importantes del pensamiento universal, y en muchos sentidos derrumbó ideas establecidas.
23169
Imagen
medi130918temas1-1509243570.jpg

18 de Septiembre de 2013

Escucha esta noticia audio generado con IA

Mantente al día

close

Suscríbete y escucha las noticias jurídicas narradas con IA.

 

Andrés Mejía Vergnaud

andresmejiav@gmail.com

Twitter: @AndresMejiaV

 

Un tema inevitable de discusión entre practicantes de la Filosofía, y también entre aficionados a esta disciplina, es el de quién es el más grande filósofo de la historia. Es en verdad difícil arribar a una respuesta única y objetiva a esta cuestión, ya que, a diferencia de lo que ocurre en las ciencias naturales, en la Filosofía no hay procedimientos que permitan decir que una teoría o una idea sustituyó definitivamente a otra. Puede decirse, hasta cierto punto, que la física de Newton sustituyó a la de Aristóteles, y que la Teoría de la Relatividad, a su vez, vino a desplazar a la física newtoniana. No podría decirse lo mismo en Filosofía: las especulaciones construidas en su ámbito pueden vivir eternamente, y un autor nacido hace cuatro mil años puede tener la misma estatura de un filósofo nacido en nuestro tiempo. En cierto sentido la filosofía es un foro de polémica eterna, en el cual un John Searle (filósofo norteamericano actual) conversa con Descartes como si este estuviera a su lado. Alfred North Withead, matemático y filósofo inglés del siglo XX, acuñó la famosa frase según la cual la filosofía occidental, toda ella, no es más que un diálogo con Platón (notas de pie de página a Platón). Por ello, la pregunta de quién es el más grande filósofo no puede resolverse apelando a un criterio único, y al respecto habrá numerosas opiniones.

 

De aquellas opiniones, observará el lector que muchas apuntan hacia un nombre: Immanuel Kant. Un filósofo podría reclamar ser el más grande por el volumen de su producción (aunque cantidad no significa calidad): la producción de Kant, aun cuando empezó tarde en su vida, es ciertamente grande. Pero otro podría apuntar a cuán revolucionarias fueron sus ideas: en dicho sentido, la filosofía de Kant sentó uno de los hitos históricos más importantes del pensamiento universal, y en muchos sentidos derrumbó ideas establecidas. Profundidad, originalidad, amplitud: Kant podría ciertamente reclamar allí también un lugar. No en vano escribió sobre casi todos los temas de la Filosofía. Y cómo no, escribió sobre política. Varias obras produjo en dicha materia, pero hoy nos concentraremos en una de ellas, un brevísimo texto, de apenas veinte páginas en una edición normal, pero lleno de profundas y poderosas ideas. Se titula Idea de una historia universal en sentido cosmopolita, publicado en 1784.

 

Presentemos al filósofo. Immanuel Kant nació en 1724 en Königsberg, importante ciudad comercial de lo que entonces se llamaba Reino de Prusia. En ese entonces no existía la unidad política hoy denominada Alemania, y los pueblos de habla y cultura alemana vivían bajo una multitud de reinos, principados y ducados, algunos de los cuales, como decía Voltaire, podían recorrerse en media hora. Prusia era uno de los más ricos y poderosos entre dichos Estados. De hecho, durante la vida de Kant, Prusia experimentaría una suerte de época dorada que coincide con el reinado de Federico II, conocido como Federico el Grande, monarca ilustrado que gustaba de las ciencias y las artes.

 

Metódico y cosmopolita

La familia de Kant pertenecía a una suerte de burguesía simple: no eran ricos, tampoco pobres. Eran luteranos, y su madre profesaba una versión espiritualista e introspectiva de dicha religión llamada pietismo. Kant brilló desde muy joven en los estudios, y fue admitido a la Universidad de Königsberg, una de las más importantes en ese momento. Empezó temprano una carrera académica en la que recorrió la compleja jerarquía de la academia alemana: fue primero privatdozent (un profesor no empleado, a quien pagaban sus alumnos) y luego, en 1770, fue nombrado en la Cátedra de Lógica y Metafísica.

 

Por causa de una cierta historia muy conocida, suele creerse que Kant era un hombre huraño y poco sociable. Dice la anécdota que Kant era tan riguroso y metódico en su rutina diaria, que todos los días hacía exactamente lo mismo a la misma hora y por ello los habitantes de su ciudad le usaban como reloj. Pues bien: parece ser cierto que Kant era un hombre disciplinado en sus horarios. Pero es también cierto que era una personalidad muy viva, que cultivó muchas amistades, y era un buen conversador. Fue también un hombre de mundo, aunque no viajó: le gustaba estar al tanto de los acontecimientos de su tiempo, y de las novedades en ciencia y filosofía. Se dice que, durante la Revolución Francesa, salía ansioso a esperar la llegada del correo, para recibir inmediatamente noticias de este sobrecogedor suceso.

