15 de Enero de 2025 /
Actualizado hace 10 hours | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Online

El derecho penal a pesar de la comunicación

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David Torres Melgarejo

Abogado y magíster en derecho penal

Litigante y profesor universitario

A propósito de la comunicación en redes sociales y en algunos medios de comunicación, términos como “demanda penal”, “impunidad”, “dejar libre”, entre muchos otros, han venido construyendo un imaginario colectivo en torno a lo que es el derecho penal, específicamente, pena, delito y proceso.

El profesor Manuel Salvador Grosso sostuvo que el concepto de derecho penal no es tan claro como quieren hacerlo notar, es decir que es más ambiguo y equívoco de lo que se ve en la televisión, se lee en los periódicos, se escucha en la radio e, incluso, de lo que se estudia y oye en las facultades de Derecho.

Cada vez que se lee una noticia, podría afirmar, con cierta temeridad, que varios nos remitimos de manera inmediata y casi inconsciente al capítulo de la Microfísica del poder de Foucault, “sobre la justicia popular” para de alguna manera expiar nuestra culpa de no intervenir activamente en el debate jurídico e informativo. “El derecho penal es una superestructura que introduce contradicciones en el seno del pueblo, no las crea, las refuerza…”, viene a la cabeza cada vez que de forma poco responsable y cuidadosa se exponen en redes sociales y en algunos medios de comunicación peticiones muy viscerales, como verdugos, frente alguna persona que probablemente haya cometido una conducta típica.

Esta herramienta, tan fuerte y tan violenta como es el derecho penal, tan fácil de manipular, muta en lo que yo denomino derecho penal llano, en otras palabras, el populismo del castigo, de la cárcel, de la venganza y la retribución ha coadyuvado de manera muy importante a que el sistema judicial se convierta en un títere para gusto y servicio de periodistas y políticos. Con eso no quiero significar que los jueces no tengan un deber político dentro de una sociedad como la colombiana y, claro, de un Estado social de derecho, y el texto del profesor Diego Eduardo López Medida no me dejará mentir en ese particular.

Por el contrario, la valentía de algunas personas de la Rama Judicial ha permitido la salvaguarda de derechos, de garantías, ha concedido paz y reconciliación en la sociedad. Es ahí donde cobra relevancia la tarea política de un juez, no en legislar, ni tampoco en acatar los sabios consejos de los medios de comunicación, sino en interpretar de manera sistemática, de acuerdo a las premisas del Estado social de derecho, al contexto colombiano y a los tratados internacionales, así como la Constitución Política, las normas, sustanciales y procesales, que garanticen una aplicación justa del Derecho, ya no como estamento de control social, sino como utensilio para la reivindicación de derechos y libertades.

Ese rol tan importante está viendo su declive en la fuerza y poder de los medios de comunicación, de manera lamentable e irrespetuosa, sin el mayor cuidado de lo que se dice, a diario juzgan y condenan a cientos de personas, que, aunque no parezca, gozan de presunción de inocencia hasta que un juez de la Republica sentencie lo contrario.

Este empleo del discurso del peligrosismo no solamente se interioriza por quienes decidimos estudiar y criticar el derecho penal, sino que se aprehende por el grueso de la sociedad creando un odio profundo por las instituciones “lentas” y “corruptas” del Estado y, claro, por los delincuentes. Entonces, esa sed de venganza colectiva se transforma en una ordalía, donde, de una manera un tanto más demagógica, se consulta a las personas sobre su importante opinión, es así, que ya hay encuestas relativas a los que debiera pasarle a una persona procesada por X delito, o que en su opinión cuál debería ser la sanción para tal otro. Esa manipulación no solo le conviene a los medios, pues los políticos de turno también exclaman con ahínco justicia, sin saber realmente las implicaciones jurídicas y sociales de cada caso en particular.

Lamentablemente, como sociedad hemos creado el programa de Derecho más expedito del mundo, sin lugar a dudas. Sus criterios y conceptos erróneos son terriblemente peligrosos y peligrosistas a tal punto de convertir una no imposición de medida de aseguramiento en establecimiento penitenciario en una muestra de corrupción y de impunidad o de jugar con la presunción de inocencia, arrebatándosela a las personas, antes, incluso de la audiencia de imputación. Me pregunto entonces: ¿el Derecho, debe ser neutral en pos de lograr un tratamiento equitativo, digno y justo a las personas que intervienen en él? No me queda muy clara la respuesta aún y no será objeto de disección en este escrito.

En ese escenario, no se trata solo de aplicar lo aprendido en la escuela, sino de aprender a escuchar, a comprender las necesidades de una sociedad como la colombiana, a leer entre líneas y, sobre todo, a buscar soluciones que realmente sean justas. La universidad y la práctica del Derecho no se debe limitar a seguir un procedimiento mecánico. Cada caso es una oportunidad para reflexionar, para pensar críticamente y para crecer no solo como juristas, sino como seres humanos, el Derecho, muchas veces, es desigual, hay casos en los que la ley parece no estar del lado de la justicia. El Derecho no solo beneficia a quienes buscan su ayuda; también debería formar a la sociedad. Les muestra que el Derecho no es un mundo de certezas, sino de preguntas constantes. Les enseña a lidiar con la incertidumbre, con los límites de las leyes y, muchas veces, con la impotencia de no poder hacer más de lo que las normas permiten.

Por eso insisto: el Derecho es una disciplina viva, exponer no cuestionar lo que parece incuestionable, porque el cambio y la evolución siempre nacen de la duda. Pero esa duda debe estar acompañada de rigor. Cuestionar no es rechazar por instinto; es investigar, analizar, contrastar y, solo después de eso, tomar una postura.

El Derecho no existe en el vacío. Está profundamente entrelazado con la realidad social, económica y política. ¿Qué tipo de sociedad podemos ser si ignoramos los contextos? La desigualdad, el conflicto, el abuso de poder y las luchas por la equidad están ahí, es también una forma de construir paz, de tender puentes donde otros levantan muros.  

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