Verbo y gracia
El 13
Alguna vez indagué de dónde había salido la mala fama del 13, y me enteré de que era uno de los muchos agüeros surgidos de la Biblia.
15 de Febrero de 2013
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Fernando Ávila feravila@cable.net.co |
El 13 es el número de la mala suerte, según creen muchos terrícolas.
Esta mañana pasé frente a un edificio de la carrera 13 de Bogotá, y recordé que hace años iba a visitar allí a mi hermano Lucio Alberto. Vivía, con su esposa, en el piso 13. Ahí solíamos pasar veladas muy agradables, con los demás hermanos, las noches de los viernes, contando historias y viendo crecer a nuestros hijos y sobrinos, que no dejaban de saltar, cantar y bailar.
Tengo la sospecha de que mi hermano pagaba menos arriendo que los inquilinos de los demás pisos, y también creo recordar que los restantes apartamentos del piso 13 permanecían desocupados. Total, mi hermano tenía la buena suerte de vivir en el mejor piso del edificio, el 13.
¡Todo un piso para él, y pagaba menos!
Alguna vez indagué de dónde había salido la mala fama del 13, y me enteré de que era uno de los muchos agüeros surgidos de la Biblia. El origen es la Última Cena, episodio de la vida de Jesús sobradamente conocido. Esa noche estaban reunidos 13: 12 apóstoles y el Maestro. Uno de ellos habría de morir. De ahí se cree que siempre que se reúnen 13, uno de ellos muere.
Si la cosa se toma demasiado en serio, es más grave, pues fíjense ustedes que hubo dos muertos en las siguientes 48 horas, primero, Judas, y luego, Jesús. Y en los siguientes 70 años, 10 sobrevivientes murieron mártires y el restante, Juan, también sufrió martirio, pero sobrevivió a él.
Aparte de mi hermano Lucio Alberto, hay muchas otras personas que han decidido conjurar la mala suerte del 13. Entre ellos, los hermanos Robledo Uribe, de quienes conocí su historia por allá en 1978 o 79.
Estos exitosos empresarios y filántropos decidieron un día canalizar sus diezmos a través de una entidad sin ánimo de lucro, y crearon para ese fin la Fundación Colombiana pro Sacerdotes. La entidad fue constituida con la firma de 13 socios fundadores. Su sede se situó en un edificio de 13 pisos, cuya dirección en Bogotá es Calle 13 No 13-13. Si no me creen, pasen por allá.
Todos esos 13 solo han traído buena suerte para quienes se han acercado a ellos. Muchos sacerdotes, que de estudiantes eran pobres, recibieron becas, pasajes a Roma y otras ayudas generosas, en cheques girados por don Emilio, que firmaba con las 13 letras de su nombre y primer apellido.
Luisitos
Pregunta: ¿Es verdad que una banda delincuencial se llama Luicitos, escrito así, con c?, Lector de ADN.
Respuesta: ¡No puede ser! Luisitos debe escribirse con s, puesto que es diminutivo de Luis, que se escribe con s. Escrito con c sería otro delito de la banda.
La norma dice que los diminutivos se pueden formar con la terminación -cito, como avión → avioncito, coche → cochecito, paje → pajecito, pez → pececito, salvo que la palabra de la que deriven termine en s: Inés → Inesita, Andrés → Andresito, Jesús → Jesusito, Luis → Luisito.
Reciprocar
Pregunta: Frases de periodistas: “Fueron sepultados los seis cadáveres de las personas muertas” y “El ciudadano no reciprocó”. ¿Su valiosa opinión?, Marcial Bedoya Solarte.
Respuesta: La primera frase supongo yo que fue dicha por algún reportero, en medio de los nervios que producen el vértigo de la TV en vivo y en directo, además del tema mismo de la noticia. Desde luego, se trata de una redundancia.
La segunda frase, en la que se usa el pretérito del verbo reciprocar, es correcta. Le cuento con franqueza, doctor Bedoya, que el primer sorprendido fui yo. Si usted no me lo pregunta, nunca habría sospechado la existencia de tal verbo; pero ahí está, tan campante, en el Diccionario de la lengua española, 2001, con los siguientes significados: ‘hacer que dos cosas se correspondan’, ‘responder a una acción con otra semejante’ y, dicho de una cosa, ‘corresponderse con otra’.
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