 

La obra más importante y conocida de Kant se llama Crítica de la razón pura. Es una de las más impresionantes producciones intelectuales de la humanidad. Larga, difícil y poco amena, la Crítica de la razón pura apuntaba a resolver el problema que en aquel momento más agobiaba a los filósofos: ¿cómo es posible el conocimiento del mundo, en particular el conocimiento científico? Las décadas precedentes habían visto el conflicto entre racionalistas y empiristas. El genial Hume había mostrado que la inducción, es decir, la inferencia de leyes generales a partir de observaciones individuales, no tiene sustento lógico para producir conclusiones necesarias. Kant intervino argumentando que el conocimiento del mundo, si bien se compone fundamentalmente de datos empíricos, necesita una especie de contribución de la mente para organizar y dar sentido estructural a dichos datos.

 

A diferencia de la Crítica, el texto Idea de una historia es breve, ameno y de fácil lectura. El eje del escrito son nueve proposiciones, cada una de las cuales encabeza un apartado, seguida de una exposición más amplia de ella.

 

En Idea de una historia, Kant se propone explicar cómo es posible y a qué obedece la vida humana en sociedad, y por qué ello toma la forma de una organización política. Y al explicar lo anterior, se propone también mostrar que la historia social y política del ser humano sigue una cierta progresión, cuyo fin ha de ser el pleno desarrollo de las facultades humanas. Es decir, detrás del devenir de la historia hay un propósito: no divino, sino de la naturaleza. Y es un propósito cosmopolita, en cuanto involucra a la totalidad del género humano.

 

Kant empieza por establecer, como premisa, lo que los filósofos llaman “teleología”: a saber, que lo que existe tiene un propósito natural hacia el cual tiende. En el caso de los seres humanos ese propósito es el pleno desarrollo de las facultades humanas: pero ese desarrollo no puede darse individualmente, sino que tiene lugar en la especie. ¿Cómo ocurrirá ese desarrollo? ¿Cuál es el  mecanismo natural que lo impulsa? Para Kant es el antagonismo, lo que él llama “insociable sociabilidad”: el hecho de que en los humanos coexisten la rivalidad y la tendencia a vivir juntos. El elemento de la rivalidad induce al hombre a ir más allá, a moverse y desarrollar sus capacidades. Tanto así, que Kant afirma que debemos estar agradecidos con la naturaleza porque ella promueve la incompatibilidad.

 

Pero el desarrollo de las facultades humanas no puede darse en individuos aislados. Es por ello que al hombre le urge unirse en sociedad. Y el gran desafío político de esto último es hallar y construir una sociedad que administre justicia. Por ello, se encuentra el ser humano con la necesidad de un gobierno, “por cuanto ciertamente [el humano] abusa de sus libertades en relación con los demás de su especie”. Pero Kant previene a los utopistas: el gobierno no será perfecto, porque también está conformado por humanos, y “nada recto puede construirse del torcido tronco del que está hecha la humanidad”.

 

Pero sigamos mirando hacia el propósito, hacia la finalidad, que es el desarrollo de nuestras facultades como especie. Ese fin sólo podrá lograrse si el objetivo de gobernar a los individuos de acuerdo con leyes se eleva también al nivel de las relaciones entre Estados. Las mismas razones que motivan al individuo a unirse en sociedad deberían motivar a los Estados a reunirse en una suerte de comunidad internacional. Ya Hobbes había advertido que los Estados viven, entre ellos, en la condición natural de brutalidad y guerra. Sería lógico entonces que celebren entre ellos el mismo tipo de pacto que han de celebrar los hombres para salir de la condición natural. Kant establece así un fundamento ético para los esfuerzos de unión internacional, y para la constitución de organizaciones internacionales. Finalmente, Kant añade que esta lectura de la historia de la humanidad no solo es posible, sino que ella misma promoverá el logro del propósito enunciado. Es decir, al hacer una lectura cosmopolita de la historia estamos ayudando a que esa finalidad cosmopolita del ser humano se cumpla.

 

***

No sería justo con el lector que despachemos a Kant sin hacer referencia a otras dos obras suyas, por cuanto ellas entusiasmarán a los lectores de manera muy intensa. Volveremos entonces con Respuesta a la pregunta: ¿qué es la Ilustración? y La paz perpetua.

¡Bienvenido a nuestra sección de comentarios!
Para unirte a la conversación, necesitas estar suscrito. Suscríbete ahora y sé parte de nuestra comunidad de lectores. ¡Tu opinión es importante!

Te puede interesar

Openx inferior flotante [28](728x90)

Openx entre contenido [29](728x110)

Openx entre contenido [72](300x250)