La Sala Civil, al resolver una impugnación, recordó que un mero desacuerdo sobre las decisiones judiciales que resulten contrarias a las pretensiones no es argumento para atacar los fallos a través de la acción de tutela, más aún cuando los planteamientos de la autoridad recriminada son difíciles de desaprobar de plano, o de calificarlos de absurdos.

En el caso concreto, no se pudo comprobar que las aflicciones reportadas por la accionante comportaban estabilidad laboral reforzada, ni que el despido fuera discriminatorio, como tampoco hubo prueba de que la empleadora tuviera conocimiento de los eventos médicos ni de los trastornos depresivos.

Por otra parte, el alto tribunal precisó que a los juzgadores les corresponde ser meticulosos en el ejercicio de sus deberes, a fin de no quebrantar los derechos de las personas que intervienen en los procesos; por ejemplo, recurriendo a la proclamación de palabras que aún sin proponérselo se tornen ofensivas contra la dignidad y honra de quienes allí participan.

Entonces, los jueces tienen el deber de luchar frente a toda forma de discriminación o violencia, empezando por la manera en cómo se refieren a los intervinientes, sin importar su condición (M. P. Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo).