Neobancos y su evolución en Colombia
Los neobancos aún enfrentan importantes desafíos hacia el futuro. Entre ellos, se destaca la necesidad de adaptarse a un entorno regulatorio exigente como el colombiano.
02 de Mayo de 2025
Juan-Felipe Toro-Fernández
LL.M. in International Law – Investments, Trade and Arbitration, Universität Heidelberg–Universidad de Chile
Socio fundador, gerente legal de Kesher Business & Investments
Recientemente, tuve la oportunidad de participar como panelista en las III Jornadas de Derecho Corporativo organizadas por la Universidad Eafit. Durante el evento, compartí con colegas e invitados algunas reflexiones sobre los avances en materia de innovación dentro de la industria financiera, con especial énfasis en el fenómeno de los neobancos y su evolución en el contexto colombiano, tema que en este artículo deseo desarrollar y profundizar.
A pesar de que el país aún no posee una definición legal o regulatoria para el término “neobanco”, sí se cuenta con un concepto generalizado en el sector financiero que entiende el mismo como una “entidad financiera con licencia bancaria cuya propuesta de valor y portafolio de productos y servicios es 100 % digital”.
Los neobancos representan una nueva generación de entidades financieras que adoptan la filosofía fintech –es decir, el uso intensivo de tecnologías digitales aplicadas a los servicios financieros– como base de su operación.
En este contexto, el modelo de negocio de los neobancos, fundamentado en la tecnología digital, no solo permite optimizar de manera significativa los procesos operativos con sus clientes, sino que también prescinde de infraestructura física –al no requerir sucursales físicas– y automatiza gran parte de sus servicios mediante tecnologías como la inteligencia artificial. Esta estructura les permite reducir considerablemente los costos operativos y ofrecer soluciones más ágiles y eficientes.
Adicionalmente, este tipo de entidades financieras logran reducir los tiempos de respuesta y mejoran la experiencia de sus usuarios al operar de forma continua, las 24 horas del día, los 7 días de la semana, a través de aplicaciones móviles y plataformas web mucho más intuitivas y accesibles. Como resultado, los neobancos pueden ofrecer condiciones financieras más atractivas para sus clientes, comisiones más bajas, mayor rentabilidad en cuentas de ahorro y procesos más ágiles para la colocación de créditos o la realización de pagos o inversiones digitales.
Los neobancos surgieron en Europa, a comienzos de la década de 2010, particularmente en países como Alemania (N26, 2013) y el Reino Unido (Revolut, 2015), como respuesta a la pérdida de confianza en la banca tradicional tras la crisis financiera global de 2008. Luego tuvieron una rápida expansión en EE UU y América Latina, posicionando a Brasil como uno de los primeros países en América Latina en incursionar con este tipo de entidades financieras (Nubank, 2013). Luego le siguieron México (Albo, 2016), Colombia (Nequi, 2016) y Argentina (Ualá, 2017).
En Colombia, su evolución ha estado marcada por varias etapas. En un principio, surgieron como billeteras digitales para facilitar los pagos electrónicos como el caso de Nequi (Bancolombia) y Daviplata (Banco Davivienda). Posteriormente y gracias a la digitalización, se impulsaron modelos 100 % digitales como Lulo Bank, el primer y único neobanco con licencia bancaria en el país.
A la fecha, la Superintendencia Financiera de Colombia ha autorizado otras cinco entidades financieras bajo el formato digital, todas ellas constituidas como compañías de financiamiento, y dentro de las cuales se encuentran Bold, Mercado Pago, Nu Colombia, RappyPay y Ualá. De igual forma, existen cuatro entidades pendientes de recibir la licencia para operar en el país.
Si bien el país aún no cuenta con una regulación específica para los neobancos, como la tiene México con la Ley Fintech de 2018 (denominada “Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera”), este tipo de entidades financieras al acceder al sistema financiero colombiano debe cumplir todas y cada una de las normas, leyes y decretos que rigen el sistema, en especial lo concerniente al régimen de habeas data, protección al consumidor financiero, inclusión financiera, delitos informáticos, open banking, etc.
No obstante, los neobancos aún enfrentan importantes desafíos hacia el futuro. Entre ellos, se destaca la necesidad de adaptarse a un entorno regulatorio exigente como el colombiano, que incluye el cumplimiento de estrictas normativas financieras, los requerimientos de capital mínimo para su constitución, y la sostenibilidad financiera de sus modelos de negocio. A esto se suma la creciente competencia con la banca tradicional, que ha comenzado a fortalecer su oferta digital, mejorando la experiencia del cliente mediante productos y servicios respaldados por procesos electrónicos, plataformas intuitivas y mayor cobertura.
Finalmente, enfatizamos que la adopción masiva de los neobancos ha venido en aumento, especialmente entre los jóvenes y aquellas personas que históricamente han estado excluidas del sistema financiero tradicional. Según datos recientes del portal Statista, se estima que para el año 2028 el número de usuarios de estas entidades digitales superará los 386 millones a nivel mundial. Este crecimiento sostenido se debe, en gran medida, a los avances tecnológicos y a la transformación en las preferencias de los consumidores, quienes valoran cada vez más la inmediatez, simplicidad y accesibilidad que ofrece la banca digital vs. la banca tradicional.
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