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Todo es posible cuando una mujer decide hacer historia

Las mujeres somos el escudo de lo invaluable y lo defendemos con la fuerza del carácter, la constancia de la disciplina y el poder del amor.
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10 de Marzo de 2025

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Sandra-Avellaneda
Sandra Avellaneda Avendaño
Directora Nacional de la Academia de la Gestión Pública
X: @academiadelagestionpublica

Niñas y jóvenes, en edad y espíritu, estamos llamadas a conocer y honrar la historia de aquellas mujeres que nos precedieron. Gracias a su tesón hoy escribimos en ÁMBITO JURÍDICO y desde diferentes roles, redactamos las páginas del futuro colombiano, a través de nuestra poderosa capacidad de creer, crear, hacer e inspirar desde el ejemplo.

Para las mujeres nacidas en este siglo es impensable que su dinero lo administre su padre o su pareja; pues bien, solo hasta 1932, gracias a la labor de Georgina Fletcher y de la escritora, periodista y política colombiana Ofelia Uribe, la mujer adquirió el derecho a heredar y a administrar por sí misma sus bienes.

En 1853, con el respaldo de un hombre: Ricardo Vanegas, en la Constitución de Vélez, se hizo el primer intento de incluir el voto femenino en Colombia, pero este fue revocado a los pocos meses. Vanegas se sumó a la defensa del derecho de las mujeres al sufragio, argumentando que su exclusión era un obstáculo para el verdadero desarrollo democrático del país. Aunque su propuesta no prosperó, sembró la semilla de un cambio que, un siglo después, se materializaría con la conquista del voto femenino en 1954.

Luego de destacar a los hombres, que, desde antaño, han comprendido que somos fuerza distinta, estratégica y poderosamente complementaria, sigamos con la remembranza del pasado que es la garantía de futuro, si lo valoramos como se debe:  

Hablemos de Josefina Valencia, otra de las valientes que abrieron camino; ella, además de ser una de las principales impulsoras de los derechos políticos de las mujeres, también se convirtió en la primera gobernadora del país (gobernadora del Cauca en 1955) y en la primera mujer en ocupar el cargo de ministra en la historia de Colombia, entre 1956 y 1957, asumiendo la cartera de Educación, durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla. 

Ofelia, Georgina, Josefina, nuestras abuelas y madres, las cuidadoras, las amas y gerentes de hogar, las profesionales, las trabajadores informales, las empresarias, todas las que hoy y siempre hemos librado una lucha por lo que amamos, conjugando pasión y carácter, demostramos que ser mujer es desafiar lo imposible y convertirlo en historia.

​El periodista e historiador Daniel Delgado lo describe con mucho acierto: “Desde la Antigüedad hasta la actualidad, las mujeres han desafiado los roles impuestos y han demostrado que su capacidad trasciende cualquier limitación social”.

Sin duda, el papel de la mujer en la sociedad ha evolucionado. Según datos de ONU Mujeres, la participación femenina en la fuerza laboral mundial se ha incrementado del 5 0%, en 1990, al 53 %, en 2022.

En Colombia, la Ley 581 de 2000, conocida como la Ley de Cuotas, marcó un hito en la historia del país al establecer que, al menos, el 30 % de los altos cargos públicos deben ser ocupados por mujeres.

Sin embargo, las capacidades de la mujer son de tal magnitud que, si bien logros como la ley de cuotas han sido importantes, debemos ir mucho más allá de este punto de partida. No se trata solo del derecho a ocupar cargos de liderazgo, sino del derecho de América Latina, Colombia y el mundo a beneficiarse del impacto transformador de la mujer y de su inmenso potencial para generar cambio con disciplina, rigor y amor.

El liderazgo femenino transforma generaciones

La fuerza de la mujer es tal que cuando surge un liderazgo femenino, su impacto trasciende fronteras y transforma generaciones.

Un ejemplo de esta realidad es Nubia Carolina Córdoba, primera mujer gobernadora del Chocó, quien ha encendido una llama de esperanza e inspiración entre las niñas y jóvenes de la región. Su liderazgo simboliza la ruptura de barreras históricas y demuestra que, con educación, perseverancia y determinación, es posible alcanzar posiciones de influencia, que, si son usadas para servir y no para servirse, cambian la historia.

