Paz mundial: Mi oración para la Navidad 2024
Juan Carlos Portilla
Profesor de Derecho Internacional, Universidad de la Sabana
Oración por la paz mundial: Que los poderosos paren de matar
Mi oración para la Navidad 2024 es por la paz mundial. Por la paz en Oriente Medio, léase parar la guerra en la Franja de Gaza, por la paz en la República Democrática de Congo, por la paz en Myanmar, Somalia, Sudán, Mali, entre Rusia y Ucrania, por la paz en el corazón de Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, el cual tiene la capacidad de destrucción por su armamento nuclear, por la paz y la reconciliación entre los hermanos venezolanos y por supuesto por la verdadera paz para Colombia, la cual ni Santos ni Timochenko lograron a pesar del acuerdo de impunidad firmado por ellos, el cual no ha permitido que las víctimas del conflicto colombiano tengan acceso a la justicia, a reparación y a la esquiva verdad de la maquina asesina de la todavía vigente y sanguinaria FARC.
¿Si funciona el derecho internacional para la paz?
No es clara la respuesta. Varios tratados internacionales que buscan la paz y seguridad internacional se han firmado después de la segunda guerra mundial. Entre ellos, quizás el más famoso y recordado entre la población mundial es la Carta de Naciones Unidas firmada en San Francisco, California, en 1945. A la luz de la Carta, sus Estados miembros se han comprometido a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos y a unir fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
Sin embargo, varios líderes mundiales y sus gobiernos y poderosas organizaciones terroristas como Hamas en el Oriente Medio y las FARC y el ELN en Colombia siguen violando con impunidad el derecho internacional, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario, la soberanía de las naciones pequeñas y la misma Carta de Naciones Unidas. Parecería que el derecho internacional fuera eunuco frente al poder y ambiciones de los líderes del mal y de la muerte. Dicho en otras palabras, se podría decir que lo que impera en las relaciones internacionales entre las naciones y entre los actores no estatales no es el derecho internacional, sino el espíritu de la famosa frase popularizada por Thomas Hobbes, el cual dice: “El hombre es lobo para el hombre.” De esa manera, es seguro decir que no sabemos si el derecho internacional podrá influir para reestablecer la paz y la seguridad internacional quebrantada por el episodio bélico que inició el 24 de febrero del 2022 con la invasión rusa sobre Ucrania. Con millones de ucranianos exiliados en el mundo, hoy vemos al derecho internacional inoperante frente a Rusia. Tampoco sabemos si el derecho internacional podrá llevar a la justicia a los responsables de este acto de agresión. No sabemos si el derecho internacional y las Naciones Unidas podrán llevar paz al conflicto entre Hamas e Israel o lograr un desarme nuclear por parte de Corea del Norte. Peor aún, según Naciones Unidas, un número sin precedentes de niños fueron asesinados y mutilados en crisis devastadoras en Israel y el territorio palestino ocupado, en particular en la Franja de Gaza, Burkina Faso, la República Democrática del Congo, Myanmar, Somalia, Sudán, la República Árabe Siria y Ucrania, entre muchas otras situaciones.
Colombia
Los grupos armados, como en ELN, las llamadas disidencias de las FARC o el “Clan del Golfo” siguen operando en el territorio nacional, impulsados por el narcotráfico y las llamadas economías ilegales y el sueño eterno y cómplice del presidente Gustavo Petro y su ministro de Defensa, Iván Velásquez Gómez, otrora jurista y defensor de los derechos humanos en el país y la región centroamericana. No hay duda, los grupos armados colombianos siguen ejecutando a civiles y no han cesado con el reclutamiento infantil y los secuestros y todo esto sigue sucediendo en las barbas del señor ministro de la Defensa Nacional y del derecho internacional.
Conclusión
A la medida que nos adentramos en la Navidad 2024 y cantamos los villancicos al sabor de la natilla de la abuela y los buñuelos de mamá, les pido a mis lectores que se unan en mi oración al Niño Dios para esta Navidad: paz mundial y la verdadera paz para Colombia.
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