27 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 21 minutos | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Formalizar (II)

52146

Julio César Carrillo Guarín

Asesor en Derecho Laboral, Seguridad Social y Civilidad Empresarial

carrilloasesorias@carrillocia.com.co

 

En la primera parte de esta columna (ed. 556), narraba la aventura de unos jóvenes emprendedores barranquilleros que, a propósito de su proyecto productivo gastronómico, han incursionado con especial empeño en la tarea de formalizar a sus cinco trabajadores.

 

En la carta normativa laboral degustaron las entradas, el menú anual y, antes de recibir las especialidades de la casa, formularon la inquietud inevitable acerca de cómo hacen para consumir todas las viandas de la laboralidad formal aquellos generadores de empleo, en el campo y en la ciudad, que no tienen ni los asesores, ni la infraestructura ni la forma de acceder a semejante menú y, sin embargo, deben consumirlo sin perecer en el intento.

 

Así que, bajo el apremio de buscar respuestas, y para no agobiar a los jóvenes comensales de lo jurídico-laboral, se les ofrece para el final, y a modo de provisión para el camino, el consumo de los anunciados platillos especiales: jornada para compartir con la familia,  implementación del sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo, políticas de prevención del acoso como el comité de convivencia, el trámite disciplinario con dos instancias siguiendo criterios señalados por la Corte Constitucional y lo relacionado con las suspensiones y las terminaciones del contrato de trabajo.

 

Se les anuncia que, entre más crezca el emprendimiento, tendrán oportunidad de apreciar preparaciones legales, como los reglamentos, las horas para recreación o capacitación de la Ley 50 de 1990; el servicio público de empleo y, paradójicamente, las salas de lactancia. Todo ello dejando, para más tardecito, en caso de que lo requieran y para no verse afectados por una ingesta excesiva, los muy apreciados alimentos de la ley de igualdad, la vinculación de extranjeros, así como la reciente novedad conocida como el “piso” de la protección social.

 

Mientras tanto, y por mera coincidencia, mis vecinos de columna, el profesor Kalmanovitz y el joven jurista José Fernando Torres, abogaban por una remodelación del restaurante y una revisión de la carta. El primero, invitando a poner el ojo en los parafiscales, el salario mínimo y el sistema de seguridad social, y el segundo, a reducir la complejidad legal para diseñar un sistema que sea fácil de cumplir.

 

Pero mientras algo pasa respecto de esta urgente necesidad, teniendo que caminar con lo que hay y antes de responder al interrogante con un “no hay que desanimarse y hay que digerir con calma el menú”, la mirada se vuelve hacia el Ministerio de Trabajo, con la esperanza de que, en asocio con ministerios como el de las TIC y el del Interior, generen canales de apoyo hacia lo formal. Centros de ayuda integrados con entidades administradoras de la seguridad social, el servicio público de empleo, la misma Unidad de Gestión Pensional y Parafiscales, para que hagan fácil lo que parece difícil, a fin de no asustar a quienes quieren formalizar y se encuentran con funcionarios que, en lugar de apoyar, parecen entrenados para disparar trámites sancionatorios, que hacen que, desde la otra orilla, los empleadores informales les griten a los emprendedores normativos: ¡Para qué se metieron en eso!

 

Se ve complejo y no hay duda de que hay que remodelar y renovar el establecimiento normativo, pero mientras se logra este sueño, lo que hoy tenemos podría no ser una estructura abrumadora, si se fomenta una información amable del menú, si se estructura una pedagogía práctica para acometer esta tarea, según el tamaño y la capacidad de los empleadores.

 

En fin, si se acompaña al empleador que quiere formalizar y se le orienta de manera ordenada e incluyente, para que los empleadores que están en la informalidad no piensen que formalizar es caer en una trampa y para que los que lo intentan no se desanimen y se sientan estimulados para hacer lo correcto.

 

Seguramente, quedaron por fuera algunos temas... Pero si se puede dibujar un panorama en 1.500 caracteres (dos columnas), ¿por qué no desplegarlo en un sentimiento colectivo institucional de apoyo, ante la necesidad de generar empleo formal, que es hoy una evidente urgencia vital, mientras la legislación laboral se pone el overol estructural que requiere el contexto actual?

 

Los jóvenes emprendedores de nuestra historia no han salido corriendo, lo siguen intentando con todo y cuestionamiento, cuya respuesta aun nos acompaña flotando en el aire mientras deben afrontar en su ciudad las medidas restrictivas ocasionadas por un nuevo pico de contagios.

 

Han entendido que, como dice Richard Sennet, no se trata de luchar contra el problema, sino de trabajarlo... y esta también es una manera de atenuar la informalidad laboral, mientras llega la anhelada modernización.

 

No es un tema de ideologías o de partes, es un asunto transversal de humanidad.

 

Post scriptum: En homenaje a los jóvenes que en medio de la pandemia despliegan sus sueños queriendo cumplir, a pesar de todo.

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