A nivel mundial, Angela Merkel, excanciller de Alemania, es un símbolo de liderazgo coherente y efectivo. Su ejemplo demuestra que la combinación de carácter y visión estratégica y sostenible puede cambiar el rumbo de una nación.

Otro ejemplo, es el de Pauline Puentes Báez, recientemente elegida miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, un gremio históricamente masculino. Su elección representa un avance en la representación femenina en la ingeniería, abriendo camino a más mujeres en posiciones de liderazgo dentro de un sector clave para el desarrollo del país, pero que lamentablemente se ha visto inmerso en delicados escándalos de corrupción.

En medio de la cultura de ilegalidad que tanto daño le ha hecho a nuestro país, capaz de distorsionar los valores y hacer parecer la ética una causa romántica y perdida, es inspirador encontrar mujeres que defienden la verdad y la integridad como principios inquebrantables, no solo en el ejercicio profesional, sino en la vida misma.

Por ello, un reconocimiento especial a las mujeres de AvellanedaA & Asociados y la Academia de la Gestión Pública. Gracias por elegir como proyecto de vida trabajar por Colombia y respaldar a los gestores públicos honestos. Gracias por atreverse a transitar un camino angosto y pedregoso, como lo es la lucha contra el flagelo de la corrupción. Gracias por llevar sus valores innegociables y la frente en alto a donde van. Gracias por marcar la diferencia.

Las mujeres somos el escudo de lo invaluable y lo invaluable es: la verdad que nos hace libres; el patrimonio público, eso que es tuyo y que es mío; invaluable es también la confianza ciudadana, herida de muerte en medio del hambre, de falta de cobertura en educación. Por esta razón, en la lucha contra la corrupción y la ineficacia, nosotras estamos llamadas para hacer la diferencia, asumiendo el precio que ello entraña. 

  

Este reto recae con especial peso sobre las mujeres en los órganos de control e investigación, así como en las magistradas y juezas de Colombia. Viviane Morales Hoyos fue la primera Fiscal General en 2011, cargo que hoy nuevamente tiene liderazgo femenino con Luz Adriana Camargo Garzón. Sandra Morelli Rico asumió como Contralora General de la República en 2010, siendo la única mujer en ocupar el cargo hasta ahora. En 2020, Margarita Cabello Blanco se convirtió en la primera Procuradora General de la Nación.

Enormes desafíos

Las mujeres que asumen roles de poder y justicia enfrentan enormes desafíos, desde la conservación de la coherencia, la lucha contra la corrupción, hasta las presiones, que buscan afectar su independencia. Además, deben sortear el escrutinio público constante, la resistencia al cambio en estructuras tradicionalmente dominadas por hombres y la complejidad de tomar decisiones en entornos marcados por tensiones e intereses.

No puedo finalizar sin resaltar a tantas otras valientes y aguerridas colombianas, que han hecho de su esencia de mujer una fuente inagotable de poder, de aquel que da libertad, gesta futuro; ese poder que se usa para servir e inspirar. Gracias a Diana Trujillo, líder en la misión Mars Rover Perseverance de la Nasa; a Adriana Ocampo, científica planetaria colombiana en la Nasa; a Carolina Gómez Ospina, médica y científica en la Universidad de Stanford, experta en terapias génicas para enfermedades raras y neurodegenerativas; a Caterine Ibargüen, campeona olímpica en Río 2016; a Mariana Pajón, doble campeona olímpica en BMX (Londres 2012 y Río 2016).

Sin embargo, como lo dice María Lorena Cuellar Cruz, “No hay que destacarse en altos cargos o con hechos extraordinarios, hoy educar a las nuevas generaciones, con los retos que vivimos, es un acto trascendental”.

Gracias a las mujeres que trasmiten su luz, niñas, jóvenes, adultas, a todas aquellas que son verdaderas heroínas silenciosas en su contexto, porque se atreven a hacer la diferencia, a las mujeres que no solo ven pasar la historia, sino que la escriben y la transforman, cuando reconocen y creen en el poder que les ha sido otorgado y lo ponen al servicio de lo que no se compra ni se vende.

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