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GENERAL - ÁMBITO JURÍDICO - FIN DE SEMANA


¿Debe existir un código de vestir para los abogados?

30 de Junio de 2017

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Por: Catalina Albornoz De la Cuesta

Redactora ÁMBITO JURÍDICO

 

Hace pocos días, el diario digital español Confilegal dio a conocer la avalancha de insultos que recibió una abogada en sus cuentas de redes sociales, luego de escribir el artículo Cómo debe vestir una abogada. Cuestión de Actitud, para el portal web del Consejo General de la Abogacía Española, en donde sugería los estilos que debían tenerse en cuenta al ejercer el Derecho y no caer en la vulgaridad o perder la dignidad que impone la profesión.

 

Y es que el tema, aunque para algunos sea solo una frivolidad, no deja de generar opiniones encontradas, muchas veces llenas de un verdadero contenido jurídico.

 

La jurista basó sus recomendaciones en una premisa consignada en el Estatuto General de la Abogacía de su país: “Los abogados intervendrán ante los juzgados y tribunales de cualquier jurisdicción sentados en el estrado al mismo nivel en que se halle instalado el órgano jurisdiccional ante el que actúen y vistiendo toga, adecuando su indumentaria a la dignidad de su función”.

 

Por eso, no dejó de sorprender que algunas de las críticas provinieran de los mismos profesionales cuyo ejercicio laboral se encuentra sometido a esa misma disposición, que, en teoría, deberían cumplir. (Lea: “Sin gritos no hay violación” y otros ganadores de los premios Género y Justicia)

 

Pero detengámonos en sus propuestas. De manera acertada, separó los diferentes ambientes en los que un abogado puede llegar a interactuar durante su ejercicio profesional y a cada uno de ellos le asignó una forma de vestir:

 

  • Audiencias y actuaciones frente a jueces y magistrados: traje de color oscuro (falda o pantalón), vestido en tonos neutros, zapatos de salón de tacón medio y color oscuro o bota de vestir oscuro, abrigo oscuro. En climas más cálidos, lo más adecuado es un vestido oscuro o neutro, sandalia discreta de tacón medio y complementos discretos.

 

  • Reuniones corporativas con clientes, compañeros o jefes: el mismo estilo descrito que para las audiencias.

 

  • Oficina y labores cotidianas: pantalones con camisa neutra o suéter de cuello de tortuga, vestidos con estampados discretos en colores neutros u oscuros, zapatos cómodos (mocasín de cordones o tacón).

 

  • Jornadas formativas, como congresos, seminarios, entre otras: permiten una indumentaria más informal. Vestidos casuales con colores, pantalones o faldas con camisetas elegantes o, incluso, bermudas de vestir, para climas cálidos. Los zapatos pueden ser clásicos o algo más divertido, pero que no distorsione el conjunto.

 

Además, enlistó algunos errores que deben evitarse, como, por ejemplo, usar ropa brillante o con transparencias que insinúen la ropa interior, minifaldas o faldas excesivamente ceñidas, tops que dejen el ombligo al aire, tenis o yin.

 

 

Código de vestir para abogados colombianos

 

Si tuviésemos que extrapolar sus propuestas a nuestro país e, hipotéticamente, basado en ellas se impusiera un código de vestir para los abogados, las críticas no serían menos. Más de uno, alegando la vulneración del derecho al libre desarrollo de la personalidad, promovería una “tutelatón” masiva  e inundaría de memes las redes sociales. Y, debo confesarlo, tal vez yo me uniría a esa causa.

 

Pero siendo sinceros, lo cierto es que desde que se elige ser abogado debe aceptarse que para todo hay una ocasión.

 

De hecho, desde el consultorio jurídico o la judicatura, inconscientemente, todos buscamos encajar con el estereotipo de abogado que nos vendieron las series de televisión y las películas extranjeras y alistamos nuestro uniforme de batalla, que se acerca más a las sugerencias del artículo que al cómodo vestuario de domingo.

 

Igual ocurre ante la llamada a una entrevista de trabajo, una citación judicial o administrativa o cualquier reunión que implique departir con colegas o clientes. Así como un médico se empodera ante sus pacientes con la bata, el abogado busca hacerlo, de entrada, con su presentación personal.

 

Sin debatir sobre si es una cuestión de gustos (o de buen gusto), lo importante es ser consciente de que hoy la mayoría de las empresas tienen un código de vestir, que como política institucional, se ajusta al área empresarial en que se desarrolle. (Lea: Todo lo que un abogado debe saber sobre sus honorarios)

 

Para laborar en un bufete de abogados, por ejemplo, la indumentaria no es la misma que la utilizada para hacer trabajo de campo en municipios lejanos. Tampoco se parece la que se acostumbra a lucir cuando se hace parte de un departamento jurídico en donde se atienden clientes y trabajadores, que la llevada en una sala de redacción.

 

No obstante, si considera que el cumplimiento estricto de las disposiciones para vestir afecta o amenaza su estado de salud, honra, igualdad e, inclusive, el referido derecho al libre desarrollo de la personalidad, aproveche la ocasión para intentar generar nueva jurisprudencia, pues frente al tema del vestuario nuestros precedentes se han quedado solo en el análisis que se desprende por la obligatoriedad de los uniformes de colegio.

 

En Europa, en cambio, muchos de sus países ya han avanzado en este tema, al punto de emitir fallos que ordenan a las empresas permitirles a las mujeres ir a trabajar en zapatos sin tacón, faldas muy cortas o escotes provocativos. Igualmente, se están tramitando leyes para imponer multas a las compañías que persistan en la discriminación contra las mujeres, por obligarlas a usar prendas sexistas.

 

Con todo, para determinar cuándo es necesario llevar tacones o corbata, los mejores aliados son el sentido común y la observación del entorno.

 

 

El hábito no hace al monje

 

La ropa y, sobre todo, su forma de llevarla es importante para generar un buen impacto a simple vista. Pero como dice el viejo y conocido adagio popular “el hábito no hace al monje”. (Lea: Ventajas e inconvenientes de limitar la extensión de los recursos judiciales)

 

Precisamente, cuando un abogado no sabe expresar sus ideas, trasmitir seguridad, plantear soluciones, proponer ideas, dar un buen trato a sus clientes y colegas, entre otras cualidades y habilidades, su apariencia y, específicamente, su vestuario no lo van a ayudar, por más bonito, caro, elegante o provocativo que sea.

 

Por eso, hay que poner cada cosa en su lugar: recuerde que el concepto no es el que se pone la corbata y el conocimiento puede potencializarse con la vestimenta. No al revés.

 

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