Openx ID [25](728x110)

1/ 5

Noticias gratuitas restantes. Suscríbete y consulta actualidad jurídica al instante.


La entrada de Deeskeep y Le Chat cambia la visión de las normas de competencia: nuevo orden del antitrust

El libre mercado cambió. Ahora es proteccionista, de aranceles y de campeones nacionales o departamentales.
228471
Imagen
Mauricio-Velandia

14 de Marzo de 2025

Mauricio Velandia
Profesor de las universidades Externado y Nacional

El derecho de la competencia (antitrust) ha dejado de ser un instrumento puramente económico para convertirse en un arma geopolítica. Durante décadas, el antitrust se basó en la neutralidad y la eficiencia, aplicando reglas uniformes sin importar si un actor era local o extranjero. Sin embargo, la realidad del mundo actual ha cambiado drásticamente: los países desarrollados han adoptado una visión estratégica del antitrust, en la que la protección de campeones nacionales, la seguridad económica y la soberanía tecnológica pesan más que la libre competencia.

Mientras las economías avanzadas evolucionan hacia una competencia regulada por intereses nacionales, en los países en desarrollo seguimos aplicando un antitrust tradicional, que se enfoca en la estructura del mercado sin considerar el contexto global. Esta brecha regulatoria es cada vez más evidente en sectores estratégicos como la inteligencia artificial (IA), los semiconductores y la tecnología digital.

Chatbots, Nvidia y el nuevo proteccionismo tecnológico

La competencia en IA es el mejor ejemplo del giro hacia un antitrust geopolítico. Los chatbots de ChatGPT, DeepSeek y Le Chat no solo representan avances en procesamiento del lenguaje, sino que son ejemplos de campeones nacionales protegidos por sus respectivos gobiernos. OpenAI es respaldada por Microsoft y el gobierno de EE UU, DeepSeek es la apuesta de China para competir con Occidente, y Le Chat es la respuesta francesa a la hegemonía anglosajona. Lejos de aplicar reglas de competencia imparciales, las potencias están impulsando barreras regulatorias y subsidios para consolidar su dominio.

El caso de Nvidia es aún más claro. La empresa estadounidense controla más del 80 % del mercado de chips avanzados para IA, una posición de dominio indiscutible. Sin embargo, EE UU ha impuesto restricciones a la exportación de estos chips a China, demostrando que el verdadero debate no es sobre competencia, sino sobre control tecnológico y seguridad nacional, dañando el libre mercado. Se trata de una tensión de derechos o un proceder económico geopolítico.

El antitrust de J. D. Vance vs. la visión europea

El vicepresidente J. D. Vance ha cuestionado abiertamente la regulación antimonopolio de la Unión Europea (UE), argumentando que su enfoque ahoga la innovación y castiga el éxito empresarial (febrero 2025). Para Vance, la Unión Europea impone restricciones excesivas a las grandes tecnológicas y adopta una postura que beneficia a competidores extranjeros en lugar de proteger a sus propios campeones nacionales. Esta crítica refleja la creciente divergencia entre el modelo estadounidense, que busca fortalecer a sus empresas frente a China, y el modelo europeo, que sigue aplicando un antitrust más clásico, aunque con un matiz de regulación digital más agresiva pero una Europa que no innova y cada vez más en riesgo por lo que piense Washington y Moscú.

Lo interesante es que, mientras EE UU y China utilizan el antitrust para proteger sus industrias estratégicas nacionales, en América Latina y otras economías emergentes seguimos atrapados en una visión anticuada y del siglo pasado. Aplicamos controles a la concentración económica y sancionamos prácticas unilaterales sin considerar el impacto global de estas decisiones. En un mundo donde las potencias protegen a sus empresas con subsidios y barreras comerciales, los países subdesarrollados aplican un antitrust de manual que, en muchos casos, solo debilita a sus propias industrias nacionales o departamentales.

Un nuevo ‘antitrust’ para los países en desarrollo

La pregunta es si el derecho de la competencia en América Latina debe seguir esta transformación. Si EE UU, China y la UE están reconfigurando sus políticas para fortalecer sectores estratégicos, ¿deberíamos seguir defendiendo un antitrust que penaliza la consolidación local mientras abre el mercado a empresas extranjeras con ventajas regulatorias y financieras?

La respuesta no es simple. Un giro proteccionista mal diseñado puede llevar al desperdicio de recursos y a la creación de monopolios ineficientes. Pero ignorar la realidad global y seguir aplicando un antitrust descontextualizado solo nos deja en desventaja. Un enfoque equilibrado implicaría una combinación de proteccionismo selectivo, regulación flexible y una política industrial que favorezca la consolidación de campeones nacionales en sectores estratégicos.

Los casos de los chatbots, Nvidia y las políticas de EE UU, UE y China muestran que el derecho de la competencia ya no es solo un mecanismo para garantizar precios justos y mercados abiertos. Es una herramienta de poder. Y si no lo entendemos a tiempo, seguiremos siendo los únicos en aplicar un antitrust que los países que lo diseñaron han dejado atrás. El libre mercado cambió. Ahora es proteccionista, de aranceles y de campeones nacionales o departamentales.

¡Bienvenido a nuestra sección de comentarios!
Para unirte a la conversación, necesitas estar suscrito. Suscríbete ahora y sé parte de nuestra comunidad de lectores. ¡Tu opinión es importante!

Openx inferior flotante [28](728x90)

Openx entre contenido [29](728x110)

Openx entre contenido [72](300x250)